martes, 11 de febrero de 2020

La vida te da sorpresas - contacto Renault Captur



Me da la sensación de que, cuando Renault diseñó y lanzó el Captur, no acababa de ver claro el éxito de este modelo. Los pobres resultados del Modus -y más en comparación con las tremendas ventas del monovolumen Scenic- no parecía invitar a seguir invirtiendo en el segmento de los urbanos de techo alto. Aún así, no eran pocas las marcas que se aventuraban a lanzar sus versiones de SUV sub-compacto, siguiendo la estela del controvertido pero exitoso Nissan Juke y la régie no podía quedarse atrás; aún así, tardó dos años más que el pequeño japonés en comercializar este Captur y, cuando lo hizo, fue con una limitada cartera de motores.


Dos gasolina y dos diesel, con potencias de 90, 110 ó 120 caballos. Y para de contar. No es un modelo urbano, corto y ligero? para qué nos vamos a complicar con motores de más potencia? Tracción 4x4 o mínimas capacidades off-road? si lo más complicado que subirá será la rampa del parking del supermercado! Nada, para eso ya está el Jeep Renegade, que además juega en otra liga distinta... y respecto al diseño, redondito, como el Clio y eso que nos ahorramos. Para diseño cool, el mercado tiene suficiente con el  Fiat 500x, aunque hay que reconocer la buena idea que tuvieron al pintarle el techo de negro, creando escuela al respecto.


Bromas aparte, lo cierto es que el lavado de cara del 2017 le sentó de maravilla, dotándole de un aspecto mucho más atractivo y atrayente, y perdiendo gran parte de esa imagen de coche tímido que presentaba. Tan bien le sentó, que la nueva segunda generación que se lanza en breve parece más bien un segundo restyling, a rebufo del ejemplo del Clio. Siguiendo la línea 2017, donde se presentaron motorizaciones más potentes, se mantiene la variedad, pero ahora el tope lo ponen los 160 caballos de la versión enchufable.


Donde también se notará una amplia diferencia será en el interior, pues hereda el salpicadero de su hermano pequeño, con el salto que esto supone en diseño y calidad. Y es que el saliente acusa mucho, muchísimo, el paso de los años.


Resulta increíblemente sencillo y minimalista, con unos pocos pulsadores apiñados en el centro que dan una imagen muy low-cost. A su favor, decir que cuenta con una pantalla de tamaño razonable incrustada en la zona alta de la consola central, pero los plásticos usados ofrecen muy poca sensación de calidad, quizás por el color gris tipo maqueta-sin-pintar que usa. Resulta curioso comprobar cómo una simple coloración en un tono más oscuro ayuda a crear una atmósfera más lujosa aunque los materiales utilizados sean semejantes. Cosas de la percepción humana, supongo.


Tampoco la extraña disposición del cuadro de mandos ayuda mucho. En su momento destilaba modernidad, pero comparado con los modernos cuadros digitales se le ve muy desfasado: parece sacado de un prototipo retro-futurista, con esas formas extrañas y la forzada combinación de indicadores analógicos y pantallitas. Aunque me había sentado en su interior muchas veces y pese a los años que lleva entre nosotros, curiosamente, hasta el momento, no había tenido la oportunidad de conducirlo en persona, pues las últimas veces que había acudido al Salón del automóvil de Barcelona siempre había alguna novedad que me llamaba más la atención y que relegaba al pequeño Captur. Hasta este año, en que me decidí a darme una vuelta con él por Montjuich in extremis, pues sabía que su sustituto estaba ya en capilla.


Como decía, el primer vistazo no es demasiado favorable. Además de la pobre sensación que transmite, el diseño del salpicadero, abombado por el centro y alejado por los extremos para ofrecer amplitud delantera al interior, hace que te sientas muy poco integrado con el vehículo. No es de aquellos coches en los que sientas y te arropa, como si fuera un colega que enseguida te pasa un brazo por el hombro y te hace sentir parte del grupo. Todo lo contrario, el Captur mantiene las distancias, separándote claramente de él. La posición de conducción tampoco ayuda, pues es bastante erguida, tipo silla de escritorio y ya te deja bien a las claras qué te ofrecerá después en movimiento.


Cómodos y amplios asientos, suspensiones tirando a blanditas, buen tacto de todos los mandos... como buen Renault, destaca por lo equilibrado que es, como siempre a medio camino entre el confort excelente de los Citroën y el punto deportivo de los Peugeot. Así, en las curvas se inclina leve pero perceptiblemente y te invita a un ritmo relajado, pero luego no te machaca la espalda al superar un reductor de velocidad. Dirección y cambio cumplen con nota, no se les puede hacer ni un reproche, pero ambos son de accionamiento lento, todo sucede como a cámara lenta o debajo del agua. El motor era el 1.2 de 120 caballos y, en consonancia con el coche, resulta agradable y fácil de conducir, pues, pese a su relativamente corto cubicaje, los 4 cilindros le confieren la facultad de rodar con facilidad a bajas revoluciones sin tirones o asperezas, aunque el efecto del turbo es casi imperceptible. Nada que ver, por ejemplo, con la catapulta que representa el motor turbo del Honda Civic, por citar un motor de arquitectura similar.


En fin, un modelo bien pensado y al que es difícil encontrarle peros, más allá de su atonía y de la falta de pasión en su conducción que produce. Seguro que, en su nueva generación, limará algunos de sus escasos puntos flacos y le permitirá seguir con paso firme camino de su tercera generación... lo cual ya es más de lo que el Modus pudo decir!.

En breve, más sensaciones al volante. En quince días, una nueva entrega de mi blog, en la que no nos moveremos de este segmento en clara pujanza y donde tendremos el primer ejemplo del revival que nos espera de los 90...

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