Pero la paciencia y la perseveración siempre tienen sus frutos y, gracias a una invitación de la propia marca, he podido realizar una pequeña prueba dinámica en el marco del Automobile Barcelona (http://theredstig.blogspot.com.es/2017/05/pasen-y-vean-automobile-barcelona.html) del -ahora ya- penúltimo modelo que han lanzado los británicos. El circuito permitía comprobar in situ las cualidades trepadoras del Discovery en dos "jorobas" con una inclinación de unos 30 grados, así como las facilidades que proporciona para el descenso controlado. El recorrido, por cierto, estaba adornado con molinos y zonas heladas, pues provenía del diseño realizado por un niño, ganador de un concurso en Facebook.
Así pues, me planté un soleado sábado de mayo en la carpa negra adornada con el óvalo verde acompañado por mi fotógrafa particular para comprobar por mí mismo qué tal rueda este todoterreno premium.
Una rápida identificación, entrega de la acreditación correspondiente para colgar del cuello -otra más para mi colección! 😁 y a los 5 minutos ya estaba abriendo la puerta de un reluciente y nuevecito Discovery que acababa de completar el circuito.
Como comentaba en la entrada dedicada a este modelo, visto de cerca es un vehículo que impone, y mucho, con sus 5 metros de largo y sus 185 cm. de altura. Abrir la puerta es casi como franquear la entrada de una pequeña habitación y te das cuenta de que, para acceder al interior, es preciso realizar un esfuerzo considerable por la altura de la plataforma; luego caes en la cuenta de que la suspensión neumática está en función off-road, en su punto más elevado, y de ahí que sea necesario superar semejante escalón.
Una vez acomodado en el interior, la sensación no puede ser mejor, con la elegancia de diseño y calidad de materiales y acabados que definen a estos coches ingleses. Asientos ámplios y cómodos, espacio por doquier, visibilidad perfecta... el parabrisas es del tamaño de una pantalla de cine y te invita a disfrutar del mundo desde una butaca inmejorable; si eres de los que piensan como yo que cualquier viaje empieza en cuanto te ciñes el cinturón de seguridad, pocos coches como éste te van a invitar a disfrutar el trayecto desde el km. 0.
Giras el elegante selector circular del cambio automático para engranar la D -para qué colocar una antiestética palanca de cambios convencional?- presionas suavemente el acelerador y el Discovery empieza a rodar con la majestuosidad de un barco abandonando el muelle. Lo primero que tienes que hacer hoy es ser capaz de encarar las ruedas en el estrecho espacio entre las barandillas... y no es una forma de hablar, pues están diseñadas para la anchura de un Evoque, por lo que toca hilar fino.
Tengo, pues, que hacer maniobras apoyado desde fuera por uno de los monitores que me hace señas desde lo alto del paso elevado. Y qué fácil es manejar esta hermosa mole! contra lo que puede parecer por su volumen, en un espacio muy reducido es capaz de hacer un giro de 90 grados, recular, corregir y realizar la operación con total suavidad: el volante se puede hacer girar sin el más mínimo esfuerzo, el cambio automático permite controlar al milímetro el avance desde el acelerador, el motor es inaudible, más que rodar parece flotar sobre el suelo... quizás es ésto último lo que más impresiona, la increíble calidad de suspensión y rodadura. Además, al insertar la R, la generosa pantalla central se convierte en el monitor de la cámara trasera permitiendo un mejor control del entorno.
Una vez me indican que tengo el coche recto, empiezo el ascenso. Para dar tiempo al monitor a bajarse de la estructura metálica, tengo que parar con el coche ya inclinado pero esto no supone ningún problema; aquí el cambio automático me facilita el trabajo y tal y como suelto el freno y piso con decisión el acelerador, el Discovery corona la cima sin despeinarse, aunque aquí sí que el motor ha dejado ir un agradable bufido cuando le he exigido potencia.
La segunda montaña es aún más alta y espectacular: aquí la gracia está en que, a media subida, tienes que mantener el coche firme mientras un brazo hidráulico te eleva para que puedas completar el recorrido.
Como esta segunda parte si es de la anchura adecuada, ahora no necesito ayudas externas para afrontar el obstáculo y colocarme en la posición correcta; al igual que antes, no hay problemas de tracción para corregir la situación del coche en cualquier momento sin miedo a irse de espaldas. Resulta curioso estar allí, aguantando el tipo con el freno pisado y en una postura parecida a los de unos astronautas que esperan la cuenta atrás para abandonar el planeta mientras lo único que ves por el parabrisas es el cielo u otro LR que evoluciona por donde tú ya has pasado y así darte cuenta, por comparación, de lo alto que realmente estás.
Cuando la plataforma completa el recorrido puedes iniciar el descenso que, al igual que la subida, es un juego de niños: basta con ir aflojando la presión sobre el freno y prácticamente baja solo sin una queja o mala reacción. Nueva curva de 90 grados a la izquierda y, muy a nuestro pesar, el recorrido se ha terminado, por lo que no nos queda otra que abandonar el coche aunque me quedaría muy a gusto a vivir en él...
Y poco más! antes de salir, por cortesía de la marca, pudimos tomar un refresco y un tentempié para continuar recorriendo este Salón del Automóvil de Barcelona, con parada obligatoria en el stand de Jaguar/Land Rover y admirar el modelo que la marca acaba de lanzar, el Velar, y del que espero poderme "colar" en alguna presentación para poderlo explicar aquí.
En breve, más sensaciones al volante!
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