martes, 6 de febrero de 2018

Sin aditivos, colorantes ni conservantes - contacto Jeep Wrangler



Antes de subirse a un Wrangler es necesario hacer un ejercicio mental: tienes que despojarte de todos los condicionantes y de todo aquella información que has ido atesorando sobre coches durante años para lograr entender qué representa este Jeep. Es necesario asumir que el 98% de los coches -el 2% restante son los deportivos y este TT- se han diseñado para cubrir un pliego de necesidades muy amplias y variadas de movilidad, pero que, en este caso, sólo importa cumplir un objetivo: ser el mejor fuera del asfalto y pasar por donde no pasaría nadie más.


Sólo así son comprensibles aspectos como las lineas rectas y verticales que dominan su diseño. Su imagen exterior ya nos indica, a las claras, que la rudeza y la resistencia extrema son su razón de ser; las protecciones plásticas rodean todo el perímetro del coche y muestran su máxima expresión sobre las ruedas delanteras y en la protección frontal bajo la clásica parrilla de 7 barras verticales -imprescindibles en su diseño!-. Asimismo, llaman poderosamente la atención los cierres de refuerzo laterales del capó.


Al acercarnos para abrir la puerta -tan plana y "metálica" que parece sacada del interior de un portaaviones-, siguen asombrando los detalles tan poco usuales que encontramos en su construcción.


Los remaches aparecen sobre el montante, las bisagras son enormes y están a la vista, ancladas sobre la chapa, el retrovisor es tan robusto que parece que pueda usarse para anclar una eslinga y tirar del coche, el sistema de apertura de la puerta es el clásico, con un asa con un botón en el centro que se acciona con el pulgar... múltiples aspectos chocan con cualquier modelo actual y no digamos ya si lo comparamos con el moderno y, por comparación, grácil, Grand Cherokee con el que compartía pabellón o con la última creación del grupo, el interesante Compass (http://theredstig.blogspot.com.es/2017/11/circulo-perfecto-contacto-jeep-compass.html).


Así pues, abres la puerta y te dispones para subir -y nunca mejor dicho, pues la plataforma es realmente alta- a este fascinante vehículo y sigues descubriendo características de su construcción que te dejan con la boca abierta. Las puertas son más finas de lo habitual, hay mucha chapa desnuda, los mandos son de diseño básico, las bolsas laterales están sustituidas por redecillas y, lo más chocante... los cables también están a la vista!.


Este detalle tiene su explicación, claro: están pensadas para desmontarse y poder circular sin ellas, algo permitido en su mercado de origen pero prohibido, por desgracia, en España. Esta posibilidad obliga a que el interior esté desprovisto de mandos; los que regulan los retrovisores y los elevalunas, por ejemplo, pasan a situarse en la consola central, algo poco usual hoy día. Éstos últimos, por cierto, son de un sólo toque, pero sólo de bajada: en la subida del cristal es necesario pulsar hasta el final del recorrido (¿?)




En el interior, la mano del grupo Fiat se deja ver en el buen aspecto que presentan los materiales utilizados. Aquí Jeep ha ganado enteros, pues los salpicaderos americanos no destacan, precisamente, por su buena imagen o calidad y Fiat no ha dudado en crear un ambiente interior que está por encima de la media. Presenta unas lineas sencillas, verticales y simétricas entre los lados derecho y izquierdo, con éste último presidido por un inmenso asa para el pasajero como el que monta el pequeño de la casa, el Renegade (http://theredstig.blogspot.com.es/2016/08/el-tipo-duro-del-barrio-prueba-jeep.html). Cierto es que algunos mandos tienen un tacto más cercano a un conmutador mecánico que a un pulsador electrónico, pero no olvidemos que estamos hablando de un coche que, en su anterior versión, disponía de un desagüe para poder limpiar el interior a manguerazo limpio...


El volante es el stándar de la marca y la verdad es que resulta formidable por mullido y diseño, actualizando convenientemente el estilo clásico de Jeep. De hecho, es tan moderno que se podría decir que desentona comparado con el resto del interior, especialmente si hablamos del cuadro de mandos.


