miércoles, 19 de abril de 2017

El gigante checo - contacto Skoda Kodiaq





La plataforma MBQ va a pasar a la historia como una de las más versátiles de la historia del automóvil. No sólo es capaz de dar lugar a modelos más o menos semejantes (Audi A3/Golf/León), si no que es capaz de dar cabida a tres SUV's radicalmente distintos entre sí: el compacto y dinámico Seat Altea, el refinado Volkswagen Tiguan y este Skoda king-size. Tres modelos absolutamente diferentes entre ellos, con distinto caracter, tamaño (4.36, 4.48 y 4.70) y diseño, pese a ser, en el fondo, el mismo coche... sólo por eso, mi admiración para el grupo VAG.

En su forma exterior, Skoda sigue apostando por el estilo elegante y clásico que le confieren las superficies planas y facetadas, de aristas cortantes: no en vano, su inspiración está en el distinguido cristal de Bohemia. Este aspecto resalta claramente en la acusada linea lateral/trasera y en cómo los rectos pilotos se encastran en la chapa.


En el frontal, destaca lo bien que se ha adaptado la calandra del fabricante checo a este nuevo tipo de vehículo y los faros anti-niebla situados a buena altura, justo debajo de los principales. En general, y visto de cerca, es innegable su aire Volkswagen, pero se le identifica rápidamente como un Skoda.



Al acercarnos y abrir la puerta, nos encontramos con la primera de las 30 ingeniosas soluciones (agrupadas en la filosofía Simply Clever) que Skoda suele incluir en sus modelos, tales como una rasqueta para la nieve adaptada a la tapa del depósito de gasolina, un guardaparagüas en las puertas o una simple pinza en un lateral del parabrisas para sujetar el cable del manos-libres. En este caso, se trata de un "salva-cantos", una pequeña pieza plástica que emerge de la puerta y se adapta al perfil para evitar que piquemos la chapa si golpeamos algo al entrar o salir del coche; es curioso comprobar como, al cerrarla, desaparece con rapidez unos centímetros antes de completar el recorrido.

El salpicadero muestra un diseño tan rotundo como su nombre, que evoca al oso kodiak.


Nuevamente, el aire de familia es innegable, pero aporta un extra de personalidad inequívoco que lo hace rápidamente reconocible y atractivo. Aunque la tendida parte inferior es de claro origen alemán, la simetría y horizontalidad que muestra, con las salidas de aire oblícuas envolviendo la pantalla táctil central, lo hacen distinto. Sorprende, además, la existencia de una doble guantera, la habitual inferior y una segunda, camuflada, que aparece al pivotar la plancha frontal frente al acompañante.


Obviamente, la calidad y los materiales empleados son de muy buena factura, prácticamente al nivel semi-premium del Tiguan. El espacio es soberbio y el buen tamaño de los asientos facilitan que cualquiera se encuentre cómodo al instante, ayudado, en este caso, por la excelente factura de los mismos al tratarse de una unidad de pruebas con equipamiento full-size. Siguiendo la receta alemana, el cuadro de mandos presenta la configuración "de toda la vida" de dos esferas con una pantalla central multifunción, aunque ésta también adaptada a las características de la marca. Así, incorporan una elegante franja gris y, lo más curioso, los números no están derechos, sino que siguen la forma curva de la esfera. Al principio, choca un poco, pero es fácil adaptarse.


Al pasar a la parte trasera, el ambiente sigue siendo igualmente bueno, con espacio más que suficiente y la posibilidad de montar 2 asientos extras en el maletero. Eso sí, la banqueta trasera está pensada para la comodidad de los pasajeros de los extremos, dejando el espacio justo para el central; si hasta el pionero Renault Scénic (http://theredstig.blogspot.com.es/2016/12/show-must-go-on-prueba-renault-scenic.html) se ha rendido a esta configuración, por algún motivo debe ser, pero llama la atención que, en verdad, sea un "seis plazas y medio". Por lo que respecta a los asientos extras, por su tamaño están pensados para niños o para realizar cortos trayectos de emergencia, tanto por espacio disponible para las piernas como por tamaño.


Pero si por algo ha destacado en los últimos tiempos Skoda es por el aprovechamiento que consigue del espacio y por los inmensos maleteros, con varios récords al respecto en su gama, y este Kodiaq no es la excepción... 650 litros de "cajón" que dan para mucho. Además, incorpora varios compartimentos con tapa para guardar objetos, incluido uno específico para la tapa enrollable, y aún usando los asientos auxiliares, quedarán 270 razonables litros. Nuevamente, muy bien, al nivel de un monovolumen grande (el Kodiak mide 4,70 metros).

