martes, 26 de enero de 2016

El chiste de la electricidad? es muy corriente...prueba Nissan Leaf


Este fin de semana, Autopista y Nissan han puesto al alcance de todo aquel que estuviera interesado el volante de un tipo de coche que, invariablemente, representará el futuro de la automoción: el coche eléctrico. Así pues, en la Illa Diagonal encontrabas el típico stand de este tipo con un Leaf y una furgoneta NV-200 -versión eléctrica-, para que cualquiera pudiera darse un garbeo y comprobar personalmente las sensaciones que proporciona este tipo de vehículo. Como gran aficionado que soy a conducir me acerqué a probarlo y, de paso, aprovechar para pasar un buen rato charlando con el atento monitor que me tocó en suerte. Tengo que reconocer que me chiflan este tipo de eventos, pues te permiten experimentar de primera mano las últimas novedades y la oportunidad de conocer a gente que siente y vive este mundillo muy a fondo. En este caso, pude pasar un buen rato con un periodista de Motorpress Ibérica, una persona que sabe que terreno pisa.


Aunque lo del coche eléctrico suena muy novedoso y futurista, lo cierto es que lleva muchos años entre nosotros. De hecho, tantos como la existencia del vehículo automóvil; cuando se empezó a popularizar esta máquina automotriz, el estándar aún no estaba fijado y no estaba claro cual se impondría. Los vehículos podían ser a gasolina, gasóleo, eléctricos e incluso a vapor. Como bien sabemos, finalmente se impusieron los 2 primeros, en detrimento de la mucho más eficiente impulsión eléctrica. Aún así, siempre han estado ahí, a la espera de que la tecnología desarrollara un sistema de almacenaje que no implicara estar horas y horas enchufado a la red eléctrica para luego disfrutar de una autonomía limitada... El cine y la literatura siempre han apostado por este tipo de vehículo como sistema personal de transporte futuro y los prototipos eléctricos han abundado en los salones del automóvil de todas las épocas. Los conspiranoicos afirman que este motor no se ha desarrollado por las presiones de los grupos petroleros, pero yo creo que, simplemente, la tecnología no daba para lograr que fueran un competidor auténtico de los motores de combustión/térmicos.







Recuerdo que en los 80 un móvil pesaba 5 kilos y la batería 10 y sólo lo usaban los que realmente lo necesitaban. Cuando en los 90 se desarrollaron baterías y terminales de poco peso, su uso se extendió como un virus mortal en una película de zombis, pesara a quién pesara. Pues con el coche eléctrico pasará igual: una vez se desarrolle una batería con una autonomía adecuada y un sistema que permita recargarla en un tiempo razonable en una "electrolinera", pues no todo el mundo tiene al alcance un lugar propio donde enchufarlo, el estandard cambiará, y los coches actuales pasarán a ser una reliquia, un capricho para 4 locos. O quizás triunfe el prometedor sistema de la pila de combustible, capaz de generar electricidad para unos 500 km. a base de cargas de hidrógeno que se realizan en pocos minutos. En fin, ya se verá.

Al respecto, hace un tiempo leí unas declaraciones de un gurú del sector que afirmaba que "el coche eléctrico liberaría al motor actual igual que el automóvil liberó al caballo". Decía esto porque, antes de su invención, los caballos eran maltratados en el campo y para el transporte, y, cuando no se les necesitó para trabajar, pasaron a ser un hobby, con lo que mejoró su calidad de vida. Así pues, el -demonizado- motor de combustión, quedará relegado a una rareza, una cuidada reliquia, una vez el coche eléctrico se adueñe de las carreteras y podamos cubrir nuestras necesidades de transporte sin destrozar el medio ambiente. Y es que conducir es una experiencia sensorial casi perfecta: trabaja la vista (buscando la trazada), el tacto (guiando el volante), el oido (con la sinfonia de algunos motores) y el olfato (con el olor a coche nuevo o a gasolina quemada); sólo falta inventar un volante con sabores y ya estaría todo el pack completo!. Pero ésto sólo funciona si encaras tu carretera de montaña preferida en tu pequeño descapotable; para pasar varias horas dentro, ya sea en largos viajes o en interminables atascos ciudadanos, lo único que agradecerás es la máxima comodidad y, aunque el coche eléctrico, elimina 2 sensaciones (ruido y olor a combustión), seguro que la mayoría de conductores lo cambiarían gustosos por ahorrarse stress y dinero en combustible. Al fin y al cabo, al montar a caballo también se conseguía una comunión entre jinete y montura que sólo mantienen los aficionados a la equitación y no por eso vamos cada día a trabajar sobre un equino...



