miércoles, 7 de agosto de 2019

Ahí va ese bólido - prueba Peugeot 108



Qué rara que es mi vida. Un sábado, conduciendo por las costas del Garraf, cerca de Sitges, disfrutando del lujo y calidad que ofrece un Range Rover Evoque y, al siguiente, peleándome con los mandos invertidos y la circulación por la izquierda que supone alquilar un coche en Malta... aún no sé cómo lo hago para acabar siempre en este tipo de embrollos!. Ya relataré más adelante lo que supone conducir por el otro lado de la calzada y desde el puesto del copiloto; en esta entrada voy a intentar explicar cómo es vivir una semana de turismo con este pequeño turismo de Peugeot.


Por fuera, no tiene un mal diseño. Comparte el 99% de piezas con el Citroën C1 y el Toyota Aygo (el resto son los logos propios de cada marca) pero se permite alguna veleidad de diseño como el pilar A que se alarga hacia los faros.


No se puede comparar con el estiloso FIAT 500, el más vendido de su segmento por goleada, pero el conjunto general no deja de ser agradable. Incluso la solución del portón trasero, que es todo cristal, contribuye a darle una buena imagen general por su buen enrase con los pilotos.



Eso sí, el maletero da para lo justo. Con 196 litros entran un par de maletas tipo cabina de avión -en vertical- o una bolsa grande para ir a la playa. Por eso, cuando llegué al parking de alquileres con mi maletón no tenía claro que podía hacer con él... Por suerte, el respaldo es abatible de forma simétrica, así que, condenando una plaza, pude acomodar todas las maletas haciendo un poco de tetris. Por cierto, entiendo que en un coche de este segmento se busque reducir al máximo la factura ahorrando "de donde haga falta", como el mencionado portón sin chapa -lo que genera un alto escalón-, pero era necesario no poner una triste cubierta plástica para cubrir el mecanismo del limpia y dejar todos los cables a la vista?.


Si pasamos a la parte trasera por el estrecho hueco que dejan las puertas, el espacio disponible está justito. Si mides 1.75 metros la cabeza te rozará con el lateral y con el techo y las rodillas te encajarán tras el asiento delantero si el conductor comparte tu altura, por lo que no está de más negociar con el copiloto para repartirse un poco el espacio longitudinal. En cambio, bien a lo ancho, aunque sólo monta dos cinturones de seguridad y mejor que no seas de los que necesitan bajar la ventanilla si se marean, pues es de tipo compás y sólo se separa unos centímetros por la parte trasera (más ahorro de costes).


En la parte delantera el paisaje cambia radicalmente, pues los asientos tienen un tamaño más que destacable, con una amplia banqueta que recoge perfectamente los muslos. Son tirando a blandos pero remarcan bien las formas con lo que son lo bastante cómodos como para aguantar más horas de las que parece a priori. El reposacabezas está integrado, pero si tienes la suerte -como yo- de tener una estatura media, te encajarán como un guante y ganarás en confort. Puede decirse que el reparto de espacio se ha hecho de delante hacia atrás pensando en el uso urbano/familiar, con niños y nulo equipaje, pero con un acertado aprovechamiento del espacio si tenemos en cuenta que el coche sólo mide 3,5 metros, es decir, como un Renault 5 de primera generación... aunque entonces se consideraba que esta medida era más bien para un pequeño polivalente.



La sensación de espacio delante se ve incrementada por el diseño del salpicadero, muy alejado de los ocupantes y verticalizado; incluso su simplicidad ayuda a crear un ambiente de desahogo. Aquí continua el ahorro de costes, con zonas de chapa a la vista pintadas igual que el exterior, plásticos de aspecto poco lucido y con muy pocos mandos disponibles... hasta los únicos aireadores laterales son un trampantojo, pues en verdad son pegatinas en 3D ... vale, es broma, pero son tan simples que podrían serlo, pues no es más que una bola con nervaduras que gira sobre sí misma.


La consola central está presidida por una pantalla táctil con 4 funciones: reloj gigante, selección de la entrada musical (USB o radio), conectividad con el teléfono y ordenador de a bordo. Debajo, el equipo de climatización con el único lujo disponible, el aire acondicionado, el botón de warning y un hueco que en otros equipamientos debe tener alguna función pero que aquí parecía un micro.


Ante el conductor, más de lo mismo, pues el volante sólo tiene un botón circular para el volumen de la radio y otro para contestar al teléfono. El cuadro de mandos es, evidentemente, una única esfera para la velocidad -sin cuentavueltas- con una mínima pantalla digital central donde podemos encontrar la temperatura ambiente y el nivel de combustible fijos y variar entre el kilometraje total, dos parciales, consumo instantáneo y medio... lo normal, aunque para cambiar tenemos que apretar un botoncito en la misma pantalla a través del aro del volante, algo bastante incómodo. Comentar que el depósito sólo caben 35 litros, con lo que, lleno hasta la boquilla, me daba para una autonomía de 400 kilómetros: y luego nos quejamos de los coches eléctricos!. Hablando de combustible, cuando fui a respostar me encontré con que no era capaz de abrir la portezuela del depósito: suerte que el gasolinero debía estar acostumbrado a encontrarse con turistas despistados y me indicó que se abría desde dentro, desde un pequeño mando casi invisible en el lado del acelerador.


El acomodo es bastante bueno, pese a que el volante es sólo regulable en altura y tiene un tamaño un poco exagerado, o quizás es sólo por el contraste con el minimalista interior. Al tener el volante a la derecha, el tema de los pedales es un poco más complicado, pues el embrague queda junto a la consola central y no hay espacio para colocar un reposapiés, por lo que hay que ir colocando el pie debajo del pedal. En cualquier caso, junto al acelerador está el paso de rueda, bastante intrusivo, por lo que no tengo claro si en coches "normales" montará este accesorio.


