miércoles, 2 de mayo de 2018

La forma del agua - prueba racing GTI Peugeot



Si hay una marca a la que le gusta mimar a los aficionados a los coches con mucha garra -nunca mejor dicho, con ese diseño de pilotos traseros!- es Peugeot. Sabe que somos muchos los pirados de este mundillo que estamos dispuestos a hacer los kilómetros que hagan falta para poder disfrutar pisando a fondo a sus modelos y cada poco tiempo organiza eventos en uno u otro circuito para que podamos comprobar in situ lo que es un coche de corte deportivo. Así, si gracias a ello he podido probarlos en El Jarama (Gone in 6 seconds: Peugeot 308 GTI Experience) y en Castellolí un par de veces (Peugeot Land), aún me faltaba vivirlos en un entorno aún más privilegiado: Montmeló.


Gracias a mi afición últimamente tengo la sensación de que me paso allí tantas horas que ya me paseo por las instalaciones como Pedro por su casa y me enfrento al trazado con la ventaja que te da haberlo recorrido varias veces, pero tengo que reconocer que, en esta ocasión, tenía ante mí algo nuevo y poco usual: una pista mojada.


El test drive se realizaba en el marco del CatalunyaRX (Inside Peugeot - Crónica CatalunyaRX 2018), y estaba planificado para el sábado, pese a que el día había amanecido cubierto y lloviznaba a ratos, cuando no diluviaba directamente. Pero si la competición no se iba a parar por tal motivo, nuestra sesión de conducción tampoco, y eso que yo prácticamente contaba con que se suspendería o, al menos, se aplazaría hasta el día siguiente cuando las previsiones eran de sol y calor.


Ni mucho menos! en un briefing relámpago -de los más breves en mi experiencia como asistente a este tipo de eventos- sólo se nos comentó que daríamos 3 vueltas a la parte izquierda del circuito por estar la derecha cerrada para el WorldRX a bordo del 308 o del 208 GTI acompañados por un monitor que nos haría las veces de copiloto y que tuviéramos precaución por que la pista estaba "algo" mojada... y eso que estábamos hablando de coches de tracción delantera con 270 y 208 caballos respectivamente!


Como ya había conducido los dos modelos, no me preocupé mucho del que me tocara en suerte... que resultó ser el compacto en formato bicolor.


En esta versión 2017, se ha retocado levemente el aspecto del frontal, con paragolpes y pilotos oscurecidos respecto a la anterior, pero lo que realmente le delata como una versión fuera de serie son los neumáticos de mínimo perfil, Michelin Pilot Super Sport en llanta gris de medida 235/35 R19 que prácticamente llenan todo el espacio del paso de rueda y le dan un aspecto intimidatorio y espectacular... y yo que no puedo dejar de pensar que el asfalto está encharcándose a marchas forzadas!.


El interior es tan bueno como lo recordaba, con una elevada calidad de realización y materiales, y con los suficientes aditamentos estéticos como para dejarte bien claro que no estás ante una motorización usual. Costuras rojas en los asientos y en el salpicadero -que al tacto parece de piel-, pedalier de aluminio,  inscripción GTI en el pequeño y bajo volante con "punto de mira" en su parte más alta, el mismo logo en la pantalla entre las esferas del cuadro de mandos y unos asientos deportivos de primer orden firmados por Peugeot Sport.


En serio, realmente son para verlos de cerca, pues entre la forma del reposacabezas semejante a un yelmo medieval y los marcados hombros y pétalos laterales, parece un Transformer: no me hubiera sorprendido en absoluto verlo empezar a moverse y salir del coche con una espada entre las manos... Evidentemente, los asientos son firmes y duros, aunque tienen un tapizado suave que los hace muy agradables al tacto y ofrecen una posición de conducción más alta de lo habitual en un vehículo de estas prestaciones, herencia de su origen de compacto pensado para procurar un día a día confortable.

