lunes, 29 de febrero de 2016

kuga's en la nieve





El año pasado por estas fechas, tuve la oportunidad de tener mi primera experiencia de conducción 4x4 sobre la nieve. Gracias a Ford-Romacar, pude pasar un par de días en Panticosa, y probar una mañana el sistema electrónico inteligente que monta este interesante SUV. Hace cosa de un par de años, gracias a otra promoción de Facebook, me cedieron otra unidad de este modelo y, casualidades de la vida, me dirigí también al Pirineo Aragonés para comprobar que tal se desenvolvía sobre las curvas de las carreteras de montaña; como todo buen Ford, la estabilidad era soberbia pese a su tamaño y peso y enlazaba curvas como un Focus. Con un amplio habitáculo, buen maletero y bajo consumo, pocas pegas se le pueden poner a este modelo, pero me quedé con las ganas de verlo en su salsa.





Así que un viernes salí prontito de Barcelona para cubrir los 350 km. que me separaban del balneario de montaña. En principio, tenía asignada las 15:00 para probar el Ford, pero al llegar nos recomendaron aplazarlo hasta el día siguiente, pues las condiciones del circuito no eran las óptimas después de varias horas con otros conductores haciendo de las suyas. En un pequeño briefing, así mismo, nos explicaron el funcionamiento del sistema 4x4 del Kuga: básicamente, a base de electrónica, se distribuye en cada momento la fuerza entre las ruedas de forma independiente, sin que el conductor tenga que hacer otra cosa que conducir con normalidad. No existe la típica ruedecilla para avisar al coche sobre qué tipo de superficie conduces, pues él reconoce la carretera/camino y actúa en consecuencia. Simple y fácil, el que suele equivocarse aquí es el humano, pues si conduce con demasiada prudencia -acelerando y frenando cuando la lógica se lo dicta- es cuando el sistema no nos entiende al interpretar erróneamente nuestras órdenes.

Después de comer en el hotel, aprovechamos para dar un paseo por la zona, aprovechando que había salido el sol y, pese a las nevadas recientes, la temperatura era agradable.



Una visita al lago helado...



El bosque nevado...

Pero detrás del hotel, encontré lo que había ido a buscar a Panticosa, los Kuga's sobre los que se realizaba la prueba de conducción.


Allí estaban aparcados los cuatro 2.0 Tdci Titanium de 140 C.V., inmaculados, relucientes, esperando pacientemente su turno para saltar a la nieve.

No pude resistirme a acercarme para admirarlos de cerca porque, con su altura y líneas agresivas, visto de cerca es un coche que apetece conducir. Así pues, prometiéndomelas muy felices, volvimos al hotel a esperar impacientemente que llegara el día siguiente.


Y al levantarnos, nos llevamos otra grata sorpresa, pues el día apareció cubierto y nevando.


Si desde el comedor del hotel ya se veía así, desde fuera la cosa prometía, pues nevaba con fuerza. Los monitores estaban encantados, eso sí, pues eran unas condiciones excelentes para demostrar la validez del sistema 4x4. Convenientemente abrigados, nos atrevimos a salir al aire gélido, listos para una prueba de conducción que se prometía extrema.


Al diferencia del día anterior, los Kuga's estaban alineados sobre el campo nevado, esperando a los 4 afortunados que, durante 30 minutos, encararíamos un circuito entre conos a base de curvas cerradas, mientras los monitores -ganándose el salario a base de bien-, nos guiaban por radio desde el exterior soportando las inclemencias del tiempo mientras nosotros íbamos mejorando nuestra trazada a cada pasada.


Como en el fondo creo que tengo tendencias masoquistas, me coloqué en el primer coche, dispuesto a ser el primero en reconocer el circuito. Y allí estaba yo, viendo caer los copos cada vez con más fuerza y con menos visibilidad, dispuesto a circular sobre una campo de nieve virgen a una velocidad claramente ilógica... confiando en la lógica de un sistema informático.



