Las versiones familiares -o break, como se les llama ahora- nunca han tenido unos resultados destacables en nuestro mercado. Tienen el sambenito de ser "feos" y, contra eso, poco pueden hacer las marcas (que se lo digan a otros tildados de poco agraciados, como el Fiat Multipla o aquel Toledo derivado del Altea...) y la actual tendencia pasa por buscar nombres con gancho comercial que los hagan más dinámicos y apetecibles al oído: frente a los Sportswagon, Sportbreak y Sport tourer, Seat muestra su ST y esta versión campera con el rimbombante nombre de X-perience... Lo dicho, lo suyo es buscar una denominación bien sonora!.
Para poder probar a fondo sus cualidades en carretera y sobre la nieve, me uní a una promoción que proponía pasar un día en un entorno muy adecuado para ello: la pista de esquí de La Molina. El programa incluía recoger el coche en Martorell, conducir hasta la nieve, esquiar un ratito y realizar un pequeño recorrido entre los árboles por caminos cubiertos de blanco.
Así pues, un sábado me planté bien pronto en el concesionario indicado disfrazado de esquiador para pasar un día disfrutando de la conducción, el aire frío de la montaña y las charlas con el resto de participantes en el evento.
Como tengo por costumbre, llegué un poco antes de la hora prevista para tener tiempo de hacer fotos con tranquilidad y ahorrarme imprevistos de última hora. Los XP ya estaban listos en la puerta y entramos en el concesionario para identificarnos como miembros del grupo. La primera sorpresa del día fue cuando me preguntaron qué modelo estaba más interesado en probar: sólo estaba el 2.0 TDI 4drive, pero podía elegirse entre la versión de 150 y la de 184 cv, ésta última con el cambio automático DSG-6... Evidentemente, no lo dudé, y, por el mismo precio, me llevé el más potente; además, soy fan de los buenos cambios automáticos, más aún si montan levas en el volante, y me constaba que éste lo era.
Poco a poco fueron llegando el resto de invitados y los coches se fueron distribuyendo. Cuando no quedaron más llaves sobre la mesa, nos reunieron y nos dieron un breve briefing explicándonos como iba a discurrir el día. La idea era dirigirnos más o menos en caravana hasta el parking de La Molina, flanqueados por un primer coche guía y un último escoba: para que todos siguiéramos el mismo camino, nos entregaron un completo road-book con el camino que debíamos seguir y, al ojearlo, me llevé la segunda buena noticia del día. Puesto que la mañana estaba demasiado avanzada para el apretado plan que nos proponían, estaba seguro de que seguiríamos el camino más rápido, el que pasa por la autopista de peaje hasta Manresa, lleva a Berga y usa el túnel del Cadí... craso error, pues la ruta elegida era la de "conductor", la que llevaba por carretera hasta Vic y Ribes de Freser y enlazaba a las pistas a través de la famosa collada de Toses. Justo el camino que yo hubiera elegido!. Cada coche iba equipado, además, con una cámara Go-Pro extraíble, por si queríamos hacer fotos o un video para subirlo a los redes y participar en un concurso en el que premio era... una Go-Pro, claro, aunque todos pensamos que ya podría haber sido el premio un X-Perience...
Así, pues, por delante tenía más de dos horas y 150 km para conocer a fondo a este León que la marca depositaba en mis manos.
Como había llegado con antelación, aproveché el tiempo para conocer un poco mejor al que iba a ser mi fiel acompañante durante toda la jornada. Haré pocos comentarios sobre el interior, con una calidad y una excelente ergonomía de sobra conocida por todos, aunque con un diseño que podría ser un poco más arriesgado y atractivo para una marca con el marchamo deportivo de SEAT. Sí quiero destacar los excelentes asientos que monta esta versión, con tapicería mixta de piel y napa: excelentes, tanto por diseño y presentación como por agarre. Son unos asientos duros, con unos pétalos laterales firmes -tanto que incluso estorban un poco al entrar o salir del coche- y que te encajan ante el volante, pero de una comodidad irreprochable. Son tan agradables que, a la vuelta, después de pasarme prácticamente todo el día sobre ellos, sólo me dí cuenta de lo cansado que estaba cuando quise salir del León: hasta el momento, ni lo había advertido!.
