Jaguar sigue ahí, trabajando para que cada vez la tengamos más presente en nuestra mente: habrá logrado su objetivo cuando, en el momento en que nos pregunten por alguna marca premium, aparte del trío alemán que todos conocemos añadamos inconscientemente: "y Jaguar, claro!". Y para eso no hay nada mejor que permitir a cuanta más gente mejor el poder ponerse a sus mandos, ver de cerca la elegancia de sus lineas y la finura de su comportamiento... y si es en un circuito, mejor que mejor, verdad?.
Al llegar a las instalaciones de Castellolí -lugar habitual de este tipo de presentaciones-, me encontré con que, curiosamente, me derivaban directamente a la zona off-road donde estaba habilitado el parking del evento, en vez de usar la zona habitual de aparcamiento junto a las oficinas principales. Nada más bajarme de mi coche, empecé a escuchar unos chirridos increíbles de neumáticos y, en un primer momento, pensé que en aquella tanda estaban dándolo todo, pero en seguida caí en la cuenta de que estaba demasiado lejos del trazado como para que el sonido llegara hasta allí -incluso habían habilitado un servicio de buses lanzaderas para cubrir la distancia-. El sonido parecía venir de muy cerca y era demasiado sostenido como para provenir de una curva aislada tomada a demasiada velocidad...
Después de identificarme en la carpa me indicaron que la primera prueba era la conducción en el circuito, pero aún tenía por delante más de media hora que aproveché para chafardear a gusto por el recinto.
Y la verdad es que estaba muy bien montado: había una zona infantil con monitoras y juegos para varias edades con cátering propio, una especie de restaurante con precios muy razonables, una explanada con modelos de exposición y oportunidades de compra, el stand de presentación del eléctrico I-Pace, un scalextric enorme y varios simuladores de conducción de las BlancPain GT series en Montmeló.
Así, pues, aproveché para dar unas cuantas virtuales al Circuit para ir entonando el cuerpo antes de lo importante: pisar asfalto y enfrentarse a los "Jags" de verdad!.
Lo primero es elegir el modelo para rodar... aquí están disponibles las dos berlinas de la marca y el SUV E-Pace. Como la berlina grande ya la conozco de otra prueba (Ponga un Jaguar en su vida: prueba XF y F-Pace) me decido por la "pequeña" y pido probar el XE, pues realmente le tengo muchas ganas. En ese momento el monitor me hace la pregunta del millón:
-Qué versión quieres probar? tenemos varios diesel y, en gasolina, está disponible el 380...
-El 380? -le respondo yo-, pues en ese momento no caigo de a qué se refiere.
-Sí, el gasolina 380 caballos....
"El 380" se corresponde con el tope de gama, con unos datos que ponen los dientes de punta sólo de leerlos: motor 3 litros, 6 cilindros, terminación S, cambio automático de 8 marchas con levas en el volante y 65.000€ de pura deportividad. Vamos, como para pedir probar cualquier otra cosa!
Antes de que se lo piensen 2 veces ya estoy al volante pidiendo salir a la pista. El XE es un coche de líneas dinámicas y eso hace que el acceso sea un poco complicado por lo bajo del techo; igualmente, el espacio interior no es excepcional, pero el aroma de calidad y elegancia que desprende lo compensa todo. Me llama la atención la forma afilada de las salidas de aire laterales, la costura en azul del salpicadero a juego con los asientos y, sobretodo, una línea bajo la base del parabrisas que se une con las puertas.
Motor en marcha, palanca de cambios emergiendo de la consola central (me encanta este detalle!) y pista libre hacia las conocidas curvas de este circuito mientras voy mirando de reojo el cuadro digital. El día está cubierto, ha llovido y la pista está húmeda, pero estoy acostumbrado a conducir sobre todo tipo de superficies -el Colin McRae de la play cuenta, verdad?-, así que estoy tranquilo.
Incluso a bajas revoluciones, el sonido del V6 enamora. Si los motores de 4 cilindros tienden a rugir con fuerza cuando les pisas, en este caso no tiene nada que ver: su sonido es suave y musical, totalmente distinto a lo habitual, pero a mí al menos, me conquista. Pero mejor bajo de las nubes que la recta principal ya se ha acabado: freno con suavidad, encaro la ligera chicane y me dispongo a darle un poco más de alegría al salir de la siguiente curva, pues sé que puedo atacar el vértice sin miedo ante la recta que hay a continuación. Tal y como piso el acelerador este felino me suelta un zarpazo en forma de ligero sobreviraje: qué fuerza tiene! gracias a un leve contravolante y a las ayudas electrónicas la cosa no pasa de una pequeña sorpresa. Tengo que reconocer que incluso me ha gustado cómo se ha comportado, ha sido muy divertido, pero tomo nota mental de que mejor dosifico el tema, en especial cuando salga de la curva más lenta que te lleva a la parabólica de atrás, bastante rápida y peliaguda.