Además de probar coches, tengo otras aficiones, claro. Una de ellas, por ejemplo, es esquiar, y no hay nada mejor que deslizarse sobre nieve recién caída. Alguna vez he tenido la suerte de que me ha pillado en lo alto de las pistas una leve nevada y la bajada se convierte en algo inigualable: los esquíes hienden la nieve bajo tus ojos y te mueves con una suavidad inimaginable sobre los copos recién posados. Es como pasar el dedo por dentro de un azucarero. Y esta vez iba a vivir lo mismo, pero desde dentro de un coche, con esa sensación transmitiéndose desde las ruedas delanteras al volante.

Cuando me dieron la señal para iniciar la marcha, puse primera y levanté el embrague con suavidad, pensando en que me encontraba con un palmo de nieve delante de cada rueda. En un coche normal no me habría movido del sitio, pero el Kuga empezó a avanzar sin ningún problema. Nos habían recomendado hacer todo el recorrido en primera, soltar el acelerador antes de girar el volante y acelerar con decisión después, dejando al sistema trabajar. Encaro 2 curvas suaves enlazadas sin problemas pero la tercera, cerrada y a izquierdas, se me atraganta: por más que giro el volante, la trayectoria tiende a abrirse, por lo que sigo girando y dejo de dar gas. Resultado: lo empeoro todo, y casi me salgo del circuito. La siguiente curva, suave a la derecha, es más fácil de gestionar y recupero fácilmente el control del coche. Está claro cual será el enemigo a batir: el tercer curvón y mi reticiencia a dejar trabajar al sistema!.

Tras unas cuantas pasadas, empiezo a entender y a comprobar que, manteniendo el gas y girando el volante mucho menos, el coche corrige sólo la trayectoria. Voy cogiendo confianza. Como además no para de caer nieve, cada pasada es como si fuera la primera: siempre hay nieve virgen y el volante transmite esa deliciosa sensación de flotabilidad y desconexión con las ruedas delanteras. En verdad, estoy esquiando sobre este genial Ford, que me permite deslizar la trasera casi a voluntad mientras voy enlazando las curvas. La sensación de seguridad y control es total, gracias al sistema inteligente 4x4.

Ahí va un pequeño vídeo al respecto.





Donde la altura libre al suelo del Kuga y el agarre dio muestras de su calidad, fue justamente en el punto de espera antes del inicio del recorrido, pues los 4 coches pasando a baja velocidad por la misma zona crearon unas roderas encharcadas espectaculares. Sinceramente, con otro tipo de coche no me hubiera atrevido a pasar, pero los veías pasar uno tras otro sin el más mínimo problema!.




Tras media hora de disfrutar del recorrido, me tocó ceder mi puesto al otro conductor, que hasta el momento había soportado estoicamente mis sacudidas desde el asiento del miedo. Entonces me tocó a mí pasar al puesto del copiloto, desde pude disfrutar nuevamente de las sensaciones de deslizamiento controlado que se pueden vivir en este tipo de experiencias, pero ahora desde el lado derecho del coche; también resultó interesante, pues me podía concentrar en disfrutar el recorrido sin tener que preocuparme de dirigir el coche. Un poco como subirse a una vagoneta de una montaña rusa, vaya!.

Pero todo lo bueno se acaba en un momento u otro, y aunque me hubiera pasado toda la mañana allí, al cabo de una hora la sesión acabó, pues ya había otro grupo de impacientes conductores aguantando bajo la nevada su oportunidad de demostrar su control del vehículo. Agradeciendo a los monitores su trabajo y, tras despedirme de todo el mundo, nos dirigimos a nuestros coches particulares, deseando que los quitanieves hubieran hecho su trabajo, pues mi Ford particular no tiene tracción a las 4 ruedas.

O, si no, más me valía haber aprendido lo suficiente en el cursillo para poder salir de allí!.




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