Aquí puede verse también el escondido botón que permite repostar y, junto al contacto, otro mando perdido que sirve para desconectar el control de estabilidad, imagino que para ayudarte si te acercas demasiado al agua en cualquier playa maltesa y luego no puedes sacar el coche de la arena. El equipamiento de ayudas a la conducción impacta por su extensión. En concreto incorpora:

-Asistente para el arranque en rampa.

Y ya. Acostumbrado a probar coches cercanos al autónomo total, la falta de ayudas al respecto de este 108 me ha impactado: ni centrado en el carril, ni sensores de aparcamiento, ni cámaras de ningún tipo... ni tan siquiera algo básico como es el control de crucero! Entiendo que nadie lo usará para hacer Barcelona-Huelva -o sí, cada uno viaja con lo que puede-, pero a poco que quieras hacer desplazamientos interurbanos tiene su importancia. Añade un indicador luminoso que sugiere cuando subir o bajar de marchas -para compensar la falta de cuentarrevoluciones-, pero entre que sólo se ve de día y el carácter de su motor, es bastante prescindible.



La verdad es que no se desenvuelve mal en carreteras reviradas. Su gran baza es la dirección, con un tacto muy bueno y rápido. Si le sumamos sus pequeños neumáticos y que pesa menos de una tonelada, enlazar curvas se hace muy fácil. En la empresa de coches de alquiler me ofrecieron éste o el C1 y lo elegí pensando que tendría unas suspensiones un poco más firmes, pero son bastante blandas y rebotonas; aún así, el bajo peso comentado hace que tenga pocas inercias y que sea bastante satisfactorio en este punto. En ciudad, imagino que se debe aparcar de fábula y en cualquier hueco, pero como estaba del revés no fui capaz de aparcarlo en batería ni una vez con soltura.


Hasta aquí podríamos decir que es un coche bastante consecuente con lo que es y lo que cuesta, pero ahora llegamos al apartado que me desencantó y que me hace darle una mala puntuación: el motor y el cambio. Realmente, no tengo claro si era el 1.0 de 69 cv o el 1.2 de 82 -ambos tricilíndricos-, pero hacía muchos años que no conducía nada peor. Al ponerlo en marcha, suena como un tractor diesel al final de su vida útil: si no fuera porque en esta categoría ya no se estilan este tipo de motores, darían ganas de bajarse, levantar el capó y verificarlo. Vale, seguimos con el ahorro de euros, también en material insonorizante... aceptamos barco... pero lo que no lo salva es su absoluta falta de empuje. Da igual la marcha en la que estés, nunca corre más y acelerar sólo sirve para revolucionar el motor y que meta un ruido feísimo; es inaudito!, a la que el recorrido no es plano te obliga a ir bajando marchas hasta llegar a primera a poco que la pendiente sea minimamente pronunciada!. Además, tiene la misma elasticidad que un portero de futbolín, y no acepta otra marcha que no sea la que corresponda a  la velocidad a la que circula, con lo que olvídate de reacelerar desde bajas velocidades apretando con suavidad el acelerador o de practicar una conducción ecológica a base de anticipación y tal. Con ese abuso de  marchas cortas, los 8 litros de consumo se alcanzan con facilidad, así que aquí tenemos otro factor que le reduce la autonomía. Lo curioso es que hace un año probé un Aygo de la primera generación y, lo que más me gustó precisamente, fue el tacto de "molinillo" de su motorcito, algo que aquí se ha echado a perder.


El otro aspecto que me las hizo pasar canutas fue el cambio -por cierto, que con 13.000 kilómetros el fuelle ya estaba suelto-. Por un lado, el pedal es casi imposible de regular y combinar con el acelerador en arrancadas: si aceleras mucho, sales chirriando neumáticos y, si no llegas, se te cala irremediablemente; algo tendrá cuando en una semana no fui capaz de encontrar el punto medio. El otro es el infame tacto de la palanca de cambios, que sólo merece desaprobaciones: impreciso, basto, duro... sólo le salva que, al menos, los recorridos de la palanca no son demasiados largos y el sufrimiento pasa pronto, pero es que es para echarse a llorar cada vez que pones la mano encima. Al principio pensaba que era culpa mía, que no estaba acostumbrado a manejarlo con la zurda y algo había, pero probé a cambiar de asiento y trastear con la derecha y, aunque algo mejoraba mi habilidad, el tacto seguía siendo igual de insatisfactorio.


Comparado con el 500 antes citado o con Volkswagen Up!, por citar sólo dos ejemplos, poco queda defendible en este 108, pues tampoco el precio justifica esta falta de cariño en el trato al conductor. Confieso que siempre que alquilo un coche me da cierta pena devolverlo a la casa de alquiler, pues al final se ha convertido en uno más durante las vacaciones: te ha acompañado por sitios nuevos, te has perdido con él, has cantado dentro, has reído, has maldecido, te has echado una siesta, has comido algo, has pasado horas con los tuyos decidiendo qué visitar... en fin, una serie de vivencias que dejan poso y nos van modelando con el tiempo. En esta ocasión, por desgracia, todo esto se ha visto empañado por esa falta de diversión en la conducción y hasta me alegré de devolver las llaves, pues amor con amor se paga.

Bueno, aunque al final es imposible no quererlo un poco.


Y hasta aquí esta aventura! en breve, más sensaciones al volante, con una combinación explosiva y la respuesta a una pregunta: si un SUV tiene 300 caballos, podemos tildarlo de deportivo?. 

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