miércoles, 11 de enero de 2017

La gran pegatina - tanda solidaria en Montmeló







Dice una ley no escrita que, para que un coche pueda lucir una pegatina con el contorno de algún circuito (Montmeló, el Jarama, Spa, Nurburgring...), es necesario que haya metido las 4 ruedas en él en algún momento de su vida. Para qué nos vamos a engañar, a mí me hacía mucha gracia decorar mi coche con el trazado del circuito de Montmeló, pero habida cuenta del tipo de coche que es -un C-Max de gasolina 1.6 de 100 ponys de la marca Ford- no era plan apuntarse a una de esas tandas que es posible contratar para exprimir a fondo la mecánica y quedarse sin ruedas en 1 día de desenfreno.


Pero como dice mi mujer, dinero no tendremos... pero recursos los que quieras!, así que aproveché la jornada de la Marathon de TV3 para apuntarme a las vueltas solidarias, que, por 25€, me permitía llevar a la familia de excursión, contribuir a una buena causa y, evidentemente, ganar para mi monovolumen el derecho a lucir la ansiada pegatina -junto a la de "I'M THE STIG"-. Además, intento no perder ninguna oportunidad para "colarme" en el Circuit desde que lo probé hace ya algunos años a los mando de un KTM X-Bow http://theredstig.blogspot.com.es/2015/12/mi-primera-vez.html. o haber probado allí todo un Lamborghini.

Así, pues, la tarde de un soleado domingo nos plantamos los 3 en el circuito imbuidos del "animus iocandi" que nos caracteriza, y doy fe de que nos echamos unas buenas risas...

Tal y como llegamos al parking, un poco despistados, la verdad, vimos a un chico con un chaleco verde con la leyenda ORGANIZACIÓN y nos dirigimos a él para preguntarle qué debíamos hacer a continuación. La respuesta nos dejó un tanto atónitos: "id tirando y alguien os indicará, ya se apañarán!", por lo que, sin bajarnos del coche, encaré un hueco entre las vallas que daba directo al lateral de la recta de tribunas. Al otro lado, una señora me indicó por señas que me pusiera en la fila de los coches que esperaban para hacer su tanda y cuando los ví, casi me da un vuelco el corazón: un novísimo Audi R8, plateado como una nave espacial, un amarillo chillón Lotus Sprit Turbo, un Porsche Boxter y un exclusivo Fort GT40... justo detrás del cual me tocó parar!.


Los 4 son grandes deportivos míticos, pero el caso del GT40 es especial: me parece que es el primero que veo en mi vida y difícilmente me volveré a cruzar con otro. Y yo allí, plantado físicamente a 2 metros con otro Ford pero a años luz conceptualmente de distancia. Ya estaba empezando a pensar que me había equivocado de hora, de tanda, de día o de planeta, pues nadie me había pedido el papel de la reserva, cuando siguieron llegando coches, mucho más terrenales, pero aún así muchos de ellos con algo especial: un Golf cabriolet de color rojo guindilla, un Golf I con especificaciones de circuito, un Clio igualmente tuneado y ya otros vehículos más mundanos que me aliviaron al ver que no iba tan despistado; simplemente, había tenido la mala-buena suerte de juntarme con varias joyas sobre ruedas que habían coincidido allí y junto a las que iba a tener el privilegio de rodar a su ritmo. O al menos, eso pensaba yo.




Cuando pareció que la cosa se animaba, volví al volante y no podía dejar de admirar la trasera del GT40... desde mi asiento, veía que con claridad que el punto más alto del bólido pintado de gris -dónde se habría dejado el color azul y las franjas blancas?- estaba más bajo que la base de mi parabrisas. No en vano, su nombre deriva de su altura exacta (40 pulgadas, un metro), tan bajito que las puertas se comen medio techo para poder meter la cabeza cuando te sumerges para poder ponerte a sus mandos.

Las tandas son mixtas, de coches y motos: las 2 ruedas pasan primero y forman un grupo delante del pelotón de coches, de ahí que estuviera un rato admirando el paisaje mientras las motos iban pasando hacia la pole. Cuando nos dieron el aviso de paso y los motores se pusieron en marcha, no pude evitar bajar la ventanilla para disfrutar a gusto del ronroneo del V8 de 5 litros del GT40, aunque ya lo notaba claramente hasta en los empastes al estar situado justo detrás de sus escapes.