También entonces me dí cuenta de lo mal acostumbrados que nos tienen los coches altos -monovolúmenes y SUV's-, que facilitan enormemente la tarea de acceder al habitáculo... merecen la pena aunque sólo sea por esta comodidad? que cada cual saque sus conclusiones, pero la verdad es que, una vez cerrada la puerta, las diferencias de espacio ya no son tan acusadas, al menos en las plazas delanteras. De hecho, este tema fue recurrente en los corrillos de conductores que se formaban espontáneamente y no se puede decir que hubiera un argumento de peso que inclinara la balanza a un lado u otro. Lo único que objetivamente se puede apuntar es que, comparado con un Ateca, por citar un modelo de la casa, el Leon gana en maletero (587 por 510) y pierde altura libre al suelo por un par de centímetros (17 ante 19); si la longitud del vehículo es un hándicap por tema de aparcamiento, aquí gana el Ateca, pues es más corto (4,36 por 4,54).
Una vez en marcha, realmente pocas pegas se le pueden poner al coche. Como decía, el cambio automático es una delicia y permite controlar el coche con total precisión; si se le deja actuar solo, es plenamente satisfactorio por como sube y baja de marchas y, si se controla con las levas del volante, cambia con rapidez a tus órdenes. Las palanquitas para subir y bajar de marcha son un poco pequeñas y están fijadas en la barra de dirección, cierto es, pero aquí ayuda mucho lo directa que es la dirección, que te permite girar sin casi deslizar las manos sobre el volante.
El XP equipa además varios programas de actuación -Normal, Comfort, Sport-, que afectan principalmente a cómo responde el motor y a la dureza de la dirección. El sistema para cambiar entre los distintos programas no es especialmente acertado, pues se realiza a través de la pantalla táctil y obliga a desviar la vista de la carretera, pero cuenta a su favor con lo adecuado de su funcionamiento, pues en verdad no hace falta ni tocarla, basta con acercar el dedo para que reaccione y los iconos tienen un gran tamaño. Resulta divertido sobretodo acceder al modo Sport, pues se escucha de fondo un suave ruido hidráulico y, al instante, notas como el volante pierde el leve juego alrededor del punto central y se vuelve aún más certero... es un cambio casi visual, como cuando el Coche Fantástico pasaba a modo Super-Persecución!.
La primera parte del viaje, por carretera y cruzando algún que otro pueblecito, puso de relevancia lo cómodo que se puede viajar en un compacto agrandado como éste, pero al llegar a las curvas es donde se puede disfrutar de verdad con un modelo con sus capacidades dinámicas. Así pues, cambio en modo manual -basta con desplazar en cualquier momento la palanca hacia tí-, modo Super-Persecución activado y pedal derecho a fondo. Aquí es donde el Leon saca a relucir su verdadero potencial, pues si el bastidor ya es bueno de por sí, la confianza que te proporciona la tracción a las 4 ruedas lo hace espectacular: da igual que la carretera tenga restos de nieve o barro o que esté mojada, podemos conducir sin tener que preocuparnos de si aceleramos demasiado pronto o con demasiada fuerza al salir de las curvas, pues el coche siempre sigue de forma imperturbable la trayectoria que le marcas. Además, los 184 cv empujan con auténticas ganas desde cualquier rango de revoluciones y redondean un conjunto espectacular junto a su capacidad de enlazar curvas.
Los centímetros de altura de más respecto a otras versiones no le pasan factura y se inclina lo justo por más que apures en los giros, aunque es justo reconocer que cualquier modelo de la marca hace gala de un comportamiento ejemplar y divertido, como pude comprobar con el Ateca (http://theredstig.blogspot.com.es/2016/11/el-sportisuv-prueba-seat-ateca.html) o en un breve contacto con el actual Ibiza en el salón del Automóvil de Barcelona (http://theredstig.blogspot.com.es/2017/07/que-el-ritmo-no-pare-contacto-seat-ibiza.html).
Curiosamente, y aunque a los cinco minutos de salir ya había perdido de vista al resto de coches, por el camino nos fuimos agrupando poco a poco y llegamos casi en formación a La Molina. Pese a lo difícil que es seguir un road-book mientras conduces -no quiero ni pensar lo que debe ser uno del Dakar-, no se perdió nadie y a media mañana ya estábamos en el parking, deseosos de ver qué tal se desenvolvía el XP sobre la nieve.... y ya adelanto que me llevé un buen susto!.
Como lo primero es lo primero, nos llevaron a desayunar al hotel donde más tarde comeríamos y nos acompañaron a recoger los forfaits y los esquís, proporcionándonos, incluso, arneses para las Go-Pro.
Un par de bajadas rápidas y vuelta a los coches, para realizar la ruta off-road justo antes de comer, pero antes, la consabida charla con las recomendaciones y consignas de seguridad. En esta ocasión, nos explicaron que, como justo el día anterior había habido fuertes nevadas, habían optado por un recorrido corto y de baja dificultad que se internaba en el bosque por un estrecho camino entre los árboles. Como el coche no tenía un programa exclusivo fuera pistas, bastaba con circular a baja velocidad y con suavidad para pasarlo sin problemas, y recomendó un poco más prudencia a los que llevaran vehículos con neumáticos de perfil bajo, a lo que pensé "bueno, el que los lleve ya se preocupará!", sin caer en la cuenta de que precisamente hablaba de mi León de 184 cv....