 
Una vez hechas las presentaciones, los 5 coches nos dirigimos al circuito. Mi monitor en estas vueltas sabe lo que lleva entre manos, pues es el piloto Jordi Salinas que corre con un 208 de rallyes en el Volante Racc. El recorrido es corto, pues va desde la curva 1 hasta la 6, pero alterna curvas rápidas y lentas donde comprobar bien cómo se defiende este 308.


Y la verdad es que no se le puede negar que se mueve como pez en el agua, incluso en estas circunstancias. Aunque empiezo pisando con cautela, enseguida me doy cuenta de que mantiene la estabilidad y la pisada granítica que ya detecté en seco en El Jarama, propia de vehículos con más envergadura, pues el 308 sólo mide 4,25 metros y pesa 1280 kg. Da una confianza total y a los pocos metros te olvidas de que los neumáticos van a tener trabajo extra para evacuar el agua y hacer que el volante reaccione a tus órdenes. Evidentemente, aquí cuenta con la inestimable ayuda de los sistemas electrónicos y del diferencial autoblocante Torsen delantero, y yo cuento con las indicaciones de Jordi, que me va marcando en todo momento cómo aprovechar al máximo cada elemento de la pista.


De hecho, el comportamiento es tan bueno que no es hasta la tercera pasada por la recta anterior a la curva Repsol que no saltan las ayudas cuando clavo sin piedad el pie en el freno, y eso que en las veces anteriores tampoco había pisado con suavidad, precisamente. En ese momento, el cuadro de mandos se convierte en una feria de luces, se disparan los warnings y noto cómo el coche culea levemente mientras las aguas vuelven a su cauce. Jordi me comentará después que ahí apuré al máximo y que realmente no me dejé nada. Pero claro, en ese momento, venía con el acelerador a fondo saliendo de la curva Renault y con toda la fe del mundo puesta en la preparación realizada por Peugeot Sport cuando entre el barrido de los limpias ves acercarse la curva a 150 km/h y aún así mantienes el pie del acelerador firme hasta el último segundo. Es obvio decir que el motor turbo de sólo 1.6 litros empuja de lo lindo, con una sensación de aceleración limpia y clara y un bonito sonido deportivo que acompaña mucho, aunque en esta ocasión quedaba enmascarado por el sonido de la lluvia.


Las 3 vueltas pasan a toda velocidad y nos toca volver a boxes antes de lo que me gustaría, pues se disfruta enormemente de sus prestaciones deportivas: sobre esto, Jordi me comentará que es sorprendente lo mucho que es capaz de aguantar pese a ser un coche estrictamente de serie.

Aunque me ha encantado el 308 no puedo evitar ponerle ojitos al solitario 208 que corre por allí -los coches pequeños son mi debilidad!-, por lo que, cuando al rato nos ofrecen hacer otra ronda, no dudo ni un segundo y salgo disparado hacia la puerta del acompañante.



Desde que en el año 84 la marca del león diera con la piedra filosofal de estos deportivos de bolsillo con su mítico 205 GTI, su leyenda no ha dejado de crecer. Claro, que de los 3,70 metros, unos 1.000 kg o menos (según motorización) y un rango de potencia de entre 105 y 130 caballos, hemos pasado a unos aún contenidos 3,95 metros, 1.230 kilos y 208 (guiño, guiño) caballos, con lo que la relación peso/potencia todavia es más favorable.
Como la casa es grande, la versión aportada es la GTI by Peugeot Sport, que añade a la GTI a secas llantas de 19 pulgadas, auténticos baquets y el efectivo autoblocante Torsen. A cambio, lo único que pierde es la el logo GTI en el montante trasero, una licencia de diseño recuperada del 205.


En el interior se mantiene el buen ambiente racing a base de toques de color rojo aquí y allá, pomo metálico, volante de piel, e incluso se incrementa la sensación de calidad percibida con incrustaciones en negro piano, aunque lo primero que llama la atención en la decoración son las alfombrillas de un vibrante color rojo, herencia recuperada también del primer GTI.


Como no podía ser de otra manera, los asientos son de primer orden, con un tamaño excepcional y una capacidad de acoger el cuerpo más propia de ventosas que de una simple tela.


