martes, 22 de agosto de 2017

Misión cumplida! - contacto Mazda MX-5 RF




Vale, lo reconozco, los coches pequeños son mi debilidad.

Poco peso, pocas inercias, cockpit reducido y acogedor y muchas sensaciones. Juguetes para adultos que gustan rememorar una época en la que flipaban en un coche a pedales y la vida se veía a ras de suelo... qué es más divertido, circular a 300 km/h. en el AVE o a 30 en un kart? y si a eso le sumas el placer que añade un techo convertible, el conducir con la cabeza bajo el cielo, la experiencia se convierte en inolvidable.

Por cierto, qué difícil es que te dejen probar un descapotable! Casi 2 años de blog y éste es el primero que acude a mis manos... por lo menos, la espera ha valido la pena, pues se trata de uno de los objetivos que tenía en mi lista de "coches a conducir" y, además, uno de los primeros, desde que lo conocí en los 90 gracias a un videojuego llamado Ridge Racer que disponía de uno auténtico como insólito puesto de mando (http://theredstig.blogspot.com.es/2015/12/sobre-4-ruedas-virtuales.html)
Por eso, cuando este año vi en el Automobile Barcelona que en la zona de pruebas Mazda tenía disponible este magnífico roadster me faltó tiempo para apuntarme y esperar el tiempo que hiciera falta para probarlo por mí mismo (además me permitieron generosamente conducir también el Mazda3, interesante compacto que también tendrá su espacio en esta página).


Qué puedo decir de este mítico vehículo? Lleva desde 1989 siendo fabricado en base a un único objetivo: sentir el placer de la conducción perfecta por encima de todas las cosas. Si la primera versión no llegaba a los 4 metros, pesaba poco más de una tonelada y contaba con 2 motores, la versión actual respeta esto y encima se da el lujo de mostrarse aún ligeramente más corto y ligero, contra la tendencia generalizada de "citius, altius, fortius".


La diferencia es que, en esta ocasión, está disponible esta versión semi-cubierta (targa), que, con el techo cerrado, le da un aspecto de coupé inmejorable y que, abierto, permite disfrutar al 100% de su especialísima concepción.

No es un coche en el que sea fácil entrar, es cierto. Con su limitada altura de unos 125 cm., te dejas caer como mejor puedes en el asiento más que entrar en el habitáculo -con el techo puesto, conseguirlo con dignidad debe ser como para ganar una medalla olímpica-, pero el esfuerzo merece la pena, pues vas a parar a un sitio del que, posiblemente, no quieras salir nunca más.



Te aposentas en unos asientos bajos, muy bajos, con reposacabezas integrado, perfectos, firmes, acogedores y cómodos que te sitúan frente a un volante de reducido tamaño que te encaja en las manos como si estuviera hecho a medida. El salpicadero es de lineas sencillas y con los mandos justos, bien asistidos por una pantalla a la altura de los ojos. Las calidades, las habituales de Mazda, por encima de la media sin llegar a ser espectaculares, con abundancia de plásticos duros.

Lo más importante del interior es algo intangible, que recoge la filosofía "jinba-ittai" tan presente en la marca, que te lleva a ser uno con el coche, a encontrarte perfectamente integrado en el puesto de conducción. Cierto es que el reducido espacio hábil ayuda a sentirlo todo muy cerca, por no hablar del pequeño parabrisas a poca distancia de tu cabeza, pero la ausencia de elementos supérfluos crea una confortable sensación de libertad.

Frente a tí, 3 esferas de borde cromado, con el cuentarevoluciones centrado y de generoso tamaño para que circules siempre en el rango correcto -tarado a 8.000 revoluciones-, flanqueado por otras dos, una multifunción y la otra con el velocímetro: la belleza está en la simplicidad y la simetría.



El motor es el archiconocido dos litros de 160 c.v., pero incluye las tecnologías Skyactiv-g para hacerlo más fino y eficiente. Al menos en teoría, pues al ponerlo en marcha, nos regala una subida de agujas espectacular y una andanada de vibraciones en el volante y en la caja de cambios como hacía años que no notaba en un coche recién salido de fábrica. Pero así es el MX-5, directo al hueso, sin interferencias que puedan mitigar transmitir todo lo que puede dar de sí.


Estiro bien las piernas y tanteo con los pies en busca de los pedales, que están allí al fondo, pequeñitos y juntos. El embrague es cortísimo y firme y diría que esto es el acelerador... ah no, es el freno, aún más a la derecha hay otro pedal... debe ser tímido, pues se esconde que no veas!. Pongo la mano en la palanca, busco primera y... vaya, creo que me he enamorado! si los cambios manuales de los japoneses hace años que son referencia, el de este Mazda es algo totalmente fuera de serie. Palanca corta, recorridos mínimos, precisión total y un tacto perfecto entre dureza/suavidad que lo hacen adictivo. Precisamente yo, defensor de los cambios automáticos con levas en el volante, me acabo de encontrar con uno manual que me hace dudar de mis más sagrados principios...

