miércoles, 21 de febrero de 2018

Coche parece, moto no es... qué es? prueba Carver One



Como ya he comentado alguna vez, no sólo de coches vive el hombre. Hacía tiempo que había oído hablar de este extraño vehículo que da verdadero sentido a la definición de híbrido -toma elementos prestados de los automóviles, de las motos e incluso de la aviación-, por lo que, en cuanto conseguí una buena oferta de Different Cars (http://differentcars.es/) para probarlo no me pude resistir, igual que me pasó cuando llegó a mis oidos la existencia de los Kart Cross (http://theredstig.blogspot.com.es/2016/07/el-hermoso-monstruo-de-frankestein.html)


Porque, qué es un Carver One? en esencia, es un sueño, la idea de un holandés que se propuso construir un medio de transporte seguro, individual, cómodo y económico -bueno, ésto último no lo consiguió precisamente- y que dio lugar a uno de los vehículos más divertidos y curiosos de los últimos años. Por desgracia, se trataba de un coche artesanal con un precio que rondaba los 40.000 €, lo que hizo que la empresa desapareciera en pocos años, dejando un reguero de no más de 200 Carver's rodando por el mundo... lástima, me hubiera gustado ver qué podría haber sido el Carver Two!.

El Carver es un biplaza en tándem, con una característica que lo hace único: es capaz de inclinarse en las curvas, como si de una moto se tratara... Esto lo consigue a partir de un avanzado sistema electrohidráulico que interpreta en todo momento la velocidad y el ángulo de giro del volante para adecuar la inclinación de la cabina, llegando hasta los 45 grados; además, es rápido, pues puede cambiar de un lado a otro en tan sólo un segundo.


(Vaya, se ha colado en la foto unos de los Lambos que pululaban por allí). Como decía, el sistema inclina la cabina haciéndola pivotar sobre la rueda delantera, mientras las dos traseras permanecen siempre en contacto con el suelo: está claro que, si se trata de buscar nuevas sensaciones al volante, este One promete y mucho!. Además, es un vehículo de reducidas dimensiones, lo cual siempre es sinónimo de diversión; mide sólo 3,40 metros -y todo es batalla- y pesa la ridiculez de 640 kilos. Aunque cuenta con un modesto motor de 660 cc con 65 caballitos, la presencia de los 4 cilindros y el turbo le dan la suficiente energía como hacer el 0-100 en 8 segundos escasos.


El acceso al cockpit -o mejor debería decir carlinga-, se hace a través de unas puertas ordinarias de compás, como en cualquier coche; una pena, porque puestos a hacerlo exclusivo, unas de apertura vertical le habrían venido al pelo, aunque sólo le faltaba eso para encarecerlo aún más. Eso sí, para ahorrar costes, sólo tiene la del lado izquierdo. Pese a tener solamente 1,30 metros de anchura, delante se está cómodo y no se tiene sensación de agobio, ayudado mucho aquí por el techo de cristal que ocupa todo el espacio sobre la cabeza y por los grandes ventanales laterales.


Si no se puede negar el encanto que tiene para el piloto, para el acompañante es radicalmente distinto, pues el espacio entre los asientos es tan reducido que acaba colocando las piernas como puede en alto, como si estuviera colocado en un paritorio. Debe ser un mal endémico del diseño 1+1, pues el Renault Twizy adolece exactamente del mismo problema... por no hablar de lo difícil que es acceder a la parte de atrás por el estrecho hueco que deja entre el asiento y el panel lateral. En fin, que como vehículo urbano para entrar y salir con rapidez no es que dé muy buen resultado.


El interior es espartano y básico a partes iguales: unos pocos y bastos interruptores a un lado, la palanca de cambios al otro y para de contar... demasiado escaso para el precio del coche. Incluso el volante, sin airbarg!, aunque por lo menos es de la marca de competición Momo.


Para probar qué tal rueda, la cita era en el circuito de Can Padró, un clásico de los eventos en Cataluña que te permite conducir casi bajo la imagen de la montaña de Montserrat.


