miércoles, 20 de mayo de 2020

Érase un coche a un morro pegado - contacto Fiat Multipla





Como todos los blogs que se precien deben tener una entrada sobre el Fiat Múltipla, yo no voy a ser menos, aunque, para variar, voy a romper una lanza a su favor -pequeñita, eso sí-. Y es que, si ha habido un coche maltratado por el mercado pese a sus bondades, fue este representante de los monovolúmenes compactos que la marca italiana lanzó a finales del siglo pasado. Remontémonos pues a aquella época, cuando el temido efecto 2000, que amenazaba con bloquear todo los ordenadores, empezaba a estar en boca de todo el mundo. En materia de automoción, Renault, con su Scenic, había logrado un bombazo comercial similar al que Nissan, vía Qashqai, lograría una década después, Citroën tenía muy avanzado su versión low-cost con el Xsara Picasso y Opel daba los últimos retoques a otro modelo que crearía escuela, el Zafira, con sus dos mini-plazas escamoteables en el maletero. Nótese que son vehículos que, aún hoy día, siguen entre nosotros de una forma u otra, salvo el que nos ocupa, pues Fiat, fiel a su costumbre, tiró por su propia senda, lanzando un modelo de 6 asientos, recuperando el nombre de una versión del 600 de los años 60 (el 666 ya lo anticipaba todo)... y visto el resultado, cuesta creer que se la jugaran de nuevo al clonar la estética y el nombre con el actual 500, pero así son los italianos!.


Imagino que la idea era hacer un coche rompedor, pero se les fue la mano y ese frontal resultó insalvable. Aunque la idea es que evocara la imagen amigable de un delfín -según decían en la época-, se le nota demasiado que es el frontal de un Bravo con un añadido para hacerlo más alto. Lo curioso es que era una obra de arte de la ingeniería, pues se tuvo que desarrollar un avanzado sistema de construcción modular para lograr ese efecto y para conseguir un espacio interior tan excepcional, pues todos los órganos mecánicos iban situados en la parte inferior -a modo de patín- para poder acomodar a sus ocupantes en la superior. Y con el añadido de sumar seguridad, pues en caso de colisión, la mecánica pasaba por debajo de los asientos evitando causar daños mayores al pasaje.


En efecto, en tan sólo 4 metros (menos que el actual Clio!) encontrabas seis plazas idénticas, auténticas e individuales y un maletero de 400 litros... quién puede decir eso? nadie, ni entonces ni ahora, pues el Scénic montaba un asiento central trasero de juguete y el Picasso, directamente, los tres posteriores para niños...el truco, obviamente, residía en unos paneles laterales muy verticales y en una anchura que se acercaba a los 2 metros, aunque sólo un poco más que la de sus competidores de otras marcas.


Tengo que decir que, personalmente, el exterior no me desagrada del todo. Sí, es excéntrico, pero tiene personalidad, mucha, quizás demasiada, pero lo podría pasar. Lo que sí que no hubiera pasado por alto en ningún caso era el amorfo diseño del salpicadero... no tengo claro si parece que lo han diseñado a base de amontonar indicadores sin ton ni son o si es que al hacer el prototipo se les fundió por el calor de los focos al hacer las fotos y no se dieron cuenta hasta que fue demasiado tarde. El indicador principal era central, conforme a la moda de entonces, pero ese extraño bulto que hace las veces de aireador podría pasar por el hermano siamés de la película "Dónde te escondes, hermano?". El color gris tampoco ayudaba, pues daba una sensación de pobreza infinita y de muy baja calidad, aunque se compensara con lo alegre de los tapizados.