Aunque sólo tengo 2 vueltas cada segundo al volante se disfruta enormemente pues el coche se mueve allí con la agilidad de un gato en una cristalería. Sólo pesa 1.655 kilos -está construido con materiales ligeros- para 4,6 metros de longitud pero se le nota aún más ligero, muy ligero, de hecho parece sobrevolar el asfalto a baja altura. Vas sentado bajo y con las piernas estiradas, enlazando curvas con una facilidad pasmosa. Aunque tengo levas tras el volante no siento la necesidad de usarlas, pues el motor puede con todo, no importan las revoluciones o la marcha insertada: basta con acelerar y frenar, y sobretodo, disfrutar de lo bueno que es y lo afinado que está todo el conjunto. Podría pasarme el día así. Sólo recuerdo otro coche que me haya hecho pasarlo también en circuito -en éste, por cierto- y se trató casualmente de otra berlina, el Alfa Romeo Giulia (Oye mi rugido - Prueba racing Alfa Romeo Giulia).
Me bajo del XE pensando en lo distinto que ha resultado su conducción comparado con su hermano mayor, el XF, mucho más aplomado y señorial, pero me parece una jugada inteligente por parte de la marca el dotar a sus distintos modelos de distinto alma.
La siguiente parada es la prueba en carretera del SUV pequeño, el E-Pace. Al parecer, para este modelo estaba previsto realizar una prueba de tipo 4x4, pero las lluvias del día anterior habían convertido el cauce seco de un río que llevaba hasta las pistas en un auténtico peligro por la fuerza del agua que arrastraba, por lo que, por seguridad, se procedió a cambiar el recorrido.
Si antes comentaba la táctica de la marca de hacer que sus modelos sean muy distintos entre sí, lo mismo puede decirse de la gama SUV: si el F-pace es un modelo visualmente muy impactante (muy agresivo y voluminoso), el E-Pace hace hincapié en la deportividad de las líneas. En la vista lateral se observa su doble vertiente: todo terreno de cintura para abajo, deportivo desde allí para arriba. Lo inclinado de la luneta trasera y el marcado músculo sobre el paso de rueda posterior te remiten, indefectiblemente, al F-Type; pese a su afilado diseño, se marca un maletero increíble para su tamaño de más de 550 litros.
Esta sensación queda confirmada cuando pasas al interior, pues repite el esquema de diseño del coupé de la marca.
Es fácilmente reconocible la forma inclinada del salpicadero y el asa que rodea la palanca de cambios separando a los ocupantes delanteros. Como buen Jaguar, la calidad y los acabados son excelentes, aunque quizás aparecen excesivas zonas desnudas alrededor de la parte baja de la consola central al haber "estirado" el diseño original. Lo que más sorprende es que no incorpore el selector circular para cambiar de marchas del resto de la familia, aunque aquí posiblemente se trate de otro guiño al F, que también monta una clásica palanca.
Nuevamente toca decidir qué modelo quiero probar y me sigo decantando por un gasolina bien potente, en este caso el 2 litros turbo de 250 caballos, con tracción total y cambio automático de -atención- 9 velocidades!.
El recorrido pasa por salir de las instalaciones y subir hasta el cercano puerto de El Bruc, y es un trayecto muy adecuado para probar bien el coche, pues tienes de una sola tacada autovía y carretera de montaña. Y la verdad es que comporta igual de bien en ambas circunstancias. Llama la atención que pese casi lo mismo que un F-Pace (1.800 kg.) pues su tamaño es sólo de 4,40 metros, pese a estar también construido en aceros ligeros y aluminio; sospecho que aquí la pasa factura compartir plataforma con el exitoso pero veterano Evoque... El resultado de este cruce de marcas le hace comportarse con la misma agilidad de su hermano mayor: es un placer curvear entre los árboles girando levemente el volante y notando cómo vas de un giro a otro con absoluta precisión, bien secundado por el potente motor. Al tratarse de un 4 cilindros el sonido cambia totalmente: de hecho, es prácticamente inaudible y lo que más se escucha es el silbido del turbo.
