martes, 22 de marzo de 2016

Gone in 6 seconds: Peugeot 308 gti experience

Sí, ya sé que en la película de Nicolas Cage y Angelina Jolie te daban 60 segundos, pero es que en Peugeot fueron más allá y pusieron en marcha un concurso de rapidez en el que sólo te daban de margen lo que tarda el nuevo 308 GTI by Peugeot Sport en pasar de 0 a 100 km/h...

Y qué tenías que hacer en ese breve lapso de tiempo? pues marcarte un reto, grabarlo en video y subirlo a su página de Facebook. El premio? poder hacer una prueba racing con el 308 en el mítico circuito del Jarama, además de disfrutar antes de un curso de conducción deportiva impartido por los especialistas del RACE. Como no podía perderme una oportunidad como ésta, puse mis neuronas a funcionar; después de un brain storming de los buenos, mi mujer me sugirió que probara a cambiarme de ropa en 6 segundos y después de un buen rato de planificación y de varias tomas falsas en las que acabé en el suelo, conseguí un buen video.

Y a esperar los votos del respetable! increíblemente, conseguí 35 votos que me situaron entre los 60 primeros y el jurado me nombró uno de los seis ganadores finales -después de reirse un buen rato, claro-.

Así que un viernes cualquiera salí de Barcelona rumbo a Madrid, dispuesto a colocar otro hito en mi mapa de circuitos en los que he podido pilotar, junto a Montmeló, Castellolí, Can Padró e, incluso, uno en Suecia (Sturup).

El día acordado nos plantamos prontito en el Jarama, situado, por cierto, en una zona residencial con guarda de seguridad y barreras incluidas. Ese mismo día se llevaba a cabo otra experiencia GTI con Autopista y el ambiente era inmejorable: 2 peugeot de rallys con los que fotografiarse, modelos de la marca de exposición, RCZ's evolucionando por un recorrido entre conos y los primeros afortunados recorriendo a toda velocidad el circuito. Tiene un trazado corto (3.850 metros), pero muy técnico, trufado de curvas de todos los tipos: ciegas, en bajada, en cambio de rasante...quitando la recta de tribunas, pocas zonas hay donde pisar a fondo. Un auténtica montaña rusa, con zonas con nombres tan sugerentes como Fangio, Farina, Lemans... y la temible Bugatti.



Notando ya el olor a gasolina y empezando a entusiasmarme con la jornada que tenía por delante, nos dirigimos a la entrada principal del edificio y allí nos recibió Silvia, de Peugeot, que nos llevó a la sala de espera mientras llegaban el resto de afortunados pilotos por un día.

Alguna cosa para picar, zumos y cafés, un mural con los hitos de la historia de Peugeot, pero, sobretodo, un impecable 205 GTI con sus buenos 25 años encima. Uno no puede sorprenderse al acercarse a un coche de los 90... realmente eran tan pequeños? si los asientos parecen de juguete... pero no nos engañemos, estamos ante un matagigantes, pues la relación peso potencia le es muy favorable: con el motor 1.9, 130 c.v. para sólo 850 kg. de peso. Nos sorprendería aún más conducirlo hoy en día, sin asistencias y sin electrónica de por medio, pero con unas sensaciones de conducción mucho más puras.


Después de admirar un rato a este pequeñín, Silvia nos vino a buscar para indicarnos que ya estábamos listos para empezar el curso, pasando primero por el aula. Allí nos esperaban los monitores, Jose María "Chema" Quesada y Rafael Secades, el primero de los cuales nos dio una interesante charla sobre los principios básicos del control del vehículo, funcionamiento de los sistemas de seguridad como ABS y ESP, rudimentos del trazado en curva... un recordatorio de que, a decir verdad, nos lanzan a la carretera sin tener un control exhaustivo del vehículo y de la importancia de ser conscientes de nuestras propias limitaciones y, sobretodo, de las leyes de la física.







Pero los agraciados estábamos deseando ponernos a los mandos del 308, así que nos pareció perfecto cuando Chema nos comentó que podíamos montarnos en los coches para ir hasta la zona de pruebas dinámicas. En la puerta nos esperaban 2 flamantes GTI y un Station Wagon GT Hdi de 180 c.v. con cambio automático. Salimos en caravana y un par de minutos estábamos ya plantados en medio de un explanada llena de conos y zonas deslizantes, dispuestos a encarar el primer desafío, aunque antes Rafa nos recordó cual es la posición correcta para sentarse y encarar el volante y los pedales con seguridad.




