Cómo me ponen las japonesas... las marcas de coches japonesas quiero decir, claro! La lista de las marcas del país del sol naciente que convierten la experiencia de conducir en algo más que desplazarse de un punto A a un punto B es de lujo: Mitsubishi, Subaru, la irreductible Suzuki, Honda (y su espacial y especial Civic)... hasta el maestro en TT's, Nissan, tiene al inclasificable GT-R y Toyota, marca equilibrada donde las haya, tiene al ... Subaru BR-Z! 😊.
Pero no nos desviemos del tema. La marca del motor rotativo vuelve a este blog por tercera vez, después de las entradas sobre el anterior Mazda3 y el MX-5 RF, para explicar qué tal se desenvuelve un modelo aún poco visto en por las carreteras y las calles españolas. Gracias a una promoción del Grupo R-Motion, su concesionario de Mataró, Mazda RomaKuruma, me ha ahorrado tener que esperar al cercano Automobile Barcelona (AKA Salón del Automóvil), al cederme uno para poder disfrutarlo un fin de semana. Gracias!
Nada más llegar al concesionario veo una unidad del 3 aparcado en doble fila... será el que me han reservado? espero que sí, pues el color se corresponde con este granate tan extendido en el SUV grande de la marca, el CX-5; aunque está marcado en su catálogo como Soul Red Crystal (madre mía, cuánta poesía!), a mí me gusta llamarlo, simplemente, Rojo Mazda. Y estoy de suerte, pues, aunque sólo sea un préstamo, es el tono que más me identifica... aunque mi vehículo personal sea azul cerámica...
Realmente, en diseño exterior, pocas pegas se le pueden poner. El estilo afilado que la marca lanzó con el 6 de 2013 sigue cosechando buenos frutos y cada nuevo vehículo no hace más que confirmar el buen ojo que tuvieron en su momento, con esta inusual combinación de superficies planas y abombadas que tan buen equilibrio consigue. El morro coronado por ese hocico chato, los hoyuelos en la parte baja del parachoques trasero, los pilotos traseros que parecen faros, la sólo insinuada línea de cintura en las puertas... son un conjunto de detalles que no deberían funcionar por separado pero que se integran a la perfección y logran un marcado efecto de dinamismo, respaldado por la sabia combinación de toques negros en faldones, difusores y spoiler. En este aspecto, me llamó mucho la atención dos estrías en la parte trasera del techo, como las que normalmente encontraríamos sobre el capó en otros coches. En otros, pero no en un Mazda!.
Si el exterior sugiere una imagen deportiva y baja, casi coupé, gracias a las ruedas situadas en los extremos y al generosísimo montante trasero -me extraña que no hayan optado por disimular el tirador en el marco- el interior sigue la tónica, con un salpicadero más próximo al que encontraríamos en un pequeño biplaza que en un compacto de 5 puertas.
Para empezar, su diseño separa claramente al conductor del acompañante, dotando a cada plaza casi de un compartimento distinto separadas por un amplio y mullido apoyabrazos. Empieza en lo alto, frente al piloto-conductor, que disfruta de dos salidas de aire propias y va disminuyendo en altura mientras se acerca al acompañante, que tiene sus propias toberas integradas en la franja intermedia. En el centro encontramos los mandos de climatización, también casi invisibles en el frontal; junto a la palanca de cambios residen el mando circular y los botones que controlan la pantalla superior -no, no es táctil- y los mandos de la radio.
La verdad es que el diseño del salpicadero causa una cierta extrañeza, aunque no está exento de atractivo, pues está realizado en dos partes: da la impresión de que primero se colocó la parte inferior y, al instalar la pantalla multifunción central, les pareció que quedaba demasiado desnuda y decidieron arroparla con otra pieza superior complementaria que hace también las veces de capilla del cuadro de mandos. Y un Bonus-Track! el volante no tiene la parte inferior innecesariamente achatada!
En cualquier caso me parece un acierto, pues rompe la usual atonía y simetría que caracterizaba a las marcas japonesas, con lo que han subsanado el que era, para mí, uno de sus pocos puntos flacos. Hay que añadir que también los materiales usados abandonan los espartanos y antaño habituales plásticos rígidos por amplias zonas acolchadas y superficies pulidas y lacadas que dan sensación de lujo y poderío.
Como decía, la pantalla se utiliza con el mando central y tengo que decir que su funcionamiento me ha parecido muy acertado: ya estaba acostumbrado a las tablet, pero este mando circular de tipo juego Bop-It (aprieta, gira, mueve!) me ha parecido incluso más cómodo de usar, pues apoyas todo el antebrazo y, a base de menús y sub-menús, llegas a regular múltiples aspectos del coche, bien auxiliado por un botón de Escape y tres de acceso directo a radio, navegador y pantalla principal.
Aunque al ponerse en marcha ofrece una animación con el símbolo de la marca, después se articula en base a estos 5 sencillos menús principales (Info, Entretenimiento, Comunicación, Navegación y Configuración); nuevamente, acostumbrado a espectaculares gráficos choca un poco de inicio, pero al final es lo más rápido de entender y lógico. Incluso el navegador, que se usa buscando las letras en un rosco a lo Pasapalabra para formar el nombre del destino, funciona mejor de lo que puede sugerir a priori.
