lunes, 25 de abril de 2016

Pequeño Gran Fiat: el Panda





En el marco de una escapada por Italia (http://theredstig.blogspot.com.es/2016/05/en-pandilla-por-la-toscana.html) he tenido la oportunidad de pasar 3 días al volante del pequeño utilitario del grupo italiano FIAT, el Panda y me ha extrañado mucho comprobar, mientras ponía en orden mis pensamientos para esta entrada del blog, advertir que los defectos/virtudes que encontré en mi viejo Alfa33 -ver "mis terrores favoritos II"-se repiten en este urbanita. Curioso: si 2 coches separados por 25 años comparten similitudes, debe ser porque los italianos tienen claro lo que quieren y su marca sabe lo que debe darles, independientemente del emblema que luzca en el capó o del tiempo que pase. Lo que me ha quedado claro es la devoción que sienten por este gigante: es difícil pasar un pueblo y no ver alguno aparcado delante de alguna casa, sobretodo en sus versiones 4x4.

En mi anterior entrada comentaba que los italianos son el diseño y este modelo no es una excepción. Sólo FIAT puede diseñar un modelo con una Linea prácticamente de monovolumen y que parezca un utilitario. Por fuera no deja ser una caja para poder aprovechar al máximo el espacio interior, pero redondeando una linea aquí y metiendo un cromado allá se consigue un efecto estético muy agradable y simpático, lejos, por ejemplo, de la sobriedad japonesa.




Este truco del diseño movolumenizado le permite, en tan sólo 3,65m. ofrecer 4 buenas plazas -me metí detrás para hacer las fotos y tras el asiento del conductor tenía sitio más que suficiente- y un razonable maletero de 225 litros. Cierto que a mí me daba la risa acostumbrado a los 500 litros de mi C-Max, pero 2 maletas de tipo cabina de avión entraban una sobre otra sin problemas y aún quedaba sitio para bastante cosa más. El cinquecento y su glamuroso Stilo, por ejemplo ofrece 185 litros y con unas plazas traseras testimoniales.

Nada más tocar la puerta, ya adviertes que la sencillez es la tónica imperante en su concepción: en vez de los tiradores-asa, monta manetas de las de los años 80, más endebles y económicas de mantener. Lo mismo le pasa a las bisagras, que hacen que la puerta vaya "a saltos" entre varios puntos fijos de apertura.

Una vez dentro, la sensación de coche básico continúa, sobretodo por el color azul grisáceo del interior, tipo maqueta de avión sin pintar, aunque al tratarse de un modelo para flotas de alquiler es normal al tratarse de una versión ultra-básica y que condiciona varios aspectos de este Fiat. Aún así, llama la atención el buen acabado y ajuste de las piezas, pues el salpicadero no cruje sobre carreteras en mal estado y todo está hecho para durar.




Sólo se libra el logo central de Fiat y el pomo de la palanca de cambios, con efecto 3D, que es lo que da calidad al coche. Por lo demás, todos los mandos tienen tacto mecánico, de conmutador, en vez del tacto de pulsador eléctrico de otros modelos. El ahorro de costes hace que haya los botones justos: el de encendido y apagado del aire acondicionado, por ejemplo, está integrado en el de velocidades del ventilador... realmente llamativo. Para el recuerdo es también el mando manual que regula los retrovisores exteriores, éstos por cierto de gran tamaño y que facilitan mucho la conducción.


Pero si por algo llama la atención el diseño del Panda es por el uso indiscriminado del cuadrado... he contado más de 20 repartidos por todas partes!. Puestos a echarle imaginación, diría que es un homenaje de los diseñadores a los faros cuadrados y al interior del Panda de los 80', pero en verdad no sé a que viene este gusto por esta forma. Y es que lo encontramos en los mandos de las radio, la climatización y la palanca de cambios...


En los huecos portaobjetos entre los asientos con su curioso freno de mano tipo avión...


En el tirador interior de las puertas y los altavoces...


En los reposacabezas y en las molduras del revestimiento del techo...


y ya, fuera del coche, hasta en los catadióptricos y la tapa del enganche.



Pero también encontramos algún que otro punto flaco de este Tipo de diseño, pues al aplicarlo a los relojes del cuadro de mandos donde se ubican el velocímetro y el cuentarevoluciones, combinado con la forma circular del volante, hace que no veamos perfectamente los extremos superiores.




Evidentemente, la parte central del volante, también con forma de cuadrado, no sea que nos dejemos alguno!.