Mientras le escuchaba, no pude evitar pensar que me encontraba delante de un compacto muy especial: motor 1.6 de 270 c.v. al eje delantero, ni más ni menos, para un peso de menos de 1300 kg. Curiosamente, mi humilde monovolumen tiene la misma cilindrada y un peso semejante, pero con 3 veces menos potencia, así que la diferencia con mi día a día iba a ser tremenda. Si algo delataba a este 308 por fuera, eran los enormes frenos y las especiales llantas con neumáticos de perfil bajo junto a las siglas GTI en rojo.



Por dentro, nada más abrir la puerta ya te recibe el logo de Peugeot Sport en el umbral, para que sepas que si te atreves a cruzarla entras en sus dominios.



Y lo primero que te recibe son unos tremendos butacones, unos asientos con un diseño agresivo y deportivo que te siguen advirtiendo de que no estás al volante de un 308 más.



Si te acomodas en ellos, todo lo que rodean son superficies negras con pespuntes en rojo, una combinación de colores muy adecuada para un modelo de estas características, así como el magnífico pedalier metálico de buenas dimensiones.


El volante, achatado en su parte inferior, es pequeño y está muy bajo, lo cual te permite mirar los indicadores por encima del aro del volante, y no a través de él, como es lo usual. Éstos, por su parte, están justo en la base del parabrisas y te permiten consultarlos sin apartar prácticamente la vista de la carretera/circuito, lo cual en este modelo es un punto a favor ante la rapidez con la que todo se desplaza ante tus ojos. La verdad es que la postura es muy cómodo y natural, con los brazos pegados al torso y en una postura muy relajada pero que permite moverse con libertad.



Una curiosidad es el cuentarevoluciones, que gira al revés de lo habitual, al estilo de los Aston Martin. Y el detalle racing definitivo es el botón SPORT, que permite acentuar, si cabe, sus posibilidades, al cambiar el tacto del acelerador, amplificar la melodía del motor a través del equipo de sonido y cambiar la iluminación de blanco a rojo al tiempo que en la pantalla central se sustituye el dato de la velocidad por información sobre sobrealimentación y aceleración... muy espectacular, la verdad!. Lástima que entonces desaparecen los dígitos de la velocidad aunque los buenos pilotos lo que necesitan conocer son las revoluciones para moverse siempre en la zona buena del motor.


Primera Fase: el Slálom.

Después de escuchar a Rafa, nos tocó encarar nuestro primer reto del día. Para ir calentando motores, la cosa parecía fácil, pues se trataba de hacer un slálom, pasando primero por una fila de un único cono en subida y volviendo por otra con dos conos de anchura en bajada.




Para dar la vuelta, teníamos un círculo regado con agua permanentemente y debíamos completar todo el circuito en el menor tiempo posible.




El ejercicio se haría en 2 tandas, pues sólo había tres coches disponibles, los 2 GTI y el diésel SW. Me toca en el primer grupo, se reparten los coches y... ops, me adjudican el diésel! desilusión suprema! en verdad es un cochazo y se comportó de maravilla entre los conos, pero soy un pirado de la gasolina y la terminación GTI aporta un plus especial que me apetecía mucho probar. Aún así, a otro compañero de mi grupo le encantó la dinámica de la "rancherita", como él la definió, y no me tocó conducirlo más en el resto del día.

Así pues, empezamos a hacer manos mientras por radio Rafa nos iba corrigiendo según cometíamos errores: "gira más rápido" "frena ahora" "acelera!"... Como novatos que éramos, algún cono salió volando mientras ajustábamos nuestras trayectorias. La primera parte, en subida y con giros amplios, era relativamente fácil, pero la de vuelta, en bajada y con anchura doble de conos, era otra historia; en un exceso de optimismo por mi parte, bloqueé ruedas en una frenada y me fuí recto saltándome un giro. No pude evitar pensar en Chema, que durante el briefing nos recordaba que los neumáticos pueden gestionar fuerzas laterales y transversales, pero no las dos a la vez, lo cual nos llevaba a situaciones como las que yo acababa de vivir. Pura física aplicada!.