La unidad disponible era la TDi  4x4 de 150 cv y cambio automático DSG de 7 velocidades.



Al poner el motor en marcha, sorprende rápidamente por lo silencioso que es: cuesta, incluso, identificarlo como diesel,e igual sucede con las vibraciones, casi equivalentes a las de un gasolina. A los pocos metros de rodar, lo segundo que notas es lo elevada que es la calidad de marcha: el grupo VAG parece que ha tomado como seña de identidad que sus coches rueden con gran aplomo y calidad y este Skoda pisa el suelo con firmeza. Desconcierta un poco lo poco precisa que es la dirección, con mucho juego en su punto central, pero según me comentó el técnico que me acompañó durante la prueba de conducción, es inteligente y se endurece y afina al subir la velocidad.

Sea por la capacidad de filtración de las suspensiones o por el elevado peso del conjunto (1.789 kg), la respuesta del motor no me pareció tan explosiva de como la recordaba cuando lo probé en el Ateca (http://theredstig.blogspot.com.es/2016/11/el-sportisuv-prueba-seat-ateca.html). En este caso, es suficiente para mover esta mole con eficiencia y celeridad pero siempre con reacciones relajadas. Incluso el cambio automático se alía para conseguir esta sensación: aunque dispone de los típicos modos Sport, Normal, Eco... etc., no me pareció que la respuesta variara sensiblemente; es más, dispone de pulsadores en el volante para subir y bajar de marcha manualmente, pero su respuesta es bastante lenta. En vez de levas, monta botones, y casi puedes notar cómo la orden viaja por dentro del cableado hasta que la orden se ejecuta... curiosamente, al actuar directamente sobre la palanca la respuesta es mucho más rápida.

Pero como he dicho, la majestuosidad con la que se mueve hace que te olvides de utilizar el accionamiento manual. Es mucho mejor dejarlo en automático puro y centrarte en dominar la carretera desde la cómoda atalaya que te ofrece.

En definitiva, se trata de un vehículo redondo, al que pocas pegas pueden achacársele. Estable, cómodo, amplio, práctico... al volante no esconde su tamaño, eres consciente en todo momento de lo que llevas entre manos y no tiene sentido buscar cualquier atisbo de deportividad o agilidad en sus reacciones: podría decirse que es un monovolumen disfrazado de SUV y esto es justo lo que transmite.  Por menos de 30.000€ en diesel -o de 26.000 si no te asusta montar un gasolina-, tienes un hueco donde guardarlo y buscas espacio y elevada calidad, es una opción más que recomendable.




martes, 4 de abril de 2017

The fast and the furious - Barcelona RX '17.






Aunque sólo han pasado seis meses desde que el Fia World RallyCross Championship hizo las delicias de los aficionados en Montmeló, este fin de semana pasado hemos tenido otra ración de este apetitoso plato que es la BarcelonaRX, cita ineludible desde ya para todos los aficionados a los derrapes desaforados. Gracias al suministrador oficial de neumáticos, Cooper, (https://www.facebook.com/NeumaticosCooper/?fref=ts) he tenido la oportunidad de pasarme un par de días enteros por el Circuit, disfrutando de las posibilidades que ofrece al público este certamen.

Reconozco que, como aún tenía en mente bastante presente la carrera del año pasado, pensaba que no me iba a impactar tanto; craso error, pues los organizadores se lo han montado para, manteniendo la esencia, dar los suficientes alicientes para atraer cada vez a más espectadores.

Así, en esta ocasión, únicamente había tres categorías en juego: Touring Car, Euro RX y World Rx,En el primero, se trata de vehículos de hasta 2 litros y tracción trasera, mientras que los dos restantes se juegan con estas pequeñas balas disfrazadas de coches de producción y que pasan por ser los vehículos más rápidos del mundo: de cero a 100 en 1,9 segundos! además, rondan los 600 c.v., tienen tracción a las 4 ruedas y no disponen de ningún tipo de ayuda electrónica, por lo que la pericia del piloto es fundamental...


Las carreras son cortas, de 4, 5 ó 6 vueltas y todos salen desde primera fila, aunque el que consigue la pole lo hace por la izquierda, lugar más favorable pues la primera curva es hacia ese lado. Es decir, que cada 10-15 minutos asistes a un mini-gran premio lleno de emoción y velocidad, en el que los adelantamientos se suceden por los lugares más inverosímiles.