Al igual que muchos otros coches, el E-pace tiene varios modos de funcionamiento que afectan a la respuesta de motor, suspensión y dirección, pero me ha parecido especialmente inteligente cómo funciona. Al lado de la palanca de cambios encontramos este selector de buen tamaño para ir cambiando entre los distintos modos: cae justo donde la mano y permite accionarlo sin tener que apartar la vista de la carretera, lo cual, para conductores como yo, que me paso la vida "jugando" con este tipo de gadgets es una gran ventaja. Además, se refleja claramente en el sistema HUB de proyección de datos sobre el parabrisas, pues éste muestra la velocidad actual y la marcha insertada entre otros datos; si circulas en automático, aparece una D, pero si decides cambiar tú mismo -hay levas tras el volante-, aparece el número de la marcha insertada. Y más divertido aún: si seleccionas el modo Dynamic, a ambos lados aparecen en semicírculo el resto de marchas y se van moviendo según vas cambiando... muy vistoso y acertado, la verdad.
Al bajarme de este pequeño SUV estaba ya a punto de irme cuando volví a escuchar los chirridos de neumáticos y aproveché para preguntarle al monitor que me acababa de acompañar si sabía a qué se debía; me comentó que le parecía que había una zona de derrapaje donde te daban un par de vueltas de copiloto o algo así, así que me acerqué a investigar.
Y lo que me encontré fue lo más increíble que he visto nunca en un evento de estas características.
Sobre una superficie pulida -a la vista parecía mármol o hielo-, se había dispuesto un circuito a base de curvas enlazadas y por allí danzaban dos XF a base de derrapes y de machacar neumáticos... lo nunca visto, vamos.
La consigna suele ser que hay que cuidar los coches, pues deben pasar por muchas manos y tienen que durar mucho. Aquí, en cambio, se trataba de forzar los límites, hacerlo sobrevirar deliberadamente a base de acelerones para luego tratar de recuperarlo y volver a empezar!.
La cosa comenzaba con dos vueltas como acompañante de un experto en estas lides que explicaba cuál era el truco: básicamente consistía en empezar a baja velocidad, girar el volante a tope y acelerar a placer. Cuando notabas que el maletero te iba a sobrepasar, soltabas gas y hacías contravolante hasta recuperar el control pensando ya en la siguiente curva que también tenías que intentar tomar de lado. Por si no bastaba con eso, la última curva estaba situada en un cambio de rasante, con lo que era totalmente ciega. Como "regalo" la segunda vuelta ya la hacía a su ritmo, para que vieras de lo que podía ser capaz esta.... cómo la he llamado antes? berlina aplomada y señorial?.
Tras la explicación, toca ponerse al volante solo dentro del coche... y te acuerdas de cuando en las retransmisiones de F1 hablan de la soledad del piloto en el cockpit; por suerte, por radio te van guiando y recordando cómo va el tema, aunque la presión de sentirse observado por el resto de participantes del evento no ayuda precisamente. Tengo que decir que no se me dió del todo mal, no hice ningún trompo ni jugué a los bolos con los conos, inclusó conseguí alguna bonita enlazada en las 3 vueltas que tenía para mí. La verdad es que la forma física de este Jaguar tiene mérito, porque hablamos de casi 5 metros de coche y esto no era problema para moverse por el circuito con una precisión absoluta.
Cuando acabé mis vueltas, no pude evitar quedarme un rato disfrutando del espectáculo. Cada vez que uno de los coches se paraba a mi lado notaba el calor del motor, el olor de los frenos y los neumáticos, los pequeños chasquidos metálicos de la carrocería ante semejante exigencia. También me hacía gracia ver a los conductores, que se subían con nervios mal disimulados y se bajaban con risas pero todos queriendo repetir y mejorar su control. En una de las tandas, me fijé en la calidad del manejo que mostraba uno de los participantes, con largos y controlados derrapes; de auténtico especialista, vamos. Primero pensé que sería el monitor dando una exhibición, pero luego me dí cuenta de que éste estaba fuera del coche. Mi sorpresa fue mayúscula cuando ví que el experto en drift era un señor de unos 80 años, con su boina y su bastón que se bajaba diciendo "muy bien, va muy bien", pero como si tal cosa... hasta que me enteré de que era un antiguo piloto, alguien acostumbrado a hacer manos con monturas mucho más exigentes!
Todo genio y figura... igual que los Jaguar.
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