Segunda Fase: el test del Alce.

No eran exactamente las condiciones del famoso test nórdico, pero sí muy semejantes. En este caso, consistía en acelerar hasta las 70 km/h en linea recta y esquivar violentamente a la izquierda, sin frenar, unos conos que tenías delante tuyo. A continuación, tenías que intentar volver a la derecha para acabar el ejercicio saliendo entre 2 conos que se encontraban unos metros más adelante; y digo "intentar", porque el coche se desestabilizaba de lo lindo y se trababa de intentar recuperar el control a base de volante. Y, para hacerlo más divertido, sin el control de estabilidad electrónico conectado...




Y nos resultó casi imposible. Pasada tras pasada los trompos se sucedían y todos acabábamos, en mayor o menor medida, frenando donde y cómo podíamos, aunque el objetivo era pasar limpiamente por la zona. Alguna vez conseguimos recuperar el control in extremis después de varios bandazos pero la tónica era acabar con el coche cruzado en la pista; en una ocasión, un compañero cruzó los conos de la salida del recorrido... marcha atrás! mientras el resto comentábamos entre risas aquello de que "cada cual aparca como quiere". Incluso algún participante no logró desestabilizar el coche a voluntad al no girar con suficiente brusquedad, pero es que había que verse allí, con los conos al frente, acelerando a fondo y sabiendo que tenías todos los números para acabar girando el volante como loco sin sacar nada en claro.






Para que notáramos la diferencia, en la última pasada activamos el ESP y la cosa cambió como de la noche al día: pese a desestabilizar el coche con violencia en el primer cambio de trayectoria, al segundo volantazo notabas cómo el coche tendía por, sí solo, a recuperar la linea recta. Sobre esto, Rafa nos hacía ver que tuviéramos en cuenta que no circulábamos a 120, 100 o ni siquiera 80 km/h y lo peligroso que podía ser si nos encontrábamos en una situación parecida en una carretera... realmente fue lo más impactante, al menos para mí, del día: constatar lo poco que sabemos sobre cómo controlar nuestros vehículos y la importancia de los sistemas electrónicos de seguridad actuales. Y no sirve escudarse en que llevas muchos años conduciendo -yo llevo unos 25-: si algo no se aprende correctamente, es imposible aplicarlo.

No pude evitar bajarme del coche pensando en que mi coche particular no tiene ESP y que más me valía haber aprendido una valiosa lección...



Tercera Fase: frenada y esquiva.

Después de las sacudidas de la anterior prueba, lo venía a continuación era, en comparación, hasta fácil, aunque es curioso comprobar como todo se puede complicar en esta vida hasta el infinito. La cosa consistía en acelerar hasta los 60 km/h y frenar sobre una superficie deslizante esquivando, nuevamente, un obstáculo frente a nosotros desplazándonos hacia la izquierda hasta dejar el coche detenido totalmente.


Después de los bandazos de la prueba anterior, resultaba incluso tranquilizante, pero nunca es buena idea relajarse demasiado al volante. Así pues, acelero a fondo, freno y giro intentando esquivar los conos blancos; lo consigo, aunque por la mínima. Rafa me recuerda por radio que no debo girar tanto el volante: tengo la mala costumbre de dar demasiado giro y es casi imposible que el coche vaya por donde yo quiero en esas circunstancias. Me recomienda, pues, que gire sólo media vuelta; así lo hago en la siguiente intentona y consigo una frenada perfecta. Prueba superada!





Cuarta Fase: la lágrima.

Bueno, en verdad esta parte del programa no se llamaba así. Consistía en dar, en primer lugar, una única vuelta a un pequeño circuito con esta forma a la máxima velocidad que fuéramos capaces, y de ahí se me ocurrió bautizarla de esta manera, aunque también se podría entender como las lágrimas que íbamos a soltar al acabar el día y dejar allí los coches, pero eso ya es harina de otro costal.