Más básico no podría ser, con 4 esferas huérfanas que ofrecen lo imprescindible: Fuel, velocidad, revoluciones y temperatura. Destaca, sobretodo, por la ausencia de las tan en boga hoy en día pantallas multifunción, sustituidas en este caso por el mínimo espacio reservado en la parte inferior de los indicadores principales. La sensación es rarísima, como subirse a un coche de hace 20 años, pero nuevo, construido en nuestros días... otro aspecto que distingue al Wrangler!.

Por lo que respecta a las motorizaciones, aquí la marca no se la juega: tienes el 2.8 CRD de 200 cv y el 3.6 V6 de 284. Un diesel, un gasolina, y para de contar. También aquí encontramos tecnologías añejas y de fiar, de las de "toda la vida"; nada de down-sizing, aquí se confía en la cilindrada elevada para la obtención de unos bajos más potentes que los de la canción "The man who sold the world" de Nirvana y que permitan superar cualquier obstáculo empujando al máximo desde cero. Para su gestión, el único tipo de cambio disponible es el automático, de 6 marchas y sin levas en el volante, pero con posibilidad de accionarlas a voluntad desde el mismo seleccionador. A su lado encontramos algo ya muy poco usual, una pequeña palanca auxiliar que nos permite engranar la tracción a las 4 ruedas a nuestro criterio. Nuevamente, encontramos que no hay complicados sistemas electrónicos que evalúan y varían el giro de cada rueda casi de forma individual, tan sólo la decisión del conductor de activar el sistema 4x4 y decidir si podrá o no superar el siguiente obstáculo...


Cabe añadir que el Wrangler es tracción trasera -como un deportivo!- y que sólo debe usarse la tracción total en situaciones de poco agarre, pues al carecer de diferencial central no responde correctamente sobre firmes adherentes (asfalto) y que, para los poco amigos de los cambios automáticos, en este modelo es un punto a favor, pues no cuenta con reposapiés izquierdo... esto se debe a que el conductor está tan en el extremo del coche que el pedal del embrague quedaría también junto al lateral y no existe sitio material para colocarlo. Realmente se hace un poco raro conducir con el pie izquierdo plano sobre el suelo con lo poco que costaría añadir esta pieza, pero, como digo, la ausencia del pedal lo facilita todo. Dicho sea de paso, la postura de conducción es muy vertical, con el cuerpo muy cerca del volante -que sólo es regulable en altura!- y que queda frente a tu pecho, pero se está a gusto, favorecido por los excelentes asientos que monta la marca.



Toca ponerse en marcha para ver qué se siente al conducir a esta leyenda americana. El traqueteo del diesel es imposible de ocultar aquí, pero me lo esperaba mucho peor; suena, sí, pero es perfectamente soportable, y las vibraciones están muy bien filtradas, por lo que no se notan casi en el volante o los pedales. Muevo la palanca de la P a la D a través de una rejilla clásica escalonada y empiezo a acelerar para salir del recinto donde se celebra este Best SUV by Autopista.


No se puede decir que tenga una reacción fulgurante: de hecho, es bastante tosco y parece que le cuesta subir de vueltas -la zona roja empieza a 4.000 vueltas y se acaba a 5.000- , pero te deja la sensación de que su capacidad de avanzar debe ser infinita. Es como mirar a un caballo percherón, que aún quieto te sugiere que tiene fuerza para tirar de cualquier carro por pesado que sea: al pisar el acelerador puedes sentir toda la potencia que puede llegar a desarrollar para superar cualquier obstáculo que se le presente. Y sólo el desplazarse ya se podría calificar de logro, pues hablamos de un vehículo que se acerca a las dos toneladas pese a no superar los 4,75 metros en su versión larga o los 4,22 en la corta, un peso de récord... es obvio que es un coche que está ternasco, pero el estar construido a base de un chasis de doble viga no lo puede hacer precisamente liviano.