Recórdais este capítulo de Los Simpson?

https://www.youtube.com/watch?v=BJasIJylbJM


Evidentemente, la gracia del gag está en que es una atracción financiado por los grupos petroleros norteamericanos, teóricamente en contra del coche eléctrico -como señalan los Canteros en otro antológico momento de esta serie-, pero es divertido analizar la secuencia, porque casi no acierta ni una.

-El coche avanza con un traqueteo ruidoso.
-Habla con voz de pena y tiene poca energía.
-Dice que no va muy deprisa.
-No llega muy lejos.


Cualquiera que se haya acercado a probar el Nissan Leaf habrá podido comprobar que lo primero que llama la atención es que es silencioso al 100%, tanto que se plantearon incluir algún tipo de sonido a baja velocidad para que los peatones advirtieran su llegada y la consiguiente paradoja de cambiar una ciudad llena de ruido de motores por una llena de pitiditos. El pobre coche de Los Simpson parece que no tiene fuerza y esa es otra mentira: pensad en un coche de scalextric o por control remoto y en cómo salen disparados en cuanto tocas el acelerador! de hecho, esta cualidad del motor eléctrico, de pasar instantáneamente de la nada al todo, fue otro quebradero de cabeza para los técnicos y así evitar crear un artefacto inconducible... Nuestro amiguito también dice que no va muy deprisa: ok, el Leaf está limitado a 150 km/h pues al aumentar la velocidad baja la autonomía, pero no olvidemos que el AVE es eléctrico y alcanza los 300 sin despeinarse. Por último, dice que no llega muy lejos y éste Leaf ya va por los 250 kilómetros de autonomía... paciencia, todo llegará!





Al acercarnos al modelo japonés, podemos comprobar que han optado por un diseño poco estridente, lejos de excentricidades o soluciones demasiado futuristas. De líneas fluidas en general, podría pasar por un modelo más del segmento C que pueblan nuestras ciudades si no fuera por un pequeño detalle que lo delata al mirarlo de frente.



Vemos que las oberturas son mínimas, pues no necesita absorber aire para su correcto funcionamiento como en el resto de motores. De igual manera, en la vista trasera se advierte la falta del tubo de escape.



Especialmente llamativas son las luces delanteras, con un tamaño y un diseño muy trabajado. Llegan hasta la base del parabrisas y cumplen una función aerodinámica añadida, básica a la hora de arañar kilómetros a la autonomía.



Una vez dentro, sigue la tónica de diseño ordenado y sencillo; además, es inevitable pensar en algunas creaciones de la otra marca del grupo, Renault. No hace gala de su condición de vehículo fuera de serie, como sí hace el híbrido Prius. Sólo al "ponerlo en marcha", la miríada de lucecitas y colorines te advierten de que quizás sí que tiene algo especial, al observar que falta el cuentarevoluciones y que el indicador de la carga restante está bien visible.


Cómo bien decía, pisas el freno, aprietas el botón de On/Off y el cuadro de instrumentos cobra vida, en el más absoluto y desconcertante silencio. Accionas la palanca de cambios -que parece un ratón de ordenador-, pones la D y aprietas con cautela el acelerador, dudando aún de si pasará algo. Y sí pasa. El coche empieza a deslizarse con suavidad mientras oyes un pequeño silbido que recuerda al ruido que hace el AVE cuando empieza a rodar. Pero dura poco, enmascarado enseguida por los ruidos de rodadura. Llegas al primer semáforo, frenas y vuelves al silencio absoluto; si en coche con sistema Start/Stop llama la atención advertir que el motor se para solo, en este es aún más inquietante, pues es que realmente no ha llegado a "encenderse".