Tras la intentona, Rafa y Chema nos reunieron en la parte interior de la curva para explicarnos la forma correcta de pasarla lo más rápido posible: los conos de distinto tamaño daban la clave para la trazada correcta, pues bastaba con ir apuntando hacia ellos con el volante para lograr la máxima velocidad. Chema nos recordó, como llevaba haciendo todo el día, que frenar no es ninguna deshonra y que aquí era básico para lograr luego una buena salida.

Y de nuevo a los coches, a intentar mejorar nuestra primera actuación ahora que conocíamos el truco: acelerar a fondo, frenar a conciencia, girar y volver a acelerar al divisar la salida de la curva.




Quinta Fase: el circuito.

Y con esto, dábamos por finalizado el curso y nos tocaba graduarnos. Y qué mejor trabajo de fin de carrera que hacer unas tandas en el circuito aplicando lo aprendido sobre frenada y trazada?. Vuelta a los coches y en cinco minutos estábamos sobre el asfalto, con todo el Jarama para nosotros solos pues había un descanso en la experiencia Peugeot #Buscamos pilotos.


Ante de empezar Rafa y Chema nos explicaron cual iba a ser la dinámica de las tandas. Ellos harían de liebre en el SW y nosotros cinco les seguiríamos, cada uno en un GTI, con comunicación por radio en todo momento. Estaba prohibido adelantar y nos recomendaban no quedarnos demasiado descolgados, aprovechando las rectas para recuperar si nos veíamos apurados en las curvas; Chema nos recordó que era un circuito exigente y que la idea era divertirse y no pasar un mal rato, así que era mejor mantener un ritmo adecuado para cada uno de nosotros que tomar demasiados riesgos. Igualmente, nos comentó que el primer coche de la fila, al seguirles a ellos directamente, seguía una trazada correcta, el segundo aceptable, el tercero hacía lo que podía y el último ya iba totalmente por libre; por eso, cada vez que pasáramos por recta el primer coche se saldría de la fila a la izquierda para que todos lo adelantaran y cada uno de nosotros podría hacer alguna vuelta en las mejores condiciones. Antes de empezar las tandas, y aprovechando que estábamos solos, daríamos un par de pasadas a bajar velocidad hasta la curva de Farina y volver para ir reconociendo el circuito antes de empezar a correr de verdad.
Haríamos unas 4 tandas de 3 vueltas cada una aproximadamente, parando entre unas y otras para refrigerar mecánicas y frenos e intercambiar impresiones. Y, por último, sobretodo nos instó a no desconectar el ESP, como habíamos hecho durante el cursillo anterior.

Y allí estaba yo, dentro de mi GTI azul -el último de la fila, para más INRI-, a las 3 de la tarde un soleado día de invierno sudando la gota gorda, en parte por la hora y en parte por la tensión del momento, y, aunque en el selfie salgo sonriente, es esa media sonrisa entre "esto va a ser genial" y "cómo lo hago para meterme siempre en estos fregaos"?.


Con el coche en modo SPORT para disfrutar al máximo, salimos de boxes y encaramos la primera curva del circuito. Como nunca había estado antes por allí, la semana anterior me había dedicado a memorizar el circuito y a empaparme de vueltas en Youtube en primera persona al trazado para no ir demasiado vendido: derecha amplia, derecha suave busca vértice, izquierda cerrada, derecha muy cerrada, izquierda suave acelera en rasante... tras los primeros compases de prueba, encaramos la recta y ahora sí, toca correr de verdad. Me alegro de haber hecho los deberes, pues al ir el último, mis trazadas son de fantasía pura y me defiendo como puedo. Suerte de la increíble frenada y estabilidad del coche porque sino estaría aún más perdido.

Al pasar por recta de tribunas el primer coche se sale de la fila, pero se confunde y se coloca delante mío, por lo que me ordenan que le adelante... qué sensación! me creo un piloto de carreras! basta con acelerar a fondo y le paso como una exhalación, y aunque había recibido "órdenes de equipo" para dejarse pasar, me creo un Alonso cualquiera. En el siguiente paso por meta, otro compañero se aparta en una bonita coreografía de coches y recupero otro puesto. Me voy sintiendo a gusto por momentos mientras voy anticipándome mentalmente a cada curva y aprovecho las rectas para pisarle a gusto; de reojo veo que pasamos ante los boxes a 180 y me acuerdo de un amigo que me comentó que no le parecía demasiado rápido tratándose de un circuito de carreras... a lo que le respondí que no lo era cuando vas por una autopista; en cambio, en el circuito, cuando ves la curva allí abajo acercándose no es tan fácil mantener el pie derecho a fondo.