Si algo me ha gustado de este Fiat es que hace que aquella frase de "tienes menos detalles que un Panda" pierda el sentido: múltiples huecos donde guardar cosas -incluida la práctica bandeja delante del acompañante-, elevalunas eléctricos con funcionamiento de un solo toque, diseño aeronáutico del freno de mano, ordenador de a bordo con cálculo de autonomía, tiempo conducido y kilómetros recorridos para 2 conductores... e incluso, la función City de aparcamiento, que hace que la dirección se vuelva ultra-asistida y facilite al máximo el aparcamiento aunque te inste a girar el volante haciendo resbalar la palma de una mano sobre el aro. Es tan exageradamente asistida que, al pulsar el botoncito, ves cómo el volante empieza a oscilar él sólo a un lado y otro.

Una vez instalado en el colorista asiento -tapizado con cuadros, evidentemente-, la sensación es extraña, pero ciertamente cómoda. Esto es así porque la postura es muy de monovolumen, tirando a alto y con las piernas poco extendidas, con lo que vas sentado muy arriba, pero la cintura del coche es baja, con mucha superficie acristalada, al contrario de la tónica actual de diseño que los hace al revés para dar sensación de seguridad. De esta combinación, te encuentras con que la puerta no tiene reposabrazos, porque el codo te queda a la altura de la ventanilla y puedes apoyarlo en la base del cristal, pero te sientes un poco expuesto al quedarte los hombros por encima de la chapa. Un poco como en las vagonetas del Shambhala, vaya.


Los asientos, por su parte, son bastante buenos, la verdad: amplios, con un buen mullido y que sujetan bien el cuerpo. Como pega, que no son regulables en altura, pero los modelos básicos es lo que tienen. De igual manera, el volante es regulable en altura, pero no en profundidad, lo cual también es un hándicap, aunque me costó muy poco encontrar una postura cómoda. Cierto es que tengo una altura media que es ideal para conducir, pues encaja en el stándard de la mayoría de coches, pero vaya, si Uno no es muy puntilloso, debería bastar para cualquiera. Yo lo soy bastante y, salvo por la inclinación del reposapiés que no me dejaba apoyar el pie izquierdo en condiciones, pocas pegas le puedo poner.

Para regular correctamente el asiento en distancia, piso el embrague y busco la posición exacta de la banqueta... el pedal tiene un tacto gomoso y, sobretodo, un recorrido lago. Por fortuna, la palanca de cambios están sobreelevada, en el salpicadero y esto siempre facilita mucho su uso, aunque su tacto es tirando a poco preciso.

Pongo el motor en marcha y por un segundo dudo de si me han dado un coche diésel o uno de gasolina, entre el ruido y las vibraciones que llegan del motor... curiosamente, después advierto que, en carretera y autopista, la rumorosidad está mejor contenida que al ralentí y con el motor frío. Embrague a fondo, busco la primera, salgo con cautela para irme haciendo a los mandos y... ops! salgo traqueteando y dando tumbos! no he calibrado bien con la pierna izquierda, está claro... llego al primer semáforo y, al salir en primera, otra vez no logro iniciar la marcha de forma progresiva!. El largo recorrido hace que sea necesario pillarle el Punto, pero al poco rato ya ni pienso en ello, aunque el carácter del motor condiciona este aspecto: se trata del veterano motor 1.2 de 69 c.v. y tan sólo 8 válvulas, detalle este último que define su respuesta, pues hace que por debajo de 2.000-2.500 revoluciones no ande sobrado de fuerzas y haga necesario acelerar con decisión al iniciar la marcha.

Esta misma característica obliga a reducir marchas al afrontar algunos repechos del camino; cuando se trata de subir montañas, hablamos de bajar a 2ª con facilidad en las curvas más lentas, aunque en el resto de vías es plenamente satisfactorio en su respuesta. Muy a su favor es el destacable consumo, pues a unos 100 km/h de máxima, siempre por carretera y autovía, la media se quedó en 6,1 litros, aunque el indicador de combustible me resultó curiosísimo, pues al igual que en mi antiguo Alfa, es complicado saber el combustible exacto que llevas. El indicador de autonomía sólo es 100% fiable a velocidad estable y en llano, pues al subir una montaña te puede bajar 100 km. y, al bajarla, incrementarse otros 100; toca, pues, hacer una media y observar la ruta que harás para ir sobre seguro. La solución pasaría por echar un vistazo al indicador de combustible, pero éste es digital, de los de rayitas, y puedes ir tan tranquilo con medio depósito lleno y, al segundo siguiente, has perdido 1/8...