Pero la estrategia también tiene su peso, pues en una ocasión como mínimo debe hacerse la vuelta Joker, que consta de algunos metros más, pero que da la ventaja de salir con más velocidad que el que hace la vuelta normal, con lo que no está claro quién acabará delante hasta el último momento... para decidir el mejor momento para hacerla, los pilotos cuenta con un copiloto virtual, que por radio les va informando.


Pero en esta disciplina, lo que sucede en la pista es sólo el 50% de la diversión, pues el paddock está abierto y es posible deambular entre las instalaciones de los equipos para vivirlo lo más cerca posible.


Así, los participantes vienen y van por los pasillos entre el público y ves a los mecánicos trabajar sobre los coches prácticamente desde detrás de su hombro. Algunas marcas instalan simuladores de conducción, la bebida energética Monster regala bebidas y el ambiente es de mucha cercanía con los competidores.


Evidentemente, el premio gordo es "cazar" la foto o el autógrafo de alguno de los pilotos estrella (Loeb, Block, Solberg, Ekkstrom...), y no es del todo difícil, con un poco de suerte y atrevimiento, pues en general son bastante accesibles. Por ejemplo, al pasar por el stand de Volkswagen, me encontré con que el copiloto más famoso de todos los tiempos, Luis Moya, estaba dando una master-clas a un grupo de afortunados que tenían pase, pero estaban allí mismo, en una zona descubierta y al alcance de todo el mundo, por lo que no pude acodarme en la valla para escucharle ensimismado. Cuando acabó la charla, no dudó en acercarse para fotografiarse y atender a todos los que estábamos por allí... tío majo donde los haya!


Y si no, aún tenías la opción de esperar a la sesión de autógrafos con los pilotos -que, por cierto, se realizaba en el stand de Coopertires- o acercarte a las sesiones que organizaba Monster en la Fan Zone, donde se repartían fotos autografiadas y camisetas con un cañón. En esta zona, además, encontrabas zonas de restauración -a base de bocatas y hamburguesas a un precio razonable-, patrocinadores y expositores variados.



Cuando llegué el sábado, todo hacía indicar que el día iba a ser complicado, por lo menos en lo referente a la climatología, pues hacía frío y el día estaba nublado. Y así fue: al poco rato estaba lloviendo, por lo que tocó echar mano de paragüas y chubasqueros y olvidarse de sentarse en los empapados asientos de las gradas.


Pero aquí las carreras no se paran por este "pequeño detalle", así que al espectáculo se sumaron las pantallas de agua que se levantaban, sobretodo en la salida.


Aquí, los Supercars mantuvieron el tipo, gracias a su tracción 4x4, pero los Touring, al ser sólo de tracción trasera, lo tuvieron bastante más complicado para mantenerse sobre la pista. Por si no lo he comentado, la superficie es 60% asfalto y 40% tierra; si en seco ya hay diferencias de grip, en mojado la diferencia era brutal y los Touring convertían el primer contacto con la zona terrosa en un auténtico Demolition Derby, con varios coches rebotando contra las protecciones en la primera curva.


El domingo, en cambio, el día apareció radiante y soleado, por lo que se pudo disfrutar sin trabas de cómo los Touring completaban el primer sector prácticamente en un derrape contínuo y con las ruedas delanteras haciendo el mínimo contacto con el asfalto. Aunque los Ford Fiesta, Peugeot 208 y Citroën DS3 eran legión, en esta categoría encontrabas otros modelos más exóticos, como un Mazda Rx8, un Volvo V40 (que sonaba como un Muscle Car) o un Ibiza, que consiguió colarse en la final.



En la categoría reina, por su parte, además del trío habitual, podías deleitarte con los Volkswagen Polo y Beetle, los impactantes Ford Focus y el coche ganador, el Audi A1 de Mattias Ekstrom. Debido a su potencia, éstos completaban la vuelta al circuito en menos de 1 minuto, con las 4 ruedas patinando a la vez y regalando momentos como el que se dió en la final, donde 4 coches entraron resbalando en la última curva en perfecta formación... y sin tocarse entre ellos!.



Como guinda al fin de semana e, intercalándose con las carreras, saltaban al circuito los Legend Rally Cars, los monstruos de tiempos remotos que difícilmente se dejan ver -y escuchar- fuera de los museos.


Varios Renault 5 maxi turbo, BMW M3, Opel Kadett, Peugeot 205 grupo B (ex-Ari Vatanen!), Mitsubishi Lancer, Seat Córdoba WRC... todos rodando a la vez y no precisamente de paseo, pues alguno se marcaba unas cruzadas de infarto sin ningún miramiento!.


En definitiva, mucho por ver, mucho por hacer y sobretodo, mucho por disfrutar por una entrada a un precio más que razonable.