El pequeño de la gama Fiat se ha hecho convertido en un grande... en ventas en el mercado español. Basta con echar un vistazo a cualquier ciudad y seguro que veremos circular a más de uno, calle arriba, calle abajo. Y no es sólo una sensación: desde principios de año, casi 15.000 unidades se han vendido, multiplicando por 4 las ventas de su más inmediato perseguidor, y que es, casualmente, su hermano gemelo Fiat Panda. Hace años que sigo los listados de ventas por segmentos en nuestro país -bueno, cada uno tiene sus aficiones, no?- y he ido notando como, año tras año, el inicial dominio del Mini (The red Stig: La insoportable levedad del Mini (Clubman))se ha ido diluyendo en favor del italiano, hasta que finalmente incluso ha desaparecido del Top 5 de los más exitosos. Pese a que el inglés nacionalizado alemán es un producto de gran calidad y comportamiento, el precio y el aumento de tamaño parece ser que, al final, le han acabado pasando factura...
Pero, cuál es el secreto del éxito de este pequeño de logrado diseño retro?. Como diría Jeremy Clarkson, "nos hemos desplazado a la soleada isla de Ibiza, un lugar aburrido, sin gracia y donde nunca pasa nada, para descubrirlo por nosotros mismos". Vale, reconozco que fui allí a pasar el día aprovechando unos vuelos baratos de a 6€ y éste era el coche de alquiler más barato que había, pero también es verdad que le tenía muchas ganas desde que hice un road-trip por la Toscana italiana y en la casa de alquiler me dieron un Panda (The red Stig: en pandilla por la Toscana) cuando yo ya me veía conduciendo este juguetito por las carreteras entre viñedos.
Como decía, su diseño es de lo más logrado, tanto que es capaz de disimular que, en el fondo, es prácticamente un pequeño monovolumen, con su buen metro y medio de altura para sólo 360 cm. de longitud. Salvo por la vista lateral, donde le delata el descompensado tamaño de la puerta y lo inclinado y adelantado que está el parabrisas, sería difícil notar este aspecto, gracias al uso de formas abombadas por doquier y al círculo como base del dibujo, tanto por dentro como por fuera, con la única excepción de los pilotos traseros.
Las generosas puertas hacen que el acceso sea realmente fácil y cómodo, mucho más de lo que su estilo vintage pudiera hacer preveer. De hecho, suelo tener problemas para fotografiar los interiores o los asientos y en esta ocasión me pude situar y buscar el mejor ángulo sin tener que dejarme algunas vértebras de la espalda en el intento.
Si la primera impresión visual es realmente buena, no sucede lo mismo con la táctil, por el poco logrado sonido de la puerta. En efecto, en un mundo en el que los fabricantes dan un alto valor a un hecho aparentemente inocuo como es el ruido que hacen las puertas al abrirse y cerrarse, sorprende que en este caso suene a "lata". Las puertas son muy livianas para su envergadura pero suenan a hueco y el chasquido de la estilosa maneta metalizada también da sensación de poca calidad, de que a la primera de cambio te quedarás con ella en la mano.
Una vez superada esta pequeña decepción, el interior te compensa y te acoge con su buen gusto. Aquí el estilo de los años 60 juega a su favor, con una banda (plástica) que recorre el interior y que comparte el color con la carrocería... lástima que el coche fuera negro, porque en colores vivos en realmente llamativo. El salpicadero es muy vertical y usa el truco de los monovolúmenes de ir alejando la parte superior a medida que se va acercando a la base del parabrisas para dar más sensación de espacio; y realmente funciona, pues la sensación de desahogo es muy buena en la parte delantera.
Si el Fiat Panda los tiene cuadrados -los mandos, quiero decir (Prueba Panda: Pequeño gran Fiat)-, el 500 toma el círculo como base y lo aplica por doquier, incluso cuando es ilógico su uso, como en la base de la consola central donde alberga los posavasos y la conexión USB. Vaya, ahora me doy cuenta de que parece un robot con cara de sorpresa...