Salimos con cuidado del recinto de la Fira y encaramos la subida de Montjuic. Aunque hoy he hecho varias veces ya este recorrido, desde detrás del volante del Mazda todo se ve distinto y empiezo a darme cuenta de lo que nos llegamos a perder en los coches cerrados; ahora mi vista se extiende en las cuatro direcciones más allá de los lados del parabrisas, y, en definitiva, mi mundo se ha ampliado. Sigo subiendo y llego a la rotonda, que gestiono sin casi girar el volante; para mi sorpresa, el monitor me dice que sigamos hasta la segunda salida y en ese momento me dice que pise sin miedo... el motor aúlla con las revoluciones a fondo y el habitáculo se llena de turbulencias, mientras salimos despedidos hacia el cambio de rasante. Aquí su ligereza es un plus, e igual que sale disparado, frena en un palmo sin inmutarse. No es el patadón más salvaje que he notado -no deja de ser un atmosférico de cilindrada media-, ni tiene el sonido más brutal que he podido escuchar, pero tiene el encanto de lo pequeño y cercano.


Serpenteamos por el parking del MNAC en busca de la bajada del circuito y me sigue admirando la agilidad que demuestra. A la menor insinuación sobre el volante, te vas directo en busca de la trayectoria buscada y tanto le da las veces que cambies de dirección que no se saldrá de la trazada: da tanta confianza y buena visibilidad que me permito cruzar entre los coches aparcados a una velocidad que a buen seguro no repetiría con otro modelo, pero es que el MX-5 lo hace todo fácil y natural.

Encaro ahora las amplias curvas enlazadas de vuelta y me entretengo haciendo subir y bajar las marchas, por el simple gusto de hacerlo, pues el motor gira bien en cualquier circunstancia. Ahora conduzco entre los árboles del parque y caigo en la cuenta de que realmente hay muchos y son muy altos... realmente me estoy perdiendo muchas cosas al moverme en coches cerrados!


El parabrisas es minúsculo y por eso ofrece una protección mínima. Circular a velocidad elevada sin subir, como mínimo, las ventanillas, debe ser insufrible, pero a velocidades de carretera sólo noto una leve brisa. Aún así, en cuanto ladeo la cabeza hacia la izquierda noto la fuerza del viento en la cara, pero resulta sumamente agradable... de hecho, me acabo de dar cuenta de que cada vez que lo hago sonrío tontamente, pero es que el Mazda te pone esa sonrisa en la boca desde el primer metro y no hay forma de borrarla.

Una vez hemos vuelto al parque cerrado y me he despedido del monitor, no puedo evitar quedarme un rato dando vueltas alrededor del Mazda y haciéndole más fotos, pues es difícil encontrar un ángulo de vista que no le favorezca y no hago más que encontrar detalles fotografiables.


En un mundo cada vez más obsesionado con la eficiencia, la comodidad, la practicidad y las bajas emisiones y con el advenimiento de los coches híbridos, eléctricos o autonómos, aún te encuentras fabricantes que se atreven a mantener en el mercado esta rara avis, la antítesis de todas las tendencias actuales. Frente a todo esto, el Mx-5 va por libre, es más una forma de entender la automoción que un simple medio de transporte, muy en la línea de otro modelo deportivo que también me ha impresionado mucho últimamente, el Giulia (http://theredstig.blogspot.com.es/2017/02/la-berlina-contraataca-prueba-alfa.html), modelos, ambos, que te recuerdan que cualquier trayecto se convierte en una experiencia a recordar si estamos a los mandos del vehículo ideal.

En breve, más sensaciones al volante!


2 comentarios:

  1. Con esta generación del mx-5 tengo la espina clavada de aún no haber podido probar uno (y eso que se me presentó en su día una oportunidad en el Jarama a la que no pude ir). Como coche de disfrute "asequible" para mi barre a la competencia, pese a que cuando me subí en uno en el salón del automóvil con mis 182 cm de estatura estaba en la frontera de resultar incómodo. Eso sí, esta versión rf con esa apariencia targa creo que pide a gritos un motor mucho más potente que esos 160 cv

    ResponderEliminar
  2. Más potencia? Nunca viene mal, eso seguro, pero con lo ligero que es, la verdad es que se defiende con total dignidad y no tengo claro que quiera entrar en esa liga...

    ResponderEliminar