Y entramos en la recta de boxes, avanzando hasta el mismísimo semáforo que marca el inicio de la entrada al trazado, aunque en éstas el Golf guindilla se me coló y se colocó entre el GT y yo... pero me pareció de buen samaritano dejarle disfrutar un poco de las vistas y no me lo tomé a mal.


Cuando sonó la sirena que indica la entrada a pistas de vehículos, la variada comitiva que formábamos nos incorporamos a la parte final de la recta de tribunas, con vistas a la chicane. Qué ancho es el circuito y que grandes las "eses"!. Por televisión parecen pequeñas, casi ni se vislumbran entre los monoplazas que la toman al asalto, pero a nuestro ritmo pausado pude advertir el buen tamaño que tienen.



Yo iba hablando como un descosido, explicando tal o cual cosa de las rectas y las curvas, cuando, al pasar la curva Repsol, veo como los 4 cochazos que llevo delante aprietan el acelerador y salen como cohetes hacia la curva Seat... se supone que no puedes pasar de 50 km/h y está prohibido competir, pero por jugar un poco tampoco pasa nada, no?. Ni corto ni perezoso, reduzco marchas, piso a fondo y me lanzo en pos del GT -el cabriolet estaba en ese momento a mi lado-... qué divertido! antes de llegar a las curvas 7 y 8 tengo que empezar a frenar, pero estos momentos me han sabido a gloria!. Imagino las risas que debo provocar en el Volkswagen y el Renault que me siguen, pero, como dijo Rhett en Lo que el viento se llevó "francamente, querida, me importa un bledo". Al llegar a la curva La Caixa, veo que el grupo se vuelve a estirar, momento que el Clio aprovecha para pasarme por el interior, mientros piso a fondo para negociar la zona del Estadi. Nos reagrupamos levemente y, antes de llegar a la recta de tribunas, nuevo acelerón para intentar no quedarme demasiado atrás, aunque el Golf tuneado me pasa sin esfuerzo.


Y ahí estoy, con mi mujer y mi hija, a 140 km/h conduciendo mi propio coche, donde este año pasaban con sus F1 pilotazos como Rosberg, Hamilton, Alonso... realmente, el que no se divierte, es por que no quiere!.

Como no llevo precisamente frenos de competición, aminoro y reduzco la velocidad con antelación, pues no sería plan llevarse por montera alguno de los caros coches que me preceden o acabar en la escapatoria de gravilla y me preparo para la segunda pasada a este fantástico circuito.

Al igual que en la primera vuelta, se suceden los acelerones y las curvas tomadas a "altas" velocidades: incluso aprovecho para rebasar entre carcajadas al Golf y volver a la estela de los tres tenores que encabezan el grupo, y así poder volver al punto de inicio de la tanda a su rebufo. Cuando cruzamos la valla de salida, un miembro de la organización aplaude y felicita el gesto de los allí reunidos,  los cuales le responden acelerando en vacío y haciendo rugir los motores. Cuando paso por su lado no puedo evitar hacer lo mismo, y el chico primero me mira extrañado y luego me vitorea entre risas... mi última gracieta del día!. Veo que mis tres amigos han aparcado cerca de otra leyenda, en este caso un Ford Mustang de última generación que también espera su turno para entrar a rodar.

Antes de salir del recinto , recuerdo que está permitido visitar las instalaciones y subimos a la terraza un rato para ver cómo los Ferraris de Fórmulat GT esperan clientes, pues también colaboran ofreciendo ese día un precio especial.




De bajada, advierto que hay más puertas abiertas y podemos entrar en la sala donde se hacen las ruedas de prensa, la zona de periodistas con múltiples monitores e, incluso, podemos plantarnos en el podio para hacernos una foto, aunque el lugar es tan mínimo que cuesta encontrar un buen encuadre -quien lo diría, viéndolo por la tele!-.



 Y así acabó este 2016 que, para mí, ha ido sobre ruedas: prácticamente cada mes he tenido la oportunidad de probar algún coche o conducir por sitios nuevos. Difícilmente lo superará el 2017, pero para este enero ya tengo reservada la prueba a fondo de una gran berlina y varios proyectos en lontananza...

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