jueves, 20 de agosto de 2020

It's hammer time! - contacto Mercedes GLA



Gracias a una promoción del concesionario Mercedes-Benz Autolica Barcelona he tenido la oportunidad de realizar una prueba exprés del nuevo GLA  que, como no podía ser de otra manera, se ha convertido en toda una experiencia estrella tanto dentro como fuera del coche, debido a la clase de conducción deportiva que me dio mi acompañante en esta ocasión (gracias, Albert!) por un lado y a la muy interesante conversación sobre la marca de Stuttgart que tuve la ocasión de mantener con la responsable de Mk/comunicación (gracias, Elisabeth!).




Para la prueba podía elegir entre el dinámico GLA o el más familiar GLB... imagino que no hace falta decir cuál elegí, verdad? 😉 Además, tengo que reconocer que le tenía muchas ganas a este nuevo Mercedes que, pese a derivar también del compacto Clase A al igual que sucedía en la anterior generación (primero de la segunda temporada, por decirlo así y que ya pude probar en su día), muestra una diferenciación mucho más acusada. De hecho, por concepto y soluciones empleadas, el anterior GLA estaba más cerca de ser una versión tipo all-road del turismo original que de un modelo aislado en sí lo cual no sucede en esta versión 2020.



Este GLA mantiene su compacidad (4,40 metros, la medida podríamos decir standard en su segmento), pero crece 3 cm a lo ancho y, ni más ni menos, que 10 a lo alto, lo cual le confiere una imagen mucho más poderosa e impactante. Esto le hace ganar 15 litros de maletero, pasando de 420 a 435 litros, lo normal para su longitud, pero le permite obtener unas plazas traseras con una distancia inusual en la zona de las piernas y a la altura de la cabeza. Dicho sea de paso, aquellos que necesiten maletero de verdad o la necesidad de utilizar hasta siete plazas, tienen a su disposición el otro derivado del Clase A, el GLB, incluso más habitable gracias a su mayor longitud y diseño más cuadradote.

 
Pero el GLA que he podido disfrutar brevemente (sólo una hora pero qué intensa!) está hecho de otra pasta y llama la atención del conductor que gusta de un modelo con una dinámica potenciada, exacerbada por el extra de deportividad visual que ofrece la terminación AMG Line. 




De esta manera, las llantas negras de radios con neumáticos de perfil bajo conjugan con el acabado interior tipo fibra de carbono, los pedales metálicos perforados, las costuras rojas o los magníficos asientos deportivos, duros, de los que sujetan el cuerpo de verdad. 



Posiblemente estemos ante el interior más impactante que se ha lanzado comercialmente en los últimos años en cualquier marca. Si el anterior Clase A creó controversia por situar la pantalla central en una posición tan dominante, el actual sublima esta idea, al estilo de "no quieres caldo? dos tazas!". Así, toma el concepto del Clase S de las dos pantallas unidas y lo lleva al límite, sacándolas del salpicadero y colocándolas encima, como si fueran dos tablets sobre una mesa de diseño. Esta duplicidad hace que las posibilidades de personalización a la hora de ofrecer la información sean casi infinitas, realmente hubiera necesitado mucho más tiempo para explorar todos los menús y sub-menús en profundidad. 



El efecto estético es insuperable, totalmente tecnológico, al relegar los pocos pulsadores físicos a una fina y discreta línea bajo los enormes y super-estilosos aireadores, que, dicho sea de paso, tienen un tacto sedoso y refinado e incluso cambian de color junto al resto del habitáculo al variar la luz ambiente. Sorprende el mimo que ha puesto Mercedes en este aspecto, dándoles una importancia inusual pero que contribuye a hacer el interior especial y espacial. Viendo los pequeños mandos allí abajo parece que su utilización será complicada... nada más lejos de la realidad, pues hay tantas alternativas disponibles que podrías llegar a jubilar el coche con estos botones aún limpios y relucientes como el primer día por el mínimo uso. Si tenemos en cuenta que la pantalla central es táctil, el volante incluye sendos botones que permiten gestionarlo todo y que el sitio donde debería ir la palanca de cambios ha sido ocupado también por otra superficie táctil todo empieza a cobrar sentido, si no fuera porque debemos sumar una posibilidad más de uso, la vocal que ofrece el sistema MBUX y que te permite dialogar con tu Mercedes con total naturalidad. La verdad es que supone un paso más en la relación humano/vehículo, pues basta con decir "Ey, Mercedes" para que te responda con una sensual "Si?" (sí, lo es), al tiempo que en la pantalla aparecen unas líneas de modulación al estilo de las que mostraban en "El coche fantástico" cada vez que hablaba KITT. Puedes pedirle directamente que suba o baje la temperatura de tu lado del habitáculo (tiene dos micros), que cambie la luz ambiente, que te lleve a casa con el navegador... o para mí la más divertida, pues si le dices que abra las persianas, descorre la cortinilla del techo solar!.

Mientras voy probando el sistema, salimos de la ciudad y empezamos la prueba dinámica, al llegar a una carretera poco concurrida de las que nos gustan a los drivers, con muchas curvas y rodeada de bosque. Albert me va dando indicaciones y consejos mientras enlaza giro tras giro hasta que llegamos a una zona donde poder hacer el cambio de piloto. Unas últimas indicaciones y me preparo para saltar al circuito... perdón, a la carretera, no sé en que estaría pensando...