Aprovechando la cercanía con la plaza España, pido permiso para acercarme hasta el antiguo trazado de Montjuic y así disfrutar un poco más del Leaf. Cada dos años, es posible rodar en este circuito gracias a las pruebas dinámicas que se organizan en el Salón del Automóvil y es un recorrido indicado para hacer en Barcelona si se tiene la oportunidad y así rememorar las hazañas de los osados que se jugaban la vida aquí en cada carrera.


Aprovecho la subida de la recta de l'Estadi para pisar a fondo y los 109 c.v. tienen una respuesta instantánea y poderosa, como el de un buen motor de gasolina y, en la revirada zona de bajada que viene a continuación, puedo notar como el Leaf gira plano y la dirección -eléctrica- tiene un tacto agradable y preciso. Por suerte, es un domingo a las 16:30 y puedo hacer un poco de más sin molestar a nadie.

Seguimos callejeando y charlando plácidamente y advierto que, cada vez que suelto el freno, el sistema recarga mínimamente las baterías y me "premia" con arbolitos si conduzco con eficiencia. En este aspecto, me resulta más agradable que el agresivo sistema regenerativo de otro modelo que probé en su día, el BMW i3, que te permite conducir, en la práctica, usando sólo el acelerador. En seguida me doy cuenta de que el cambio automático -por llamarlo de alguna manera, pues realmente no hay marchas que cambiar- permite controlar con acierto la velocidad del coche; aún recuerdo lo frustante que fue conducir el primer Prius, cuando en el Fórum de las Culturas de Barcelona 2004 realizaban pruebas dinámicas. En aquella ocasión, me bajé maravillado de lo bien que funcionaba en eléctrico y lo desagradable que era el resto del tiempo, cuando pisabas el acelerador y el motor se revolucionaba pero el coche no aceleraba en la misma proporción... aspecto que, por cierto, en el actual ya está solventado.

Y tras unos agradable minutos, la prueba se da por concluida, y advierto que el Leaf está en el justo punto medio del mercado. No es el estratosférico y caro i3, pero tampoco el demasiado sencillo y más económico Renault Twizzy o el sorprendentemente resolutivo Volkswagen e-UP! que conduje hace un par de años en unas jornadas de promoción del coche eléctrico. Por tamaño, precio y prestaciones está pensado para luchar contra lo más granado del mercado sin desmerecer en absoluto y ofreciendo mucho más que ecología: placer de conducción, comodidad... no sé si es bueno o malo no parecer lo especial que se es, pero es así. De hecho, estoy seguro que más de un acompañante no lo advertiría si no le avisaran de su especial motor. Eso es bueno o malo?.

De vuelta al stand, me piden que rellene una pequeña encuesta en una tablet y, como agradecimiento por mi tiempo, me hacen un práctico obsequio: una mochila y una batería externa para el móvil.

Nota: si te ha gustado, dime dónde me has leido, please! es para una estadística...




4 comentarios:

  1. Qué bien te explicas, al final tendré que cambiar mi "bebe" por uno de estos.

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    1. Gracias, Mar! esa era mi idea con este Blog: transmitir porqué me gustan tanto los coches y qué se siente en cada situación que relato. Te reconozco que un coche que gasta 2€ cada 100 km es muy apetecible, pero yo no cambiaría el carácter y la planta del tuyo por nada...

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  2. Si te ha gustado éste, atenta al de la semana que viene...lo-vas-a-flipar!

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  3. Me quedé con las ganas de probarlo en Madrid, pero me pilló fuera. Está claro que los coches eléctricos son el futuro inmediato

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