Incluyen el reposacabezas integrado y unos pétalos auxiliares a la altura de los hombros que les dan un aspecto inusual e imponente; deben tratarse de pétalos de planta carnívora, pues una vez te sientas resulta complicadísimo despegarse de ellos, por lo cómodos que llegan a ser y lo atrayente que resulta todo el conjunto.
En cuanto me pongo al volante, lo primero que noto es que me estorbo yo solo con mis pies. Caigo entonces en la cuenta que llevo puesto un calzado de montaña impermeable que no es lo más indicado para conducir, pero la verdad es que aquí se nota la diferencia de tamaño con el 308, donde este aspecto me pasó totalmente por alto. Sin problemas: se aleja un poco más el asiento y asunto resuelto; al fin y al cabo nadie tiene que subirse a las vagonetas de Dragon Khan en que se convierten las plazas traseras en estas circunstancias.



Mientras nos dirigimos a la pista mojada, la lluvia empieza a arreciar: donde antes había charcos empiezan a formarse pequeños arroyos y con los limpias a tope la visibilidad es cada vez más reducida.


Vuelta de reconocimiento, cambio de asiento y manos a la obra. Ya en la primera frenada fuerte el efecto del agua se deja notar en las reacciones del coche, que tiende a moverse ligeramente de atrás de forma poco alarmante. Miro de reojo a mi monitora, la piloto de circuitos Marta Súria (única mujer en la especialidad), y la veo que está relajada, con las piernas tranquilamente cruzadas, por lo que me tranquilizo: todo está bajo control.
Al contrario que en el 308, aquí no tienes la sensación de conducir una berlina del Campeonato de Turismos, sino un ágil y ligero kart, donde con ligeros movimientos del volante el coche cambia de trayectoria con rapidez. La aceleración sigue siendo importante gracias a su menor peso y, al igual que en el compacto, el tacto del cambio es excelente.


Rápido, de recorridos cortos y precisos y un tacto fime pero no duro, aúna todas las características que debe reunir este juego de engranajes para enamorar al conductor ávido de sensaciones fuertes... y este pequeñín no está exento de ellas.
En este tipo de experiencias que las marcas organizan las vueltas en pista suelen estar limitadas a 2 ó 3. Lo primero que se nos viene a la cabeza es porque así se incrementan al máximo el número de usuarios, pero el motivo también tiene que ver con la seguridad: la primera vuelta la haces de reconocimiento, la segunda de consolidación y la tercera a fondo. Según me comentaron en una ocasión, un par más de giros nos haría buscar el límite del coche y, casi con total seguridad, acabaría con alguien en la escapatoria. En esta ocasión, entre que conozco el coche y el trazado, salgo a por todas desde el principio y casi enseguida me encuentro con que pierdo grip.


Saliendo de la chicane y acelerando a fondo noto que la trayectoria empieza a abrirse con suavidad, subvira, y calculo que si no hago algo acabaré sin lugar a dudas en la gravilla, pero basta con aflojar un poco la presión sobre el acelerador para que pueda acabar la trazada sin problemas. Se lo comento a Marta y me comenta que así es, pues entre la acumulación de agua y que la curva tiende a echarte fuera es casi inevitable, pero que los sistemas del coche lo compensan. Lo más divertido es que lo comentamos relajadamente, como si estuviéramos sentados y comentando las imágenes en un monitor en vez de estar en plena curva de Montmeló a toda velocidad...

De vuelta a boxes, el resto de la jornada lo dedicamos a comentar con el resto de invitados qué coche nos ha gustado más y cual nos llevaríamos a casa si nos dieran la oportunidad: el amplio, confortable y poderoso 308 o el ligero, vivaz y reactivo 208... y la verdad es que lo tengo claro...

Los dos!


Y hasta aquí este post pasado por agua, que no aguado. En breve, más sensaciones al volante en mi blog (https://www.facebook.com/Theredstig/?ref=bookmarks) y más oportunidades de probar todo tipo de coches en mi grupo ConduceCoches (https://www.facebook.com/groups/257961934604980/).

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