Pero es que con esta vista es imposible no sentirse un poco Hamilton o Bottas, con la estrella en medio del volante, las levas del cambio automático, el colorido cuadro de mando, los sensores de las ruedas que informan hasta de la temperatura de las gomas... tengo la sensación de que sólo me falta escuchar las indicaciones de mi ingeniero de pista a través del pinganillo para completar el cuadro. El selector de marchas (automática de doble embrague, por supuesto) está integrado en la palanca derecha: basta con moverla hacia abajo y todo listo para salir al asfalto; le he pedido a Albert que me deje puesto el modo secuencial, pues aunque el sistema hace su trabajo a la perfección, soy de los que le gusta jugar con las palanquitas en este tipo de situaciones. Me aseguro de que no hay peligro y piso a fondo aprovechando la recta que tengo ante mí. El motor es "sólo" un gasolina de 1,33 litros y cuatro cilindros, pero que proporciona 163 caballos; pueden parecer ajustados para los 1.485 kg que pesa, pero a fe mía que los exprime hasta la cola del último de ellos. Esto hace que salga muy rápido, no catapultado, en parte por su corta cilindrada que limita la pegada y en parte por que su excepcional chasis (preparado para llegar a soportar los 421 del AMG 45S) hace que las sensaciones se diluyan; aquí va bien afinar el oído, pues te da una indicación de lo rápido que están subiendo las revoluciones -como silba el turbo!- y te regala los sentidos con unas sonoras reducciones al bajar marchas. Voy gestionando curvas suaves con leves giros del volante y a base de acelerador y freno hasta que me encuentro ante una chicane y por un segundo todo cambiar a mi alrededor: desaparecen los árboles, surgen unos pianos blancos y rojos del suelo, unas gradas emergen detrás... me siento transportado a  Montmelo!.

 
Parpadeo y todo vuelve a ser normal, así que aprovecharé para probar la agilidad del GLA, que pasa la prueba con nota, demostrando una cintura y agilidad envidiables. El tren trasero tiene vida propia y parece dar un pequeño salto en cada cambio de dirección para ayudar al coche a meterse en la trayectoria. Es como cuando ves a un practicante de parkour sobrepasar cualquier obstáculo a base de un par de calculados movimientos: dos golpes de volante y la chicane queda atrás. Aunque el recorrido parece más un circuito de karting por lo ratonero que es casi no tengo tiempo de disfrutar las marchas arriba, por lo que aprovecho otra pequeña recta para apurar un poco más. Llego al punto de frenada y caigo en la cuenta que me he despistado y no sé en que marcha voy!. Le pregunto a Albert y me señala un pequeño M4 en la zona inferior -seguro que puede configurarse más grande pero ahora no estoy por la labor-, reduzco y me echo encima del pedal de freno para parar el coche a la vez que giro sin siquiera notar un atisbo de bloqueo de ruedas. Al final he entrado con una relación demasiado alta, pero el motor tira con lo que sea, y el cambio reduce marchas por mí, así que no es problema. La siguiente curva a izquierdas es muy cerrada y en bajada -Albert me avisa con antelación-, así que toca manotear sobre el volante un poco más y éste gira con rapidez y sin esfuerzo alguno, aunque aquí me hubiera gustado encontrar un punto más de resistencia. De nuevo el escenario cambia ante mis ojos, vuelven a surgir los pianos pero ahora junto a un lujoso hotel monegasco con el mar al fondo: no falla, estoy en la curva Loews.



Vuelvo a mi cuerpo justo a tiempo de frenar ante la señal de STOP que me indica que la parte divertida ha llegado a su fin. La vida no siempre puede ser tan genial y así comprobaré que tal le va al GLA el desenvolverse por la jungla urbana, por lo que toco el pulsador metálico situado abajo, donde estaría habitualmente la palanca de cambios y lo cambio de Sport a Comfort. Tal y como lo selecciono, las revoluciones del motor bajan y la dirección cambia la asistencia, aunque no soy capaz de notar la diferencia, a lo que Albert me comenta que es más notable a medida que sube la velocidad. Si esta unidad montara la suspensión activa también notaría cambios en su dureza, aunque el equilibrio que muestra per se es impagable, pues aunque consigue hacerte notar con claridad la carretera mantiene esa comodidad bucólica que define a la marca de la estrella y que encontramos al máximo nivel en modelos como el Clase S o el eléctrico EQC.



Mientras callejeo aprovecho para inspeccionar a gusto los mandos del volante y cambio el tipo de presentación, sitúo el navegador frente a mí o en una esfera lateral... etc. Caigo entonces en la cuenta que los dos "pulsadores" negros del volante no son tal, pues no se presionan, basta con deslizar el dedo sobre ellos para que reaccionen, y son tan sensibles que a veces me paso de frenada al intentar seleccionar una opción. Albert aprovecha para mostrarme otro de esos gadgets que impactan: el navegador con realidad aumentada. Como puedo verse en la foto, toma la vista ante tí y la proyecta con las indicaciones a seguir sobre la imagen real. Puede parecer un tema baladí, pero al evitar distracciones y dudas al circular supone otro aportación a la seguridad de una marca que siempre se ha distinguido en este aspecto, con innovaciones históricas como el airbag o el ABS.


Cuando llegamos al concesionario (Box,Box,Box!) no tengo más remedio que devolver el coche, el peor momento de la tarde. Conducir un Mercedes siempre es algo digno de vivir y de explicar y que no deja indiferente pues siempre, siempre, aporta algo nuevo.

Ya se sabe, The best or nothing.




Y hasta aquí esta trepidante entrada. En breve, más sensaciones al volante!.