Frente al conductor, encontramos tres esferas clásicas de agujas... o, al menos, eso parece a simple vista, porque la central tiene truco, al combinar el borde físico con el interior digital, aunque está tan bien realizado que es difícil notar la diferencia. Nuevamente, en contra de lo habitual, no se apabulla al conductor con múltiples opciones, pues sólo hay dos tipos de pantalla y la información a mostrar es sólo el consumo medio, el actual y la autonomía, aunque en cualquier momento puede cambiar automáticamente para mostrar los avisos importantes que el coche crea necesarios; en la segunda opción, la velocidad actual pasa a mostrarse con números y vemos una imagen de nuestro coche entre los carriles. Más sorprendente aún es encontrar en un lateral el olvidado botón TRIP que te permite cambiar entre el kilometraje total del coche y el parcial para dos conductores distintos: unos amantes de lo vintage, estos ingenieros de Mazda.
Cuando me pongo al volante, no puedo dejar de advertir lo baja que es la postura de conducción y lo retrasado que va el conductor, al más puro estilo DTM: ahora entiendo que la pantalla no sea táctil, pues sería imposible alcanzarla desde el asiento. Es de aquellos coches que tiene un rebaje en la zona de los pies y en los que el salpicadero te queda a la altura del pecho, con lo que a duras penas te asoma la cabeza por encima de la ventanilla lateral. Pero se está cómodo, muy cómodo y te sientes integrado con el coche. Incluso girar la cabeza para mirar por el retrovisor de la derecha es un gustazo, cuando observas cómo las molduras de la puerta ascienden para unirse a las del salpicadero por encima del altavoz de la marca Bose. Como no podía ser de otra manera, embrague y palanca de cambio son una absoluta delicia en su uso: firmes, de perfecto recorrido y tacto... cómo lo hacen?.
Mientras regulo el volante y el asiento -buen detalle: con ajuste de inclinación de la banqueta incluido-, veo que la esfera central parece latir, con unas ondulaciones que parten del centro y se expanden en todas direcciones, al estilo de las vibraciones que en Parque Jurásico avisaban de la llegada del T-Rex. Presiono el botón de inicio y todo se ilumina, mientras la palabra MAZDA3 aparece unos segundos en el centro de mi campo de visión. Al ralentí el motor es muy silencioso; bueno, de hecho lo es en toda circunstancia, de los más silenciosos que he probado últimamente. Se trata de un dos litros gasolina de 122 caballos con un consumo medio regulado de 5 litros (6 en mi recorrido ciudad/carretera/carretera-de-curvas-a-fondo); también existe un 1.8 diesel de 116 y, antes de final de año, se espera el revolucionario Skyactiv-x de 180, que promete conjuntar lo mejor de ambos mundos. Si tenemos en cuenta que este gasolina tiene un precio 2.000 más barato y sólo un litro más de consumo de combustible que su hermano de gasóleo y que, gracias a la hibridación suave, consigue la preciada etiqueta ECO, puede haber tortas para llevarse uno de éstos.
En efecto, ya no hará falta recurrir a un tranquilo Prius para poder circular sin limitaciones por las ciudades. Viendo como va este 3 suena a chiste que pueda compartir calificación con el Toyota en este aspecto, pero ahí está la pantalla que te informa de cómo se va cargando y descargando la batería según circulas y de en qué momentos te mueves a sólo dos cilindros o con consumos cero. A los pocos metros notas que nada se ha dejado al azar, pues el motor se para incluso antes de que dejen de girar las ruedas y se vuelve a poner en marcha no al pisar el embrague, si no al insertar la primera marcha: todo por arañar las máximas centésimas de combustible. En esta vida a todo se le puede dar la vuelta y Mazda usa la microhibridación como un KERS, pues no tiene fuerza para mover por sí solo el coche -las baterías tienen un tamaño mínimo-, y sí para dar más empuje al motor en las salidas. Y vaya si se nota. Actúa como un mini-turbo eléctrico y lo asiste claramente, con la ventaja de que su generosa cilindrada te permite notar al motor pleno de energía. En cualquier momento puedes pisar con decisión el enorme acelerador -de los que van anclado al suelo- para salir echando lechugas ipso-facto. Las revoluciones suben y suben y el motor no da síntomas de agotamiento, cambias por costumbre más que por necesidad. Probé a circular en sexta a 1.000 revoluciones y se deslizaba suave como la seda, sin tirones o tosecillas y, al demandar más velocidad, aún tenía reserva para ir acelerando... aunque no tenga mucho sentido hacer eso, claro, por que con lo que "engancha" usar esta palanca de cambios, tú me dirás...