Al poco de su lanzamiento comercial tuve la ocasión de probarlo -sí, lo mío viene de lejos!-. Estaba dando un paseo por mi ciudad cuando vi un stand de la marca y me acerqué, con lo que me ofrecieron probarlo "sin compromiso"; hasta aquel momento no era muy partidario de este tipo de eventos, pues no tenía posibilidad ni intención de comprarlo y me sabe mal hacer perder el tiempo a la gente, pero al tratarse de una promoción del fabricante con personal de la marca, lo único que pretenden es que conozcas el producto, sin más, por aquello de que la mejor publicidad es la que te hacen sin que tengas que pagarla. Y la verdad es que el interior era de lo más agradable del mundo, pues el espacio y la luminosidad eran de las mejores del momento. Si entonces las marcas se esforzaban por conseguir que la parte baja del salpicadero estuviera libre de obstáculos -al revés de ahora, con la moda del cock-pit inclusivo- para poder cruzar el coche por dentro si hacía falta, en este Fiat era aún más importante esta limpieza al montar el asiento central.


El suelo 100% plano proporcionaba a todo el mundo la máxima comodidad y el mejor comfort: podría decirse que era un coche democrático e igualitario, pues no relegaba a ningún ocupante ocupara la plaza que ocupara. Nada más ponerte al volante, notabas que la conducción era alta, pero muy similar a un turismo gracias a su plataforma elevada (pues sí, tipo SUV), nada que ver con el primigenio Scénic, con su volante casi horizontal y sus pedales "de pisar", o el Citroën, también de postura harto vertical. Sorprendía lo cerca que tenías el cristal: ibas tan pegado que no habían tenido sitio ni para situar el apoyabrazos de la puerta y el tirador lo habían tenido que colocar muy adelantado, haciendo que sobresaliera un poco por encima de la linea de cintura. Quizás quedaba visualmente forzado, pero resultaba ingenioso.


Al mirar a la derecha era donde más notabas la anchura a que obligaban los tres asientos, pues el acompañante habitual quedaba allá lejos, más allá incluso de tu brazo estirado. Suerte que tuvieron la precaución de montar grandes retrovisores exteriores, porque si hubieran sido pequeños y de diseño (como los del Alfa 156 de entonces, por ejemplo), tendrían que haber proporcionado unos prismáticos para divisar las imágenes... También sorprendía lo cerca que quedaban todos los mandos, resultando excepcional la palanca de cambios, a pocos dedos del aro del volante.
Incluso en marcha sorprendía para bien. Los motores eran los 1.6 gasolina de 100 caballos o los reputados JTD de 100 ó 120, suficientes para los 1400 kilos que pesaba, pero su ventaja radicaba en su amplia base de sustentación: con las 4 ruedas bien situadas en los extremos, la altura extra resultaba inapreciable y lograba negociar los virajes más cerrados sin inclinaciones sospechosas. Lo peor era el tacto del cambio, gomoso y poco preciso, algo común a los Fiat de la época.


Vista la tibia acogida que tuvo por culpa de su narizota, la firma aprovechó el obligado restyling de mitad de vida comercial para hacerlo más semejante al resto de la gama y al resto del mundo, pero el mal ya estaba hecho, con lo que acabó por desaparecer en 2010, habiendo creado una controversia poco usual es este mundillo. Y aún así, Honda osó lanzar en 2004 otro modelo de 6 plazas -aunque con las dos centrales más estrechas- que tampoco acabó muy bien sus días allá por 2009... está claro que ese exceso de anchura crea unas proporciones poco habituales que nos hace chirriar el cerebro y no aceptamos. O quizás simplemente resulta que las familias-tipo de 4 integrantes piensan que no necesitan más, aunque luego sí que han dado por buenas las 2 auxiliares ocultas en el maletero como solución puntual. Quién sabe.


En fin, que se trataba de un vehículo de diseño inteligente y construcción avanzada, cómodo y  práctico pero de estética muy poco acertada: justo al revés que los actuales y triunfantes SUV. Como decía un profesor mío de economía "lo importante es que hablen de uno... aunque sea bien!", aunque de poco le sirvió al pobre Múltipla.

Descanse en paz.

Y hasta aquí esta nostálgica entrada. En breve, más sensaciones al volante en mi blog!.