Tiradores de las puertas y de la guantera, altavoces, salidas de aire, mechero, mandos de los elevalunas, reposacabezas, pomo de la palanca de cambios y fuelle de la misma... da igual donde miremos, el círculo lo invade todo: incluso el cuadro de mandos está hecho a base de varios círculos concéntricos. Ánimo, Fiat, ahora sólo os falta la X y el triángulo y ya tendréis completo el mando de la Play!.
Tiene mérito haber conseguido encuadrar -aunque suene a contradicción- toda la información necesaria en un espacio tan reducido, pero hay un exceso de barroquismo en el velocímetro y en el cuentarevoluciones que dificulta la lectura, pues la mezcla de puntos y rayitas no favorece precisamente una rápida comprensión. El espacio central se reserva para la pantalla mulfunción, con el combustible, la temperatura del motor y la exterior siempre a la vista; para el resto, se puede elegir entre la fecha y hora o los datos de hasta dos conductores distintos (kilometraje total, consumo medio... etc). La pega es que, precisamente, falta lo que más se echa en falta, la velocidad en dígitos y que el acceso a los datos se hace de forma correlativa, apretando un botón situado en el mando de los limpias, lo cual lo hace bastante lento e incómodo de usar, pues debes pasar por todas las pantallas antes de llegar a la que te puede interesar más. Para consultar estos datos, es mucho más práctico utilizar la pantalla multifunción central.
Mezcla los botones físicos de acceso directo en la parte inferior con la zona interior táctil y su uso es bastante acertado pese a su ajustado tamaño. Su elevada situación facilita la lectura sin tener que apartar la vista de la carretera en exceso -como debe ser-, pero el mismo efecto de salpicadero inclinado que ayuda a la habitabilidad hace que quede un poco lejos y que sea necesario separar la espalda del respaldo para llegar hasta ella cómodamente. Los asientos, por cierto, y como no podía ser de otra manera, tienen un acertado diseño clásico, aunque el mullido es excesivamente blando y su agarre lateral es mínimo.
El tamaño no es ninguna locura, pero para tallas medias es correcto, sin más, pese a la parte superior redondeada para mantener la coherencia de formas con el resto del coche.
Y el resto de asientos del coche? pues los monta pero son como los de muchos vehículos de 7 plazas: para niños o para emergencias. Es el primer coche en el que no he sido capaz de meterme detrás y poder volver a colocar en su sitio los asientos para hacer con comodidad las fotos del interior, pues no tenía espacio donde poner las piernas. Y eso por no hablar de lo difícil que es salir luego, pues tienes que sacarlas y lanzar la cadera hacia adelante... vamos, o practicas parcour o lo tienes crudo.
De hecho, tuve que hacer las fotos desde el exterior, abriendo el portón trasero y subiéndome al maletero. Éste cubica sólo 185 litros, pero, visualmente, parece mucho más capaz, gracias a lo regular de sus formas y a lo amplia que es la apertura trasera.
Si volvemos a ponernos a los mandos, notaremos en seguida que el puesto de conducción tiene luces y sombras. Entre las primeras, lo acertado de la posición de la palanca de cambios, muy a mano y cerca del volante o el anclaje de los retrovisores tipo Ferrari que facilita la visibilidad y, entre las segundas, que los pedales están levemente desplazados a la derecha, empujados por el generoso tamaño del reposapiés izquierdo, con lo que el acelerador queda casi oculto por la prominente consola central. La postura sorprende por lo erguida, pues el asiento está muy alto incluso en su posición más baja -sí, también es de monovolumen-, pero ya cuadra con un vehículo pensado para entrar y salir con comodidad de él durante los trayectos urbanos.
Al rodar con el 500, lo primero que llama la atención es el tacto de la dirección, pues es bastante lento y pesado; no se puede decir lo mismo del mullido y acabado del volante, excelente, un aspecto en el que el grupo FCA para haber puesto el acento en sus últimas creaciones, pues lo mismo me encontré tanto en el Renegade (El tipo duro del barrio: prueba Jeep Renegade) como en el Giulia (La berlina contraataca: prueba Alfa Romeo Giulia). Por cierto, el volante es regulable en altura pero no en profundidad, algo en lo que los fabricantes parecen estar viviendo una involución, pues hasta hace poco era algo impensable y ya me he encontrado otros modelos de nuevo cuño que tampoco incorporan esta regulación.