El trazado es corto, de unos 2.200 metros y no tiene grandes rectas, como puede verse, aunque es suficiente para los 185 km de punta que puede alcanzar el Carver. Quizás la característica más relevante es que está construido sobre la pendiente de una montaña, con lo que la mitad del recorrido es en subida y la otra mitad en bajada, aunque hay varias zonas en las que vuelves a tirar monte arriba-monte abajo... vamos, que está más cerca de un tramo de montaña del WRC que de un clásico circuito de velocidad.


Por enésima vez en mi vida, ahí estaba de nuevo yo, al volante de un ¿coche? y esperando a que me dieran permiso para incorporarme a pista. Cuando me indican que puedo hacerlo con seguridad, pongo primera y salgo con cuidado... y el Carver empieza a dar sacudidas a derecha e izquierda, como si no tuviera claro qué debe hacer! Una voz a mi espalda -el monitor- me comenta que intente mantener el volante lo más recto posible, pues es muy sensible y que es mejor que no lo deje avanzar mucho por inercia, pues a bajas velocidades se hace más patente el balanceo. En efecto, aprieto un poco más el acelerador y el efecto barco cesa; me doy cuenta entonces de que, en el resto de coches de calle, el juego del volante sobre el punto central es exageradísimo comparado con el del One, casi inexistente.

Cambio a segunda con cuidado y precisión, pues la palanca es muy corta y de aún más cortos recorridos. El problema es que es dura de accionar y con las marchas muy juntas, por lo que no acierto y meto cuarta sin darme cuenta; al momento, mi acompañante me avisa de lo que he hecho. No es problema, pues el motor es muy elástico y obediente, no acusa el esfuerzo, pero me recomienda que me concentre, sobretodo, al cambiar de primera a segunda.

Aún no he llegado a la primera curva y este cochecito estrafalario ya me ha dado dos "zascas"... las rarezas se pagan, está claro!. Pues nada, veamos cómo gestiona las curvas y.... ops! el suelo comienza a acercarse hacia mí! no claro, soy yo el que se ha inclinado, pero al parecer que vas dentro de un coche "normal", la primera vez tu cerebro no acaba de asimilarlo correctamente. Salgo acelerando y la siguiente curva es aún más cerrada, con lo que me veo aún más cerca del asfalto, pero la dirección es precisa como pocas he probado en mi vida y permite trazarla a la perfección. Llego a la zona de las curvas enlazadas y cambia al instante de un lado a otro... qué divertido! me parece que ya le voy cogiendo el truco. En cada curva escucho un leve pitido que sube y baja de intensidad: es un indicador a base de lucecitas sobre los indicadores para que puedas controlar la inclinación y poder saber cuándo te acercas al límite.

Acelera con gracia, no es ninguna locura, pero la combinación de la inclinación de la carrocería con el extraño tacto del volante lo hace único. Si la sencillez de su diseño te hará recordar los de las máquinas recreativas, su tacto no se queda atrás: es absolutamente artificial, no parece estar conectado directamente a la rueda -así, en singular- y, lo más increíble, es que no gira más de un cuarto de vuelta! es aún más directa que la de un Fórmula 1, donde los ves cómo giran el volante totalmente al gestionar la curva de Loews, en Mónaco. Aquí no haría falta, pues lo compensaría el propio coche; lo dicho, sacado directamente de un videojuego.

Voy avanzando por el circuito, concentrado sobretodo en no errar con las marchas... tanto, que en una vuelta me cuelo por un atajo y me salto una parte del circuito! Si siempre es interesante memorizar mínimamente un circuito, en Can Padró es aún más importante, pues está trufado de calles interiores que pueden llevar al despiste, aunque la mayoría estén indicadas con conos; claro, que luego te puede pasar como a mí, que después de memorizarlo te encuentres con que en el evento se rueda al revés y no te sirva para gran cosa...


Al bajarme del coche, no pude evitar quedarme un rato a ver pasar los Ferraris y Lambos que otros clientes estaban probando... aunque pienso que todo conductor debería probar al menos una vez en la vida una de esta joyas de 4 ruedas, hay otras igual o más exclusivas y, sobretodo, más desconocidas que también se merecen una oportunidad.

Y hasta aquí esta curiosa entrada. En breve, más sensaciones al volante y más pruebas de coches en mi página de Facebook (http://theredstig.blogspot.com.es/)

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