También la dirección es de las que te ponen los dientes largos con recordarlo. Con sólo tres vueltas entre topes, puedes gestionar casi cualquier curva con un cuarto de giro y pasar curvas de 180 grados con medio giro de volante; vamos, que enlazar chicanes es un juego de niños, pese a obsequiarnos también con una precisión en linea recta inmejorable. Personalmente, para estas situaciones pediría que fuera ligeramente más rápida -soy así de tiquismiquis- y un tacto de freno más modulable, pues el pedal es de recorrido muy corto y duro, con lo que es fácil pasar del nada-a-todo en milímetros. Y respecto a lo primero, no sé hasta que punto tendrán responsabilidad los anchos y finos neumáticos de 18 pulgadas que montaba esta unidad... pero es que lucen tan bien en la carrocería!.
Entre curvas ayuda mucho la firmeza de sus suspensiones, que te transmiten la carretera como pocos; aún así, no es incómodo en absoluto -no sufres cada bache-, pero en cada momento sabes lo que pasa bajo las ruedas. Mazda estrena la evolución del G-Vectoring Control, llamado Plus; hasta ahora, este sistema ayudaba a mantener la direccionalidad en curva -imagino que será por eso que provoca esa paz de espíritu y esa seguridad al curvear- y ahora también actua al circular en linea recta. Mientas que el primer efecto pasa desapercibido, en adelantamientos sí que es posible advertir cómo el coche tiende solo a seguir una trayectoria rectilínea: al principio sorprende un poco, pues te pilla en plena aceleración, pero en seguida ves que mejora sibilinamente tu actuación sobre los mandos. Lo bien insonorizado que está el motor juega un poco aquí en su contra, pues suena menos de lo que corre realmente y una de las gracias de exprimir marchas es notar como te retumba la cabeza, verdad?.
Tampoco dirías que el coche mide 4,45 metros, posiblemente gracias a que el peso está contenido, 1.275 kilos. Mazda sigue la dieta del gramo, reduciendo pesos inútiles allí donde no son necesarios, pues conlleva mejoras en comportamiento y consumos. Se nota, por ejemplo, en lo ligeras que parecen las puertas traseras en contraposición con las delanteras. Éstas no tienen un gran tamaño, pero presentan un rebaje en la parte superior para facilitar la entrada a los asientos traseros. El espacio atrás es correcto, aunque la forma del techo facilita rozarlo con la cabeza si se mide más de metro setenta y cinco y viajas un poco encapsulado entre tanta chapa. Como suele ser habitual en el segmento, mejor para dos, pues el túnel central es prominente y la forma de asiento y respaldo no invitan a largos desplazamientos usando esta plaza, aunque el maletero, con 350 litros y en la media de su categoría, daría para las maletas gracias a sus formas perfectamente regulares. Como curiosidad, comentar que está tapizado en su totalidad y que la tapa del maletero tiene un curioso botón que activa el cierre centralizado.
Al circular por autovías y autopistas toca activar los sistemas que anticipan el auto-pilot total: centrado en carril, separación por radar con el coche que te precede, lectura de señales de tráfico... puedes relajarte bastante mientras vas controlando la situación con los completos datos que proyecta el HUB directamente sobre el parabrisas. Aquí puedes ver una de las gracias del cuadro digital, pues aporta algunas funciones muy visuales e interesantes. Por ejemplo, en todo momento la velocidad máxima de la via aparece con una marca roja y, si la superas, la "aguja" va dejando una estela de este color para que te quede claro que te estás excediendo. De igual manera, al fijar una velocidad, aparece una marca verde que te recuerda fácilmente qué has marcado. Eso sí, el lector de señales aún necesita madurarse, pues a veces se confunde con las señales que fijan la velocidad de los carriles de entrada y te pinta todo de rojo sin motivo... no creo que sea error de la marca, sino del proveedor, pues me lo he encontrado en otros modelos de otras marcas, pero, qué pasará cuando la velocidad se adapte automáticamente a esta lectura? y aún suerte que el Mazda, cuando debe reducir solo, lo hace con suavidad, porque otros te frenan sin miramientos...
El último sistema del Mazda3 que quería comentar era el de las cámaras de ayuda al aparcamiento porque también me han llamado mucho la atención. No sólo ofrecen la típica imagen trasera junto a los pitidos del sensor de proximidad, sino que añaden visión delantera, lateral e incluso cenital, seleccionables a golpe de botón, algo que, hasta el momento, sólo me había encontrado en SUV's o TT's para facilitar la conducción off-road. Y la verdad es que no le sobran, pues la baja postura y el estético pilar C hacen imposible aparcar de la forma tradicional, girando la cabeza; siempre me he resistido a usar las cámaras para maniobrar -por algún motivo, no lo capto-, pero en esta ocasión he tenido que claudicar y, la verdad, es que enseguida le coges el truco para afinar al máximo sin tocar nada.
Y poco más puedo añadir sobre este apetecible hatchback. Como decía al inicio, si eres un conductor de los que gusta disfrutar al volante y sentir el coche como algo realmente tuyo, como una extensión de tí mismo, no deberías dudar en echarle un vistazo a esta marca. Y si no es tu caso... bueno, es silencioso, gasta poco y he dicho ya que tiene etiqueta ECO?.
En breve, más sensaciones al volante! En la próxima entrega, mi pequeño resumen del Automobile Barcelona!.
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