Puesto que estamos hablando de un vehículo que no llega a la tonelada de peso, la lógica te dice que deberías poder accionar la dirección con una mano, pero no es así en absoluto y es necesario un esfuerzo notable para su uso. Para solventar el tema tienes la opción de accionar el botón City que amplifica la asistencia en varios puntos, pasando entonces a todo lo contrario: te basta con un dedo para dar toda la vuelta al volante. Este sistema de funcionamiento hiper-asistido funciona hasta unos 50-55 km/h, pero personalmente no me ha convencido más allá del puro aparcamiento -por cierto, qué difícil es aparcar un coche de sólo 2,3 metros de batalla cuando no estás acostumbrado!-. La razón? el tacto se vuelve un poco desagradable, como si el extremo de la barra de dirección estuviera metido en un cubo del Blandi-Blub aquel de los años 80 o condujeras sobre un charco de barro... además, se vuelve tan sensible que incluso en parado notas como el volante oscila a la más mínima insinuación. A su favor hay que decir que el pulsador está muy bien situado y que tiene "memoria", es decir, se mantiene activado o desactivado incluso al parar el motor.
Lo que impresiona de este Fiat es el aplomo que transmite, gracias a que casi todo el coche es plataforma, con las 4 ruedas bien situadas en las 4 esquinas. Las suspensiones son muy firmes y de corto recorrido, quizás incluso demasiado para un uso habitual en ciudad, aunque los badenes se superan sin grandes incomodidades. Junto con el marmóreo tacto de la dirección consigue hacerte creer que estás al volante de un coche mucho más grande y asentado sobre la carretera... da la sensación de que el Abarth no es una versión deportiva del 500, sino que éste es una versión "descafeinada" del escorpión, por lo bien que se llega a defender en zonas de curvas. En estas circunstancias, de hecho, si activamos la opción City, podemos disfrutar mucho por muy poco dinero, aunque se echa en falta una palanca de cambios con más precisión y rapidez.
El carácter del motor también me da que pensar que las calles no son lo suyo aunque suene ilógico. En este caso se trata de un sencillo 1.2 de 69 caballos a los que cuesta hacer despertar por tratarse de un motor de sólo 8 válvulas. Esto quiere decir que por debajo de unas 3.000 vueltas no tiene fuerza ninguna -hasta vibra de forma notoria-, pero a partir de ahí multiplica su potencia por 2; incluso el ruido que hace puede resultar hasta bonito por lo clásico, aunque aquí no sé si tenía que ver la extraña forma del silenciador del tubo de escape que parecía una boquilla de flauta.
Aunque las comparaciones siempre son odiosas, la verdad es que en esta ocasión me viene como anillo al dedo, pues al poco tiempo me dejaron un Aygo de primera generación para un recorrido por Madrid y la diferencia de respuesta era notoria. Aunque el Toyota también era de poca cilindrada y similares caballos e incluso de sólo 3 cilindros, el tener 4 válvulas le hacía salir disparado de los semáforos como un coche eléctrico. Cierto es que el interior daba risa con sus manditos de plástico y el cierre de las puertas de los que se bajaban con el codo, pero el motor era una delicia por su tacto y consumo, pues hice el trayecto Atocha-El Jarama de ida y vuelta y el indicador de combustible no se movió ni un ápice... lo cual no puede decir el Fiat, que para unos 70 kilómetros entre ciudad y carretera me dió un consumo medio de 7,3, igual que mi monovolumen de 1.6 litros y 1300 kilos... En su descargo hay que apuntar que hay otro motor más moderno disponible, un 0.9 turbo de 85 ó 105 caballos pero el más habitual y barato es este 8 válvulas.
En fin, que no se puede negar que es un modelo curioso que navega entre varias aguas: es buen coche para 2 por espacio, habitabilidad delantera y hasta maletero, buen ciudadano por tamaño pero no por motor y dirección, imposible para pasajeros por espacio y acceso trasero, genial por comportamiento en carretera y con un buen motor arriba... raro, raro, raro...
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