Dicho y hecho, salimos del parking, y, a los pocos minutos, abandonábamos el asfalto para encarar el camino indicado.
Realmente el camino es estrecho y hay tanta nieve que no se ve el suelo, pero no ofrece ninguna dificultad. Avanzamos a ritmo suave, siguiendo las roderas, y la leve inclinación lo hace aún más fácil, tanto, que casi me olvido de que sobre nieve puedes perder adherencia en cualquier momento; transmite tanta seguridad que parece que lo hayas hecho toda la vida, y ni siquiera la dirección muestra esa sensación de flotabilidad que se da en estas circunstancias.
En ese momento, tengo la idea de abrir el techo solar para hacer alguna foto y es entonces cuando se produce el momento mágico de la jornada: aunque dentro del coche la temperatura es confortable, por el hueco entra una vaharada de aire frío, helado, que huele a nieve y a bosque... y también se cuela el silencio de la montaña invernal, sólo roto por el crujido que emite la nieve cuando la aplastan los neumáticos. Es una escena perfecta, de anuncio, por lo que me decido a seguir el resto del recorrido con el techo abierto para poder alargarla y retenerla en mi memoria lo máximo posible.
Al final de la pendiente, encontramos un pequeño claro donde nos tocará dar la vuelta para iniciar el camino de vuelta. No es precisamente fácil, pues somos muchos coches, la nieve es abundante y el espacio es limitado, pero de nuevo salimos airosos.
Es cuando realizamos el camino de vuelta que la misma leve pendiente que lo hizo todo tan fácil a la ida se vuelve en mi contra. Avanzo tranquilamente cuando, sin previo aviso, noto que el coche empieza a deslizar hacia mi izquierda, hacia un pequeño precipicio y no responde a mis órdenes cuando trato de corregir girando hacia la derecha.
Instintivamente, piso el freno y me paro en seco. Tanteo con suavidad el acelerador y escucho cómo las ruedas patinan mientras me deslizo un poco más hacia la izquierda, un poco más cerca del borde del camino, por lo que vuelvo a pisar el freno. Me acuerdo entonces de lo que dijeron de los neumáticos de perfil bajo y mi mente se va a aquel anuncio de neumáticos que presentaba a Carl Lewis con zapatos de tacón y el lema "la potencia sin control no sirve de nada". En ese momento dudo sobre si debo intentarlo una vez más o esperar a que los monitores vengan a socorrerme... venga, una vez más, a la tercera va la vencida. Un poco más de gas, leve resbalón de los neumáticos y, tras un sonoro "Clonk" en la parte trasera, el eje trasero por fin empuja y noto cómo el volante por fin obedece a mis órdenes y el coche vuelve a avanzar como si nada hubiera pasado... prueba superada!.
Desde ahí hasta el final del día ya no hubo más anécdotas semejantes y, tras la comida, iniciamos el camino de vuelta a Martorell, deshaciendo el camino y disfrutando de nuevo de las cualidades del León frente a las carreteras sinuosas. Evidentemente, mientras estábamos en la mesa, me convertí en el centro de atención, pues toda la caravana había visto lo que me había pasado; el que iba justo detrás de mí me comentó que era una lástima que no llevara ese momento la Go-Pro conectada porque había sido bastante espectacular. Comentando el momento con los monitores su explicación fue que no tendría que haber frenado, pues el sistema tarda unos instantes en derivar la potencia al eje trasero y al frenar en seco lo desconcertaba... vamos, que en el fondo el error había sido mío al no haber reaccionado correctamente debido a cómo funciona el sistema Haldex de tracción total que monta, que hace trabajar al coche como un tracción delantera hasta que detecta que es necesario desviar fuerza al eje trasero. Lo que es seguro, es que en un coche sin este sistema difícilmente hubiera salido de allí, aunque en la vida se me hubiera ocurrido ni tan siquiera intentarlo con sólo 2 ruedas motrices.
Y hasta aquí este post invernal con el que completo mi particular trilogía de conducción sobre nieve después de las entradas dedicadas al Ford Kuga http://theredstig.blogspot.com.es/2016/02/kugas-en-la-nieve.html) y a la gama Mercedes (http://theredstig.blogspot.com.es/2016/02/erase-una-vez-en-austria.html). En breve más sensaciones al volante en mi Facebook (https://www.facebook.com/Theredstig/) e información sobre eventos de conducción en el grupo Conduce Coches (https://www.facebook.com/groups/257961934604980/).
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