Como decía, me dirijo hacia la zona de salida del recinto del Fórum y allí soy consciente de otra peculiaridad de su conducción: se va realmente alto! Sí, ya sé que una de las bazas de los SUV's es precisamente esta altura que te da más sensación de control sobre el tráfico, pero creedme si os digo que no tiene nada que ver con la altura que te proporciona el Wrangler. Era la tercera vez que pasaba por allí -después del Stelvio y el Grandland, vehículos que también desfilarán por este blog cuando les llegue el turno- y, en esta ocasión, al intentar acercar el pase al lector de tarjetas, éste me quedaba allá abajo, donde casi no llegaba, cuando hasta el momento lo había tenido siempre a la altura de los ojos... impresionante!. Esta posición de dominio también da lugar a una situación con la que nunca me había encontrado, y es que puedo ver con total claridad los tres lados del morro! Si en mi C-Max no veo ni uno, aquí tengo a la vista toda la superficie del capó, lo nunca visto -y nunca mejor dicho-.


El siguiente aspecto que me va a llamar la atención en su conducción es el tacto de la dirección, nuevamente muy alejado de lo que podríamos considerar "normal". Tal y como cruzo las barreras, tengo que hacer un giro de 90 grados y me encuentro con que el coche no gira, por lo que a mitad de trayectoria tengo que dejar de acelerar y seguir cerrando el ángulo para hacer que se inscriba en la curva: resulta que la dirección está muy desmultiplicada y debes trabajar bastante más sobre el volante de lo habitual... pero, como ya he comentado, éste no es un coche "habitual" en ningún aspecto. Por fortuna, a la segunda curva ya te has adaptado y no supone más problema.

Durante el trayecto, aprovecho para fusilar a preguntas sobre el modelo a mi acompañante y enseguida advierto que la resonancia dentro de la cabina es extraña. Al levantar la vista lo entiendo, pues el techo también es desmontable y no dejan de ser planchas de un material semejante al plástico, sin recubrimiento insonorizante interior. Cuando se lo comento al instructor, me comenta que es posible descubrir medio coche, dejando sólo las tremendas barras antivuelco que recorren todo la cara interior de la cabina. Detalles, detalles, y más detalles, como la omnipresente parrilla, aquí retratada sobre el parabrisas interior.


El recorrido por la ciudad resulta más fácil de lo que podría parecer: la visibilidad es perfecta, el cambio automático responde a la perfección... no es para ir a buscar huecos en la circulación, más bien para centrarte en un carril y dejarte llevar, pero tampoco parece que conduzcas un autobús articulado. Incluso probamos a entrar en una vía rápida -las rondas- y tiene reprise suficiente para incorporarte al tráfico a buena velocidad y rodar luego con facilidad a 80 km/h.

De vuelta al recinto cerrado, la marca ha preparado una micro-pista para que catemos un 1% de sus capacidades trialeras, con un par de pasos inclinados que puede solventar con la gorra y sin tener que recurrir a la tracción total, aunque insalvables para cualquier otro vehículo.


Al acabar el recorrido, pregunto a mi fotógrafa particular qué tal ha sido la experiencia en el asiento trasero y me comenta que no es un coche pensado para realizar grandes recorridos, pues los asientos son pequeños y con el respaldo bastante recto, aunque le ha sorprendido lo estable que se notaba en todo momento y el detalle de las alfombrillas, con un dibujo de unas rodadas y el nombre de la marca impreso.


Y hasta aquí llega esta prueba de un modelo incomparable... recuerdo, que, hace algunos años, había una publicidad de la marca que decía "Jeep: sólo hay uno". Pues bien, después de ver las colas que se montaron para conducirlo no pude evitar pensar que era una lástima, porque el interés que había por probarlo era muy elevado.

Y es que, pese a ser un certamen de SUV's, el rey era un TT.


En breve, más sensaciones al volante! más pruebas de modelos en mi página de Facebook (https://www.facebook.com/Theredstig/) y más información sobre eventos de conducción en el grupo ConduceCoches (https://www.facebook.com/groups/257961934604980/).

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