Y por lo demás, como se comporta el coche? pues siguiendo con el homenaje al Panda originario, conducirlo es como ir montado en un carricoche de feria: corto y ligero, es rebotón y divertido de conducir por lo ágil que es; nada que ver con un Up!, por ejemplo, que transmite la sensación de ser 2 tallas más grandes, pero es mucho más aburrido. Al llegar a la zona de curvas es donde más sorprende, pues pese a las suaves suspensiones y la altura, no se inclina demasiado y el volante te permite ir enlazando curvas casi sin mover las manos sobre el mismo... nuevamente al estilo de mi Alfa!. La plataforma es soberbia y se maneja de maravilla en estas situaciones, aunque el motor se le quedaba claramente corto ante las posibilidades que puede ofrecer.


En definitiva, un coche italiano por los 4 costados: fabricado con las últimas tecnologías, pasional, lleno de buenas ideas y muy divertido de conducir.


Bonus track!: a lo largo de la entrada he escondido el nombre de 7 modelos de Fiat... puedes encontrarlos? una pista, la palabra está en mayúsculas, salvo uno que es un número...


martes, 5 de abril de 2016

No me llames SUV, llámame... Evoque




Hace cosa de un par de semanas, tuve la oportunidad de acudir a la presentación -estática- del nuevo modelo de la gama Evoque, el descapotable. Si no lo puedo conducir, no cuenta para mi particular listado de modelos que he probado, pero la verdad es que me apetecía escribir sobre este interesante modelo y esto me da la excusa perfecta...si a eso le sumamos que lo presentaban en el espectacular hotel Miramar, en la montaña de Montjuic de Barcelona y que necesito material para este blog, no me lo pensé mucho a la hora de aceptar la invitación.

Tengo que reconocer que, cuando en el año 2008, se anunció la compra de LandRover/Jaguar por parte de la megaempresa india Tata -el mundo al revés, se decía entonces, con los indios comprando una marca inglesa-, se me pusieron los pelos como escarpias: siguiendo la suicida moda económica actual de maximizar beneficios a cualquier precio, me veía el mercado inundado de modelos indios con la marca inglesa en el morro y con especificaciones asiáticas muy por debajo de las europeas y la desaparición de la marca en poco tiempo. Afortunadamente, sea porque en el fondo es una empresa familiar comandada por el señor Ratán Tata, sea por amor a la tradición o sea porque actuaron con visión de futuro, se decidieron a devolver a la marca al lugar que nunca debería haber perdido: lo más alto del Olimpo de los TodoTerrenos de lujo. Y lo hicieron a base de poner dinero sobre la mesa y dejar trabajar libremente a los ingenieros para desarrollar vehículos a partir de las más avanzadas tecnologías.

Pero en el fondo los resultados contables mandan y era obvio que la marca no podía vivir sólo de modelos de gran tamaño, así que decidieron ampliar mercado bajando un escalón el segmento y el precio de su gama alumbrando un modelo que ha dado mucho que hablar: el Evoque. Cuando en el 2.010 empezaron a circular fotos del prototipo, el mundo del motor se revolucionó ante la innovadora mezcla de todoterreno y deportivo que ofrecía este concepto: lineas rotundas y robustas pero con un techo bajo que le daba un aspecto dinámico. Y si su imagen levantó polvareda, más aún lo fueron las declaraciones de la marca afirmando que el vehículo final respetaría en un porcentaje muy elevado el diseño presentado.

Arriesgaron fuerte, innovaron y acertaron, otro punto más para la marca india, que se benefició, además, de la eclosión del fenómeno SUV; aunque en el fondo su guerra es otra, es obvio que la moda de los TT lights le fue favorable. Pero no debe perderse de vista una idea: mientras el resto de marcas diseñan un compacto de carrocería elevada y, en algún caso, con tracción 4x4 que facilita subir a las pistas de esquí, en Land Rover primero diseñan un vehículo capaz de subirse por las paredes -como demostraron en Top Gear con el Defender- y luego, si el mercado lo demanda, ya se lanzará alguna versión de tracción delantera.

Y como parece que la osadía de la marca no tiene fin, ahora se la juegan con otro concepto innovador: el TT deportivo... descapotable. Rizando el rizo!. Así pues, un viernes por la tarde me acerqué al Miramar para poder tocar y ver en directo este prometedor vehículo.


Como no podía tratarse de otra manera siendo una marca de este nivel, todos los detalles estaban cuidados: al entrar en la sala, cubierta de parquet, te reciben en un guardarropía y toman nota de tu asistencia en un mostrador de recepción. El coche está expuesto en una amplia sala bajo un techo acristalado y las paredes dan a unos pequeños jardines donde puedes ver y observar de cerca, si quieres, otros modelos de la marca como el Range Rover y el Range Rover Sport. Múltiples pantallas de televisión ofrecen información a raudales sobre la tecnología que estrena el pequeñín de la casa y hasta es posible tomarse algo en una barra de bar (de forma muy generosa, además, pues pedimos unas bebidas y nos obsequiaron con algo de jamón serrano para picar y hasta unos sandwiches de diseño)