Entre el calor que hace y mis propios nervios, noto que empiezo a agotarme por momentos, así que agradezco la parada para comentar la jugada. Nos dicen por radio que no pongamos el freno de mano -imagino que para evitar que las pinzas se suelden a los discos- y nos bajamos de los coches. Se me ocurre ponerme al lado de la rueda delantera y a los pocos segundos tengo que apartarme: es como estar al lado de un horno abierto! lo que aguantan estos coches, siendo de estricta serie, no está en los escritos...

Empezamos a comentar la jugada, y vemos entonces lo heterogéneo que es nuestro grupo: desde un compañero que suele hacer tandas allí y que afirma que "va frenando" hasta otro con una clara tendencia a quedarse atrás y que en una curva se saldrá levemente.

Vuelta a los coches y por fin me toca rodar tras los instructores. Y ahí es cuando destapo el tarro de las esencias: siguiendo su perfecta trazada qué fácil es todo! ya no se me acumula el trabajo en las curvas y puedo salir acelerando a placer de éstas, mientras el cuadro se convierte en una feria de luces de alarma y noto cómo el volante da sacudidas mientras el diferencial Torsen hace su trabajo; sin él, seguro que yo también hubiera acabado fuera del circuito a las primeras de cambio a esas velocidades. Aún así, me tengo que concentrar y sudo lo mío para no perder comba con el SW, pero veo con satisfacción que les sigo el ritmo, aunque yo voy al límite y seguro que ellos van con un brazo apoyado en el marco de la puerta y charlando... en fin, cada uno disfruta a su nivel!.

Y como todo lo bueno se termina acabando, nos indican por radio que las tandas han llegado a su fin y que debemos volver a boxes.

Pero como decía Super-Ratón: No se vayan todavía, aún hay más!.


Bonus track: la coctelera.

En ese momento Silvia nos anunció que nos tenían reservada una sorpresa: un par de vueltas al circuito como acompañantes de un un piloto de rally! aprovechando que por allí rondaban Jose Antonio "cohete" Suárez y Pepe López, nos íbamos a enterar de lo que es conducir rápido de verdad y uno u otro nos darían un paseo racing por el Jarama.

Me tocó en el segundo turno, en el coche de Suárez, y algo me tenía que haber imaginado cuando, a los pocos segundos de salir, ya estaban pasando por la recta a la velocidad del AVE tras haber completado la primera vuelta y poco más tarde ya estaban parando en boxes para recogernos. Porque los dos giros fueron absolutamente a tope, con el marcador a 250 y a fondo al pasar por la tribuna. Pero es que en el resto del circuito no aflojó en absoluto: mi sorpresa fue mayúscula cuando, al llegar a la primera curva, José Antonio clavó el pie en el freno como si se le hubiera cruzado un niño y casi me como el asiento del acompañante, y aceleró de nuevo a fondo para encarar la curva sin soltar gas en ningún momento, haciendo que me inclinara como la torre de Pisa. Increíble. Eso es conducir y lo demás son gaitas. Grabé un pequeño vídeo de la vuelta y si es interesante es por 3 cosas: por el sonido del motor, por el chirrido de los neumáticos y por la tranquilidad que emana el "cohete", charlando tranquilamente y manejando el volante sin apenas despeinarse...




Aún con las piernas temblando me bajé de la coctelera en que se había convertido el 308 y asistimos a la entrega de diplomas conmemorativos, realizada por ambos pilotos. Genial! pues así completo mi particular trío de ases junto a las fotos que ya tengo con un piloto de monoplazas (Jordi Gené) y un dakariano (Pep Vila).



Y como en Peugeot no se dejó nada al azar -gracias, Silvia!-, el día se remató con una comida en el restaurante del circuito, donde nos acompañaron estas 2 jóvenes promesas y con las que tuvimos ocasión de intercambiar ocasiones en el mejor sitio posible para charlar: sentados ante una mesa y entre plato y plato de comida.

El remate perfecto para un día perfecto.