miércoles, 6 de septiembre de 2017

Que la suerte te acompañe! - contacto Renault Talismán




Si hay un segmento que, históricamente, se les ha atragantado a las marcas generalistas, es el de las grandes berlinas de representación. Y es que, por encima de cierto umbral de precio, el consumidor busca algo más y tiende a pasar al nivel premium... algo que ha comprendido perfectamente Citroën, por ejemplo, que se ha decantado por crear su propia de marca de lujo (DS).

Y no será por que no lo han intentado! Renault, en el caso que nos ocupa, ha tenido varios modelos con distinta suerte y con distintos enfoques que, no obstante, nunca han acabado de cuajar desde el punto de vista comercial. Así, ha jugado a poner toda la carne en el asador lanzando elegantes modelos de tan alta calidad que podían rivalizar con las acaparadoras marcas premium alemanas (R-25, Safrane), ha intentado romper la baraja con vehículos distintos, que flirteaban con el sector monovolumen (Vel Satis) o, finalmente, ha probado a dar más que nadie por menos clonando un modelo de su filial Samsung que se iba hasta las 4,90 metros (Latitude).

En la gama actual, no encontramos un representante de la marca en este segmento E. Podemos decir que ha tirado la toalla? En cierta manera no, pues el crecimiento generalizado en longitud, hace que su Talisman, con 4,85 metros esté a caballo entre ambos sectores aunque pertenezca al D. Y si el poco peso que este segmento tiene hoy en día en el mercado (sin ir más lejos, recordemos que Citroën ha anunciado que el próximo C5 será un SUV... sorpresa!) tampoco es un aliciente para invertir grandes esfuerzos en él, Renault ha solventado la papeleta con la compra de la marca de lujo Infiniti, obtenida a remolque de Nissan.




Con este Talisman, Renault retoma el camino de las berlinas clásicas de tres volúmenes y deja de lado experimentos. Se trata de un vehículo con una línea elegante y pausada, en la que el rasgo más original se deja al frontal, que sigue bebiendo de las ideas que expuso el prototipo Dezir y que han ido incorporando todos los modelos de la marca.



Rombo bien visible y aislado, calandra de lamas horizontales que se estrecha al unirse con los estilizados faros y, sobretodo, apéndice inferior luminoso que dota al morro de una característica mirada.




Visto de frente, resulta difícil diferenciarlo del compacto de la marca, el Mégane. De hecho, si no fuera por que le supera en medio metro de longitud y en el resto de medidas, se podría pensar que es la versión tricuerpo de aquél -desaparecido hoy en día de la gama-. Y las dudas podrían seguir al acceder al interior, pues éste es muy parecido, nuevamente, a su hermano pequeño.



La marca monta aquí también el inmenso panel de control táctil -un poco al estilo de Tesla- con los aireadores a ambos lados y hay que fijarse bien para encontrar las diferencias, que van poco más allá de la pequeña visera superior que ahora se extiende de extremo a extremo y de la inclinación, más pronunciada, de la parte inferior de la consola central. Eso sí, la calidad de los materiales usados salta a la vista y tiene mucho más empaque que aquél, bien respaldado además por unos asientos-butaca delanteros de los que hacía tiempo que no veía.


Al acceder a dichos asientos, en seguida llama la atención lo baja que es la postura de conducción. En aras de lograr la máxima comodidad, Renault siempre a tendido a situar a los ocupantes altos, en una postura erguida y frente a un salpicadero bajo que te hacía sentir poco integrado, como sentado frente a un escritorio. Aunque este efecto era más obvio en los monovolúmenes de la marca (http://theredstig.blogspot.com.es/2016/12/show-must-go-on-prueba-renault-scenic.html) siempre era más o menos patente. En esta ocasión, esta situación desaparece por completo, y te encuentras realmente bajo, frente a un salpicadero muy alto... es como estar mirando un precipio desde la base y te sientes empeñecido frente a la presencia interior del coche. Podría criticarse el cuadro de instrumentos, el estándar de la marca, a base una única esfera que aglutina todos los indicadores.


Quizás hubiera sido más interesante montar un cuadro propio, más tradicional, lo cual le hubiera ayudado a desmarcarse del Megane, pero como ya he comentado antes, su presumible limitado impacto en las ventas no ayuda a que se cuiden este tipo de detalles... y es bastante injusto, porque el coche tiene cualidades.

El buen tacto de todos los materiales se percibe desde el momento en que abres las puertas, con un movimiento que denota calidad. Al poner el motor en marcha, la ausencia de vibraciones y ruido es total, parece que estés totalmente encapsulado, y ese silencio es el mejor aliado para largos viajes. Igualmente, la amplia batalla hace que ruede con una suavidad y un aplomo inusitado, de auténtico coche premium, pese a presentar un contenido peso de 1.500 kg. La dirección es de accionamiento lento, no es pesada, pero no está pensada para ser accionada con rapidez, pues desentonaría en el carácter tranquilo del coche; una lástima no haber podido probar alguna versión con el sistema de dirección trasera 4C, porque seguro que le dota de más agilidad. Incluso el motor probado, un 1.6 de 200 cv de gasolina pasa desapercibido ante tamaña exquisitez al circular. El cambio, de tipo automático, tiene varios programas definidos, incluyendo uno Sport que permite cambiar desde la misma palanca de cambios -no hay levas tras el volante- y que hace cambiar el color del cuadro de mandos virando al rojo y cambiando levemente la forma en que presenta la información.



A partir de ese momento, si lo dejas en automático, notas como aguanta más las marchas y cambia a más revoluciones, aunque el carácter tranquilo del coche se mantiene; siempre tienes la opción de cambiar tú mismo, pero no invita a ello, en parte por la lentitud de respuesta que presenta y en parte porque cuesta recordar si debes tirar o empujar para subir... aunque reconozco que aquí el problema puede ser mío, pues me cuesta aclararme cuando estoy circulando.

En definitiva, una excelente berlina, amplia, muy cómoda y refinada, que lleva un poco más allá el principal atributo del que hacen gala todos los Renault: su logrado equilibrio.

En breve, más sensaciones al volante!




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