Pero lo importante de la tarde es que hemos venido a ver un nuevo LandRover y lo mejor es acercarse a observarlo de cerca a disfrutar de su rompedor estilo. Los diseñadores se han decantado por un techo de tela de alta calidad que se abre con total suavidad y rapidez, posiblemente para ahorrar kilogramos, pues el vehículo ya tiene un peso considerable -casi 2 toneladas para su tamaño-. Personalmente soy partidario de los techos rígidos, menos "puros" pero más prácticos si quieres usarlo como coche único y no tienes donde guardarlo, aunque imagino que para alguien que pueda pagar los 50.000€ mínimo que cuesta este modelo eso no será un tema a considerar...




Lo primero que adviertes es comprobar lo alto que sigue siendo, aún sin techo: te llega hasta la mitad del pecho! podrías perfectamente acodarte en la zaga y usarlo como barra de bar portátil. Es entonces cuando ves claramente "el truco" de diseño de la versión cerrada: de cintura para abajo es un todo terreno, enorme, con mucha chapa y elevada altura para poder pasar por donde haga falta, pero, de cintura para arriba, se han acortado los montantes y reducido la superficie acristalada para darle ese aspecto deportivo. Así, al desnudo, se acentúa esta sensación, pero está claro que no es un descapotable de esos de subirse dando un brinco... salvo que practiques parkour, claro...



La vista trasera, como siempre, es la más discutible de este tipo de coches, pero eso ya es problema del que circule detrás tuyo, que ya te envidiará lo suficiente. Lo que no puedes evitar pensar es que suerte que el coche es ancho, porque tiene un nombre más largo que ese municipio islandés que ostenta el récord guinnes de la palabra con más letras del mundo. El nombre completo del modelo es Land Rover Range Rover Evoque Convertible. Suerte que la marca no suele informar con anagramas de si es 4x4 ó 4x2, diesel o gasolina, potencia o tipo de cambio, porque entonces seguro que les faltaría coche a lo ancho.




Acabo de dar la vuelta al coche y estoy impresionado por la imagen de fortaleza que da desde cualquier ángulo o que transmite cualquier pequeño detalle. Los tiradores de las puertas, el montante del parabrisas... mención especial merecen los retrovisores exteriores. Ignoro si la marca ha hecho la prueba, pero dan la sensación de que podrías levantar el coche en vilo enganchándolo en uno de ellos!.

Como el coche está abierto, aprovecho para ponerme al volante y hacerme la foto de rigor para mi colección particular y, sobretodo, para disfrutar de la calidad y elegancia que rezuma el interior. Eso sí, es una lástima que al no tener techo no se pueda disfrutar suficiente del aroma a coche nuevo y del que emana de la piel de los asientos.




En el interior es innegable su origen inglés. Si en automoción los italianos son el diseño, los japoneses el rigor, los alemanes la calidad, los franceses la comodidad, los nórdicos la sencillez y los norteamericanos la fuerza bruta, la elegancia es coto de los modelos ingleses. Las lineas usadas y la combinación de colores, lejos de estridencias, dan ese aire señorial que hace a estos modelos fácilmente reconocibles.




Mención especial merece el cambio de nueve velocidades que incorpora, del especialista en cajas ZF. Siguiendo con el tema de la elegancia, se controla desde una pieza circular giratoria que emerge de la consola central cuando el coche se pone en marcha, al estilo de sus primos de Jaguar. Y seguro que mejora la experiencia de conducción, pues el año pasado, durante unas jornadas de pruebas con el Range Rover Sport a las que acudí con la esperanza de ganar un viaje de aventura off-road a Australia, tuve oportunidad de toquetear a mis anchas la versión del Evoque con cambio manual -también en parado- y lo encontré realmente tosco y duro. Pero es lo que decía antes: Land Rover fabrica todo terrenos de verdad y en algo tiene que notarse la herencia de su abuelo Defender, diseñado para el campo y la montaña.




Donde también puede advertirse esta herencia es en los motores. Mientras el resto de marcas tiende a reducir el cubicaje en sus modelos todo camino, Land Rover sigue manteniendo los buenos 2 litros de cilindrada para obtener la potencia que se necesita a baja velocidad, aunque, eso sí, con motores que incorporan las últimas tecnologías y materiales.

Y poco más puedo añadir a esta primera toma de contacto en parado, aunque seguro que en marcha no le va muy a la zaga a su hermano mayor, el Sport, que sí tuve ocasión de probar en un recorrido montañés en el marco de las jornadas que comentaba antes y que me sorprendió agradablemente por la suavidad y agilidad que mostraba en cualquier situación pese a su volumen.